Cynthia Edul, Maruja Bustamante, Agustina Muñoz, Marcelo Mininno y Germán Rodríguez


Nota del 7 de agosto

“Uno puede vivir de lo que hace sin perder poesía ni calidad”

Cynthia Edul, Maruja Bustamante, Agustina Muñoz, Marcelo Mininno y Germán Rodríguez apuestan a llevar al máximo sus ideas creativas sin prejuicios en cuanto a formas, temas y estéticas y sorprenden por el poderío de sus proyectos artísticos.

“¡Cómo vienen las chicas: tan jóvenes y con tanta fuerza!”, dice Germán Rodríguez, 33 años, protagonista y codramaturgo del elogiado unipersonal Rodando, cuando se lo convoca para participar de una nota sobre la joven guardia del teatro. Y la afirmación no es exagerada: la nueva camada de dramaturgas es rica, diversa y muy contundente en sus planteos. Cynthia Edul, Maruja Bustamante (ambas de 29) y Agustina Muñoz (sólo 23 años) se destacan en el nuevo mapa teatral porteño con creaciones que están dando que hablar.

Ganadora del Premio Primera Obra de la Asociación Argentina de Autores, Miami, de Edul, viene de desembarcar en la sala El Cubo con un planteo tan desopilante como feroz: una familia acomodada saca, a pesar de sí misma, sus trapitos más oscuros al sol, mientras se dispone a disfrutar de unos días de vacaciones en pleno uno a uno. Un padre jugador y manipulador en extremo, una esposa que vive para consumir, un adolescente tarambana y una hermana que casi no habla, pero se la pasa vomitando, envueltos en una estructura dramática tradicional en la que ningún elemento queda suelto y todo se condensa en una escalada de vértigo y violencia que no necesita de golpes. El melodrama de Bustamante, Adela está cazando patos (los viernes a las 23 en el Abasto Social Club), se sitúa en la misma época y huele a las tragedias ocurridas en varias provincias del interior del país.

Ese cóctel de muerte, drogas, corrupción, poder e impunidad tan típico de los ’90, en una puesta que elude el naturalismo y se nutre del folclore del Nordeste con algunas gotas de Hamlet. Es que el espectro del padre de la protagonista, un alto funcionario presuntamente asesinado, se le aparece por las tardes travestido y le pide que investigue el crimen: es el Yací Yareté, el duende de la siesta formoseña. Tardes calurosas, surreales (la pileta es una pelopincho repleta de pelotitas azules de pelotero, que salpican cuando los personajes se zambullen con increíble soltura) y aires a La ciénaga, de Lucrecia Martel, de quien la autora y directora se considera fan.

Muñoz, la benjamina del grupo, despuntó el año pasado con Las mujeres entre los hielos –Primer Premio Nacional de Dramaturgia del Instituto Nacional del Teatro en 2006–: mucha sugestión y clima onírico para tres féminas que abandonaron a sus maridos científicos en Alaska y se ponen a recordar. Pero algo de esa blancura perdura, las sigue sosteniendo, más allá de los esfuerzos por dejar atrás el pasado. Este año, convocada para el Ciclo Decálogo del Rojas, Muñoz escribió Este amor es una fiesta, y en septiembre próximo estrena El calor de los cuerpos. “Me atraen los mundos extrañados, donde no todo está explicitado y donde es difícil saber qué les pasa a los personajes”, asegura.

Los muchachos no se quedan atrás. Rodando (lunes a las 21 en No Avestruz) es una suerte de road theatre: un hombre en silla de ruedas, traje claro, botas texanas, apenas un vaso de agua y un control remoto le bastan para generar durante cuarenta y cinco minutos una atmósfera alucinada que no le envidia nada a David Lynch. Domina los tiempos, los movimientos en el espacio, las pausas y las aceleraciones en una catarata controlada de palabras que deviene el relato de un rodaje en una ruta argentina, poblada de personajes y circunstancias. Rodríguez parece no forzar nada y, desde esa naturalidad, compone a un tipo de lo más artificial, embarcado en una narración que es casi un guión cinematográfico. Humor, dolor, absurdo asoman en el recorrido, mientras el intérprete se desdobla en relator y personajes; los planos de ficción se cruzan y el espectador ve toda la película.

A la cita no podía faltar Marcelo Mininno, 32 años, otro talentoso actor que acaba de debutar como autor y director con Lote 77 (jueves a las 21 y viernes 23.30 en el Teatro del Abasto). Mientras el país se partía en torno del conflicto de las retenciones, el chico nacido en Salto y con años de experiencia en la producción ganadera sorprendió con un montaje muy cuidado y complejo sobre la masculinidad. ¿Cómo se construye un varón? ¿Cuáles son los mandatos? Evitando los lugares comunes, Mininno desliza un paralelismo entre el trabajo bovino (las tareas que hacen a la crianza, selección y clasificación de los animales) y la construcción de la masculinidad. Entre los mecanismos que hacen de un ternero un toro o un novillo y los mecanismos por los cuales un chico deviene un hombre, iluminando un tema casi inexplorado por la escena local, en contraste con la proliferación de obras de temática femenina.

Tras un año de investigación y ensayos, el autor dio forma a un engranaje escénico muy dinámico, hecho de una pluralidad de puntos de vista en el que asoman las fisuras del modelo en cuestión. Las castraciones, los deseos, los arrepentimientos, los fracasos, las desilusiones.

Más en Página/12 - 07/08/08

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