China Zorrilla: Teatro para Todos
“No hay secreto, lo que gusta no aburre”
Integra el elenco del ciclo Teatro para Todos, en Polo Circo, que incluye las obras Las de enfrente, Chúmbale y Una margarita llamada Mercedes. China Zorrilla habla de la magia de salir a escena y del cariño que recibe de un público “que no va al teatro”.
Acaso para resguardar a la persona que no desaparece detrás de sus personajes, la actriz y directora China Zorrilla atesora situaciones en las que su experiencia de vida se anuda a la profesión. Los años dedicados a la escena, el cine y la televisión le permiten relacionar hechos que reitera durante el diálogo con el entusiasmo y la insistencia de quien descubre algo nuevo en lo cotidiano y en su departamento, cuyas paredes lucen óleos y fotografías que la actriz describe con intensidad: una imagen tomada en París, donde se ve a una mujer (su madre) empujando un cochecito de niño, en el que se encontraba ella, China/niña, arropada como todo bebé; y otra en la que aparece, jovencísima, junto a una escultura y su padre, el artista uruguayo José Luis Zorrilla de San Martín, quien en una etapa de su vida eligió vivir en Francia y estudiar con el célebre Antoine Bourdelle. China no pasa por alto las obras de su padre que se encuentran en Buenos Aires, entre otras el monumento al general uruguayo José Gervasio Artigas y el que muestra al ex presidente Julio Argentino Roca, que –apunta la actriz– quieren retirar de su actual emplazamiento, en Diagonal Sur. No olvida señalar durante la entrevista con Página/12 su viaje de becada del British Council (en 1946) en la Real Academia de Arte Dramático, tampoco algunas de sus iniciativas en Uruguay, donde, en 1961, creó una compañía junto con Antonio Larreta y Enrique Guarnero.
Homenajeada y premiada, interpretó y dirigió numerosas obras, algunas ofrecidas durante más de una temporada, como sucedió con Emily (sobre la poeta estadounidense Emily Dickinson), de William Luce; Cartas de amor; Eva y Victoria; Delirante Leticia, de Peter Schaffer, dirigida por Agustín Alezzo; Camino a la Meca, de Athold Fugard, y –entre muchas otras– El diario privado de Adán y Eva, junto a Carlos Perciavalle. Participó en ciclos ya instalados, como Teatrísimo (en beneficio de la Casa del Teatro) y Teatro por la Identidad. Ahora integra el elenco del ciclo de teatro leído, Teatro para Todos, en Polo Circo (Av. Garay y Combate de los Pozos), donde se viene ofreciendo Las de enfrente, de Federico Mertens; a la que seguirá Chúmbale, de Oscar Viale, a partir del 21 de mayo, y por último Una margarita llamada Mercedes, del uruguayo Jacobo Langsner, llevada al cine con el título Besos en la frente, protagonizada por Zorrilla y Leonardo Sbaraglia.
La actriz regresa así a un escenario que no es el habitual y en tres obras: “No me importa si el teatro está o no lleno, me basta con que haya gente que quiera ir –dice–. Veo al público y me emociono”. Zorrilla pertenece al bando de los que quieren ir. Se la ve expectante en las funciones de estreno de sus colegas. Un placer muy personal que ella relaciona con el recuerdo de su vida de becada en Londres, cuando tenía libre acceso a todas las salas. “Quería estudiar y vivir del teatro, por eso me presenté como candidata a las becas que daban en Montevideo. Fue en la posguerra, cuando viajar era una aventura –puntualiza–, pero no tenía miedo, y era joven. En Londres aprendí cosas que tenían poco que ver con el teatro, pero fueron importantes. En esa ciudad bombardeada, tomé lecciones de conducta”.
–¿Cuáles, por ejemplo?
–Lecciones para organizarme y tratar de cumplir con lo que se pedía. La gente era estricta: acopiaba la basura en un lugar determinado, respetaba los horarios de utilización de la electricidad, el uso de los vales de comida... Un día conseguí que un compañero me cediera los vales de vegetales, que no le gustaban, y comí un kilo de ensalada de lechuga como si fuera caviar.
Más en Página/12
Comentarios