Rosa de Roisinblit y Virginia Innocenti: Teatro x la Identidad



Hacer arte desde el dolor, pero con alegría

La vicepresidenta de Abuelas y la actriz hablaron con Tiempo Argentino sobre la importancia de Teatro la Identidad que arranca mañana su 12ª temporada.

Teatro x la Identidad, el ciclo que se propuso contar en los escenarios historias sobre la dictadura militar y la apropiación de chicos, cumple 12 años y arranca mañana en el Teatro Cervantes. Los artistas –que en cada edición dedican su tiempo y su energía por pura convicción y sin cobrar un peso– prometen seguir con el movimiento hasta que se encuentren los 394 nietos que todavía no se recuperaron.
Para hablar cuál es el espíritu y las convicciones que impulsan a los artistas a apoyar desde su trabajo, y de manera desinteresada, la causa de las Abuelas de Plaza de Mayo; Tiempo Argentino reunió a la vicepresidenta de Abuelas, Rosa de Roisinblit con la actriz Virginia Innocenti, quien en esta edición participará en uno de los espectáculos: Arozena Koslay (ver recuadro). Las dos mujeres cuentan las huellas que han dejado estos 12 años de Teatro x la Identidad en la lucha por recuperar a los hijos de las personas desaparecidas, durante la última dictadura militar.

