Ciclo Panorama sur



Bruno Beltrão y una obra para el recuerdo

Corto pero contundente paso de las tres obras de este festival

Panorama Sur, programa destinado a la creación y formación de artistas, va por su tercera edición. En el marco de seminarios, whorkshops y clases magistrales que terminan el mes próximo, llegaron tres propuestas escénicas de neto corte experimental. El tríptico está compuesto por obras muy diferentes entre sí, pero de un nivel de riesgo sumamente inquietante.

El (mini) festival de Panorama Sur comenzó el miércoles, con la presentación de H3 , del coreógrafo brasileño Bruno Beltrão. En cierto aspectos (y en muchos) lo que propone este elogiado creador, cofundador del Grupo da Rua, no es más que una personal deconstrucción del hip hop. H3 es una fiesta para los sentidos y para el mismo estallido de éstos.

Durante casi la mitad del trabajo, sus diez bailarines se mueven en silencio. A lo sumo se escucha el ruido del derrape de sus zapatillas mechado por tenues referencias sonoras urbanas. Todo ese universo mágico toma cuerpo en la inmensidad de la sala Martín Coronado, del San Martín, lugar que él trabaja de tal forma que, aun en casi oscuridad, alumbra otras formas de apropiación del conocido espacio.

En H3, su sexta coreografía , Beltrão trabaja tal concentración de energía en el desplazamiento de esos intérpretes que logra un efecto de un extrañamiento atrapante. Beltrão es como un minimalista del hip hop. Da la sensación de que en el segundo previo a que cualquier movimiento estalle, una fuerza centrípeta expulsa del centro del escenario a sus intérpretes como poniéndoles un límite. Beltrão tiene todo para cumplir con un protocolo coreográfico de altísimo impacto hiphopero. Más todavía: cuenta con los mejores intérpretes, pero su camino (su poética) hace que el baile callejero adquiera la sensibilidad de una pieza de danza contemporánea.

A medida que avanza el espectáculo, muy lentamente, comienza a trabajar otras densidades, se apodera del espacio con otra energía kinética y hasta se permite darle más protagonismo a la música electrónica. Sea en solos, dúos o en el trabajo coral el entramado que genera, la acumulación de fuerzas y la manera en que esa concentración toma cuerpo en esos bailarines van transformando a H3 en un espectáculo de un signo escénico de una potencia de extrema solidez.

Para todo esto tiene un aliado importantísimo: Renato Machado, el iluminador. Machado es el que, por ejemplo, pinta todo el escenario de trazos oscuros dejando una calle de luz, a un metro de la altura del piso, hasta donde llegan esos cuerpos girando en el aire. Cada uno de los 10 bailarines está vestido con una remera de color. En ese momento, parecen manchas de distintos colores rotando en el aire. En H3 las imágenes se acumulan. A veces, estallan. Otras, se condensan hasta buscar el momento para explotar. El resultado es hipnótico. Seguramente, cuando concluya el año, H3 será recordado como unas de las visitas de la temporada.

El trípitico de obras de Plataforma Sur se completa con otras dos experiencias que terminan su paso por la ciudad mañana. Una, Showcase , del norteamericano Richard Maxwell, transcurre en la habitación de un hotel. Allí, en la cama, hay un tipo desnudo hablándole a su sombra. El tipo se para, la sombra va al baño, salen al balcón, se ríen. Mientras tanto, 20 "espectadores" pispean un delirante monólogo interno a cargo de un excelente actor o se ríen, muy disimuladamente, de la situación en la que están inmersos.

Sand Table , una instalación-performance, es la otra propuesta que completa el tríptico de Panorama Sur. Está a cargo de una artista visual francesa, Magali Desbazeille; y una coreógrafa norteamericana, Meg Stuart. Con mínimos elementos (una estructura rectangular cubierta de arena, un proyector con imágenes de cuerpos en movimiento y dos performers) dan cuerpo a un obra de una potencia visual de una mágica sutileza. Como el trabajo del hotel, es corto. Y como el anterior, pone en crisis nuestro punto de vista.

El paso de los espectáculos de Panorama Sur es corto (quizás demasiado), pero contundencia no le falta.


Fuente: La Nación

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