Léxico del teatro


Los modos de nombrar en las artes escénicas

La lingüista e investigadora Susana Anaine ha elaborado un diccionario en el que recopila más de 500 términos que nombran al objeto teatral desde sus inicios a la actualidad.

El mundo editorial materializa en la actualidad una cantidad no menor de diccionarios abocados a temáticas cada vez más novedosas. Este fenómeno bien podría abrir la discusión sobre la caducidad, o no, de los diccionarios impresos en la era de Internet. Sin embargo es bastante evidente que estas ediciones forman parte de un movimiento complementario al movimiento global donde se consolida con fuerza el gesto de recuperar lo específico, lo destinado a un grupo determinado de lectores, lo que tiene el valor de estar unido en torno a un interés común y segmentado.

La ilusión de que la información total está en la Web no sólo despierta cierta angustia y ansiedad, producto de la imposibilidad fáctica de asirla, sino que, al mismo tiempo, hace cada vez más necesario el recorte temático y las miradas específicas sobre los diversos campos. Estos recorridos colaboran con las búsquedas dispersas y ordenan a los lectores el caótico universo de los datos desjerarquizados que circulan por la red. Los diccionarios son ideales para pensar estas encrucijadas. Ellos, además de dar un orden alfabético a las palabras, son vitrinas de significados y definiciones. Existen de diversos tipos y formas. Desde los más conocidos diccionarios de idiomas, hasta los diccionarios de sinónimos o antónimos, pasando por los de frases célebres, etimologías, usos, costumbres, estilos, dudas; y hasta los de temáticas específicas, como el que en 2012 presenta la Academia Argentina de Letras dedicado íntegramente a las artes escénicas.

Este diccionario, Léxico del teatro, constituye la tercera entrega de la colección “La academia y la lengua del pueblo” cuyo objetivo general es el de trabajar en la afirmación de la identidad lingüística de nuestro país.

Susana Anaine, miembro de la Academia Argentina de Letras, recopila una importante cantidad de términos que rodean y nombran al objeto teatral en la Argentina, desde sus inicios y hasta la actualidad. En un esfuerzo tanto histórico como lexicográfico, su diccionario reúne unas 520 entradas que incluyen las siglas de las instituciones fundamentales del campo teatral, varios recorridos históricos de los géneros y un seguimiento amplio de las personalidades más destacadas de la escena nacional. Al mismo tiempo da cuenta de los circuitos de producción teatral y de sus correspondientes especificidades.

La autora es licenciada en letras, vicerrectora de la Escuela Metropolitana de Arte Dramático de Buenos Aires, dirige el blog El misterio de las palabras –orígenes, usos y abusos del idioma– y muestra un gran interés por el estudio de los modos en que los argentinos ponemos en práctica el lenguaje.

“El primer saber es saberse –afirma el presidente de la Academia Argentina de Letras Pedro Luis Barcia–. En la comparación con los hermanos lingüísticos de otras modalidades del español, definimos lo nuestro y consolidamos lo común. Nadie sabe quién es hasta que conoce a otros. En esto se basa nuestro esfuerzo por definir lo identitario argentino, y no en sesgadas y suicidas voluntades de insularidad.” (prólogo ¿o testimonio?)

Un diccionario de estas características se vuelve más que necesario, imprescindible. Sobre todo porque viene a ocupar un lugar vacío y porque será de gran utilidad a los estudiosos de las artes escénicas, docentes e investigadores. Su antecedente más cercano es el Diccionario de términos claves del análisis teatral , de Anne Ubersfeld, una de las fundadoras de la teoría teatral moderna, que fue publicado en el año 2002 por Editorial Galerna, como parte de la Colección Teatrología, dirigida por Osvaldo Pelletieri. Este diccionario divulgaba ciertos términos teóricos de la crítica teatral en relación a la semiótica, la lingüística y la recepción. La diferencia fundamental con la presente publicación es que aquel libro no buscaba una reconstrucción histórica del campo sino que su enfoque apuntaba al estudio del funcionamiento estético e ideológico del texto dramático, planteando los problemas de la teatrología. Un dato importante es que en el prólogo a la primera edición de aquel libro, Osvaldo Pelletieri salvaba algunas cuestiones en torno a la traducción de los términos que la autora tomaba del francés y del alemán, dejando en el idioma original ciertas listas bibliográficas para respetar la pertenencia de la autora a una cultura diferente a la nuestra. Estas cuestiones se ven ampliamente superadas en el exhaustivo trabajo de Susana Anaine, argentina, investigadora especializada en el campo teatral de la modernidad a esta parte, ferviente usuaria de los blogs y las redes sociales y autora de la columna “Cuidemos la lengua”, de Ñ . Anaine, con su gran sentido de la actualidad, incorpora a la bibliografía una cantidad de sitios web que pueden consultarse, una serie de nuevas organizaciones, las salas recientemente inauguradas, los acontecimientos relevantes de los últimos tiempos y un listado de todas las escuelas de teatro. Además da cuenta de una extensa serie de informaciones complementarias que agrega sobre el final.

Fuente: Revista Ñ

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