Elisa Carricajo y Mayra Bonard: 2040 y Futuro



Un territorio para explorar sin limitaciones

Dos propuestas escénicas que piensan en el devenir: la dramaturga Elisa Carricajo lleva a escena 2040, y la coreógrafa Mayra Bonard la obra de danza y teatro físico Futuro.

Es habitual que las artes escénicas tomen hechos del pasado y los lleven a escena, ya sea en tono de homenaje o de rabiosa crítica. Encontrarse con trabajos que piensen el futuro es una tarea más difícil. Tal vez sea porque hay un imaginario que lo relaciona con efectos especiales, algo a lo que nos tiene acostumbrados cierta ciencia ficción de rasgos futuristas, con vehículos voladores y robots humanoides.
Nada de eso, parecen decir Mayra Bonard y Elisa Carricajo. Para ellas, el futuro es un espacio hipotético para reflexionar el devenir de lo humano. Y también, por supuesto, es un terreno lúdico, "un juego en el que uno se mete, explora y se abren puertas", dirá Bonard o "un ejercicio para pensar cosas que hoy no son posibles pero tampoco impensables", agrega Carricajo.
¿Podés imaginarte dentro de un año? ¿Y en cincuenta? ¿Cómo será el mundo cuando ya no estemos? Mayra Bonard enfrentó a los tres intérpretes de Futuro con un arsenal de preguntas. Cuenta que: "contrariamente a otras obras a las que les iba poniendo el nombre durante el proceso, en esta partí del título". El resultado es una exploración existencial sobre el amor, la vida en la tierra, el cuerpo humano y el futuro de la especie, una obra potente y visceral, visualmente poética y de impecable tratamiento sonoro –con música ejecutada en vivo por Sebastián Carreras–.
"El futuro es una gran abstracción y encarnar la idea no es tarea sencilla –dice Bonard–. Lo que pude plasmar es una gran incertidumbre. Se generó un vacío, que si bien es árido por la falta de respuestas, también es muy aliviador saber que existe y lo tenemos todos. Nos reconocemos como humanos en una misma incertidumbre." Agrega que las características de su trabajo están íntimamente vinculadas con el lenguaje del cuerpo. "La danza tiene el poder de buscar a tientas hasta que el sentido aparece, puede expresar cosas de otro orden, sacar a la luz cosas antiguas de la humanidad y de cada individuo, cosas que están guardadas pero que afloran desde lo inconsciente, incluso cosas que han sido reprimidas por conveniencias sociales. Los intérpretes, trajeron todo un mundo de sensaciones e imágenes, y yo elegí los que tenían resonancia y sentido para mí: no hay ningún movimiento ni idea coreográfica por fuera de este sentido. Hay disonancias, acoples, ruptura, fragmentos."
2040, de Elisa Carricajo es la segunda parte de una trilogía que se inició con 2035. Ambos textos nacen del interés en observar al cuerpo como terreno de cambios tecnológicos. Así como en la obra anterior se partía del personaje de una mujer transgénero embarazada, aquí el elemento enrarecido es una madre de 88 años que se conserva joven gracias a una cápsula en la que duerme cada noche. A la madre se suma Abril, la hija, que se adapta no sin dificultad a una renovada convivencia. Un joven llamado Julien parece activar el paso del tiempo con su irrupción en escena. Con un elenco que se mueve con soltura en este clima extrañado, 2040 reflexiona con humor e inteligencia sobre la intimidad de las relaciones, la transmisión cultural y la idea de una nueva espiritualidad.
"Me interesa cómo se da el paso del tiempo en el cuerpo, como lugar donde va pasando la historia", dice Carricajo. "La idea del futuro arma un territorio medio onírico, en el que está todo igual pero a la vez medio enrarecido. El elemento extraño se incorpora. El ejercicio es ver como eso se mete en lo cotidiano y luego se convierte en un elemento afectivo como todos los demás. Los vínculos tardan mucho en modificarse y la tecnología va muy rápido, entonces es como si fueran estanterías viejas dónde vas metiendo las cosas nuevas. Los conflictos son los mismos." «

Tecnología y ecología

La escenografía de 2040 está hecha con bidones plásticos y materiales reciclados. En Futuro, decenas de troncos son manipulados por los intérpretes y de repente, aparece en escena un bosque talado. ¿Cuál es la perspectiva entre el cambio tecnológico y la cuestión ecológica? Carricajo es contundente: "Es necesaria una idea de futuro que cuestione la idea de progreso." Bonard refuerza la idea: "Ese progreso tecnológico que alguna vez se vislumbró como futuro no vino acompañado de un progreso humano. Todo apunta hacia la individualidad y muy poco hacia una idea de comunidad. Hoy está todo bastante colapsado y se está empezando a repensar cómo seguir."


Fuente: Tiempo Argentino

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