–¿Qué es lo que las motiva a ser parte de Teatro x la Identidad?
Virginia Innocenti: –Es muy importante que esta causa se difunda, se sepa. Las Abuelas están grandes.  Muchas ya partieron de este mundo. A mí, es algo que me desespera. Yo veo que pasa el tiempo y se siente una crueldad increíble. Faltan muchos nietos y están muy grandes. Yo creo que tarde o temprano van a terminar apareciendo todos.
Rosa de Roisinblit: –Todo repercute. Nosotras sentimos que las consultas aumentaron a medida que crecía Teatro x la Identidad. Y nunca perdemos la esperanza de que este movimiento logre recuperar más nietos. Nuestros nietos ahora son hombres y mujeres, mayores de edad. Nosotras nos tuvimos que modernizar y crear un nuevo sistema, que se llama "presentación espontánea", y es para cualquier persona que duda de su identidad. Sirve para que se sepa que hay cientos de leyes y organismos que lo respaldan. Hace no mucho tiempo no se podía hablar del ADN, ahora hemos crecido mucho. Tenemos el Banco Nacional de Datos Genéticos, que se generó gracias a nuestro reclamo. Las Abuelas hemos viajado por el mundo entero. Estuve en lugares donde yo nunca me imaginé que podría haber estado y siempre fue llevando la voz de las Abuelas de Plaza de Mayo. Y creo que no nos fue mal porque, modestamente, somos admiradas en el mundo entero.
–¿Cómo se vive el trabajo de Teatro la Identidad por dentro?
V.I.: –Teatro x la identidad es una fiesta, es un gran disfrute, un ciclo capaz de convocar a grandes artistas, pero tiene el trasfondo de un tema muy terrible y doloroso. Los primeros ensayos siempre terminamos llorando. Pero el arte nos rescata y es la manera que tenemos de crear metáfora, dar vida, de crear conciencia. Yo no tengo ninguna persona desaparecida de forma directa, pero bueno, el dolor de mi gente es también mi dolor.
R.R.:– El apoyo de Teatro x la Identidad ha sido muy importante para nosotras. Ellos un día vinieron acá y dijeron que querían apoyarnos y nosotras con felicidad agarramos viaje enseguida, porque cualquier apoyo es importante. Vino la escritora Patricia Zangaro, que nos trajo una única obra de teatro, y logramos presentarla en un espacio en Recoleta. Causó tanta buena impresión esa obra, hubo tanto público, que al año siguiente ya teníamos 120 dramaturgos que querían presentar sus obras en el marco de Teatro x la Identidad. Y se empezó a representar los lunes, que era el día que los actores tenían descanso y los teatros estaban libres. Así empezaron a crecer y dieron funciones en todo el país, en el exterior, en organismos del Estado. Y como son muy creativos, todo el tiempo están buscando la forma de generar cosas que nos puedan beneficiar a nosotras y a nuestra causa. Yo he estado en España viendo obras de Teatro x la Identidad. Lo mismo en Latinoamérica y desde el año pasado, están en Londres. Nunca nos imaginamos que iba a crecer tanto. Al año siguiente, se creó Música x la Identidad, Ballet x la Identidad (organizado por Maximiliano Guerra) y también está Tango x la Identidad, que tiene mucha repercusión.
–¿Qué rol tiene el trabajo de un artista cuando hay una causa humana y política concreta?
V.I.: –Nuestro trabajo es despertar conciencias. Todos mis trabajos los trato de hacer a conciencia. A mí me gusta hablar de cosas importantes.  Creo que si realmente estás hablando de un hecho artístico, siempre va a ser un hecho social y comprometido. Otra cosa es estar involucrado en el negocio del entretenimiento, pero eso es otra cosa. El arte es anterior a todo, tiene el don del habla. Yo creo que en realidad los artistas somos transmisores. A mí me sigue sorprendiendo que se piense a las manifestaciones artísticas como un artículo de lujo, como un artículo que no sea de primera necesidad. En el arte es donde realmente está la posibilidad que tenemos los seres humanos de comunicarnos y de rescatarnos. Todos estamos en la misma condición: llegamos a este mundo y nos vamos del mismo sin saber adónde. Lo único que tenemos asegurado es que el mundo termina. Lo único que podemos hacer es tratar de aliviarnos el tránsito, frenar la angustia existencial. Yo cada día entiendo menos cómo funciona la vida. Pero sí tengo en claro qué es lo que me rescata, que es estar cerca de la vida. Yo quiero crear, comunicarme con los otros, ayudar a las personas que sufren a que puedan estar un poquito mejor. Y, en realidad, eso me hace bien, así que todo esto es un gran acto de egoísmo de mi parte.
R.R.: –Nosotros aprovechamos todo para difundir lo que pasó en la Argentina durante la dictadura y lo que pasó después. Nos da mucha ilusión tener un recambio generacional. También nos da la tranquilidad de saber que no estábamos equivocadas cuando luchábamos para que nos den a nuestros nietos. No teníamos ningún texto dónde aprender. Cualquier cosa parecía buena. Me acuerdo que una vez que sospechamos de un chico, dos abuelas tocaron el timbre en su casa simulando ser vendedoras de cuadernos y lápices, y cuando lo vieron se dieron cuenta enseguida que ese chico era el nieto de una de ellas. Así, arrancamos con el proceso judicial, porque todo lo hicimos siempre por vía judicial. Ahora es todo mucho más simple, con que alguien nos diga que tiene dudas de su identidad, enseguida va a ser escuchado por gente capacitada.
 V.I.: –No sólo no estaban equivocadas, sino que ustedes están reclamando un derecho que las asiste. Hay gente que no lo tiene claro. No es que están reclamando algo caprichosamente. Están en todo su derecho de reclamar.
R.R.: –Sí, nosotras estamos en todo nuestro derecho, pero en lo que más pensamos es en el derecho de los chicos. Que tienen derecho a salir de la mentira. Y ya pasaron 35 años, y son 35 años de mentira. Estamos buscando personas que ya no son nenes, sino adultos. No les podemos exigir nada, son hombres libres, que no les podemos pedir ni siquiera que vivan con la familia biológica. Son hombres libres, justamente para eso los estamos buscando: para liberarlos.  «

Programación día a día

Desde mañana y hasta el domingo 26 se desarrollará el ciclo de Teatro la Identidad los jueves, viernes y sábados a las 21 y los domingos a las 20, con entrada libre y gratuita, en el Teatro Nacional Cervantes, Libertad 815.

 Mañana: a las 20:30 será la presentación del ciclo, con invitados especiales.
 Viernes 17: Bla-Bla!! Supervisión artística: Guillermo Angelelli. Clown x la identidad. Espejos, de Florencia Carrubba. Dirección: Emiliano Mazzeo. Identikich, dramaturgia y dirección: Claudio Gallardou.
 Sábado 18: Secretos, de Andrea Juliá. Dirección: Horacio Medrano. Granos de uva en el paladar.  Dramaturgia y dirección: Susana Hornos y Zaida Rico.
 Domingo 19: Continuará. Dramaturgia y dirección: Sergio Lobo. Bajo once metros de cemento, de Claudia Carbonell y Alejandra González. Dirección: Claudia Carbonell.
 Jueves 23: Atando cabos, de Griselda Gambaro. Dirección: Charo Moreno. La medalla milagrosa. Dramaturgia y dirección: Alejandro Viola.
 Viernes 24: El vuelo del cóndor, de Patricia Zangaro. Dirección: Pompeyo Audivert. Dos casetes, de Luis Rivera López. Dirección: Joaquín Bonet.
 Sábado 25: La marca en el orillo, de Cristina Merelli. Dirección: Eugenia Levin y Becky Garello. Picnic 1955, de Solana Landaburu y Diego Kogan. Dirección: Diego Kogan.
 Domingo 26: Atroces redentores, de Julián Mola. Dirección: Gustavo Manzanal. Arozena Koslay, dramaturgia y dirección: Mauro Simone. Identikich, dramaturgia y dirección: Claudio Gallardou.

