Chamé Buendia: Last Call-última llamada
Confesiones de un payaso
Desde hoy, el clown presenta “Last Call-última llamada” en el Cervantes.
Un ensayo general de Chamé Buendia en la sala Luisa Vehil del Cervantes tiene algunas particularidades. Primero, este salón barroco, con lamparones de humedad, está intervenido por la escenografía de un aeropuerto y varias valijas. Allí transcurre Last Call-última llamada. Buendia se autodirige, tiene solo dos asistentes. Tardó siete años en armar esta obra que se gestó entre España, Francia, Buenos Aires y que forma un dueto con su anterior Llegué para irme. El eslabón es Mr. Piola, el payaso que Chamé viene rumiando desde fines de los 70´ cuando comenzó como mimo con Angel Elizondo. Después lo desarrolló junto a Batato Barea, Guillermo Angelelli, Hernán Gené y Cristina Moreira en el Clú del Claun.
“Piola nace en mi investigación sobre el clown, es un ser estresado, desfasado de la sociedad moderna. Primero fue un personaje mímico, después más charleta . Piola, en realidad, es un proceso de muchos años que tiene que ver con ser payaso, un arquetipo que está fijo en el tiempo, lo que cambia es mi edad, mi cuerpo.” ¿Cómo lo descubriste?
Cuando la gente se rió y me sorprendí de lograr ese resultado en escena. Piola arrancó en el ´78, cuando trabajaba con Angel Elizondo. Hacíamos espectáculos vanguardistas y siempre teníamos problemas con la dictadura porque había mucho desnudos.
¿Fueron censurados antes de estrenar o podían hacer funciones?
Cada espectáculo tenía un mes de funciones. La censura no sabía qué pensar de lo que hacíamos, porque no hablamos de política y eran muy inocentes los desnudos. Entonces, decidimos cambiar y hacer un espectáculo popular y humorístico. Hice un dúo con Verónica Llinás y fue un exitazo de risa. Tuve la suerte, a los 20 años, de protagonizar un show cómico, no de Stand Up, sino de gags muy precisos. Fue fuerte descubrirme en ese lugar ¿No buscabas eso?
Para nada, creía que andaba por el camino de los grandes artistas de la vanguardia. Y mientras la gente se reía me dije “soy un desastre, soy cómico”. Después me di cuenta de que se aporta mucho con la risa y que también podés tener una fuerza vanguardista.
Last Call creo que es cómico, pero detrás de la risa de Piola está su dolor de sentirse en un mundo social al que no corresponde.
El payaso trabaja con una precisión muy elaborada, ¿cómo te relacionaste con esa técnica a medida que pasan los años?
Con la precisión te ganás al público. El payaso trabaja con una partitura de acciones que tiene un ritmo determinado y el público cabalga sobre él. Apenas se corta ese ritmo, se distraen. Después de siete años de Elizondo, vino el Clú del Claun, luego el Cirque du Soleil ... siento que se moldeó mi oficio. Es como ser un zapatero, un carpintero que conoce mucho los detalles.
Fuiste el primer argentino que llegó, en el ´99, al Cirque du Soleil ¿Te aburrió la dinámica?
Con 10 funciones semanales no tenés tiempo de aburrirte, te agotás. Además, viajar en giras me cuesta cada vez más. Este año, en Buenos Aires, fue la primera vez que viví las cuatro estaciones del año seguidas.
El Stand Up y el Clown son una especie de establishment del humor teatral ¿Qué pensás de eso?
Es bueno que la gente tome decisiones sobre lo cómico. Por otro lado, hay tanto que se pierde profundidad, conocimiento. Con los años va a madurar y quedarán los que realmente tengan algo qué decir. No creo que se mantenga lo que es tan repetido, copiado y lleno de clichés.
Fuente: Clarín
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Saludos, paula