Hasta que aparezca el último nieto

Por Mauro Simone (*)

Todo el mundo que trabaja en Teatro la Identidad lo hace por compromiso. Todos trabajan gratis en el poco tiempo libre que tienen. Teatro por la Identidad va a seguir existiendo hasta que aparezca el último nieto. Es una sensación contradictoria: nos da mucha alegría hacerlo, pero al mismo tiempo preferiríamos no hacerlo, porque significaría que están todos los nietos recuperados. Cuando se acerca alguien a preguntarnos después de una función o una charla, nosotros ya estamos temblando de la emoción. Pero lo que hacemos nosotros es mandar  a cualquier persona que tenga dudas sobre su identidad a Abuelas y, a partir de ahí, perdemos el rastro.
Este año, por una iniciativa de la ministra de Seguridad, Nilda Garré, hicimos Teatro la Identidad para las Fuerzas Armadas. Actuamos ante la Policía Federal, Gendarmería y Prefectura. Y en una de estas funciones, se acercó una chica a decir que ella tiene un familiar que es hijo de desaparecidos. La chica estaba absolutamente quebrada. Para nosotros fue muy fuerte actuar para policías, tuvimos que entender que ellos son otros, no son los mismos de los setenta.
La temática de las obras tienen que ver con la identidad, no precisamente con el tema de la dictadura, pero sí hay una temática directa con la apropiación, le damos prioridad. Todos los años estamos buscando lugares donde podemos entrar con Teatro por la Identidad. Por eso ampliamos la propuesta, a comedia, clown, improvisación. Cada año crecemos un poco. Igualmente, hay mucha gente que no sabe ni qué es ni qué busca nuestro movimiento. Al principio, éramos bichos raros. El tema no estaba instalado, pero a partir de este gobierno, se logró instalar el tema de los Derechos Humanos.  Es más fácil llegar pero hay más resistencia en los nietos que todavía faltan recuperar. Porque ya son personas de 35 años, muy grandes, con una vida formada, y es muy difícil que se animen a juzgar a las personas que los criaron. No vamos a parar porque faltan 394 nietos.

(*) Director. Dramaturgo. Integrante de la comisión
directiva de Teatro la Identidad.

Cambiar el rumbo

Entre los distintos espectáculos que se presentan en Teatro la Identidad, la obra en la que actúa Virgina Innocenti se llama Arozena Koslay, escrita y dirigida por Mauro Simone. Cuenta Innocenti: "La pieza transcurre durante la conquista de los españoles y en ese momento, uno de los capitanes jóvenes se enamora de Arozena.  Se muestra cómo no sólo se apropian de la tierra sino de las costumbres y la cultura y obligan a esta india a casarse, la bautizan con otro nombre, le ponen Juana y la casan según los preceptos de la Iglesia Católica. Su descendencia se convierte en una raza mestiza. Es una obra que habla de la identidad y es de una gran belleza. Las que se presentan son obras cortas. Esta dura 25 minutos. Además de un gran equipo, contamos en escena con dos esculturas sonoras que nos presta León Ferrari."

106 esperanzas

Hace días, Abuelas anunció con gran alegría la restitución de la identidad de Pablo Javier Gaona Miranda, otro de sus nietos robados por el terrorismo de Estado, secuestrado junto a sus padres el 14 de mayo de 1978 cuando tenía un mes. "Estamos  orgullosas y muy contentas por el logro. Es un chico que ya lo conocimos. Cuando vino aquí por primera vez, como de costumbre, nosotras celebramos con champagne", dice la vicepresidenta de Abuelas, Rosa de Roisinblit. Y cuenta que desde que identificaron a la primera nieta por intermedio del examen de sangre brindaron con champagne y desde allí mantienen el ritual.

Fuente: Tiempo Argentino

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