Gabriel Calderón: Mi muñequita (La farsa)
Nota del 10 de octubre
“Buscamos generar conflicto”
El actor, director y dramaturgo uruguayo relata la forma de trabajo del grupo Complot, que elabora la creación no sobre las coincidencias de sus integrantes sino sobre sus diferencias. “Tiene un valor en sí mismo y es más democrático”, dice.
Hace seis años, cuando tenía 20, el actor, director y dramaturgo uruguayo Gabriel Calderón estrenó Taurus, una obra que, a pesar de no convocar demasiado público, fue nominada por los críticos a un importante premio nacional. No obstante, su consagración ocurrió hace cinco años, cuando decidió poner en escena una pieza que había escrito a los 17. Mi muñequita (La farsa) fue invitada a hacer funciones en trasnoche en el mítico Teatro Circular, donde se transformó en un éxito de público y crítica, con otras seis nominaciones al mismo premio nacional. Es ésta la obra que estrenó en el marco del FIBA (repite hoy a las 22) en Elkafka, Lambaré 866.
Suena el tema de Cría cuervos, la película de Saura, pero en versión remixada y se presentan, bailando, los personajes del drama: el padre, la madre, el tío, la hija y su muñeca, una suerte de alter ego. El mayordomo es quien tiene a su cargo el racconto de los detalles de la virtual desaparición del grupo familiar. Este relato es el marco de una sucesión de escenas de violencia verbal y sexual contra la niña y su muñeca, además de la serie de asesinatos que se producen atizados por un sentimiento de venganza generalizado. En una cuerda paródica, el espectáculo aúna crueldad y humor. El elenco está integrado por Dahiana Méndez, Cecilia Cósero, Cecilia Sánchez, Jujola Bossio, Mateo Chiarino, Leonardo Pintos y Ramiro Perdomo.
Desde hace tres años, Calderón tiene su propia compañía, Complot. Pero ese grupo no está compuesto por gente que comparte puntos de vista sino más bien todo lo contrario. Según explica, su grupo está conformado por artistas que tienen, cada uno, su propia estética: “Nos gusta disentir, trabajar sin respetar ningún decálogo estético-formal”, explica Calderón, junto a Ramiro Perdomo, con quien codirigió Mi muñequita. Ambos coinciden, eso sí, en definir el espíritu de la compañía: “No queremos tener un posicionamiento estético-ideológico ante el mercado cultural”, explican. “Tampoco queremos convertirnos en una institución, porque entonces vamos a cristalizar nuestros puntos de vista, que es lo que le pasa a la mayor parte del teatro independiente de Montevideo. Nosotros queremos estar en un grupo sin perder por eso la libertad individual. Y queremos contradecirnos, no buscar la coherencia”, concluyen.
–Los grupos suelen formarse por afinidad entre sus integrantes...
–Sin embargo, la idea nunca fue juntarnos por tener una forma parecida de ver el teatro. Juntarse por afinidad es algo natural. En cambio, nos parece que tiene un valor en sí mismo, y es más democrático, esto de reunirse entre gente que piensa diferente y sentar las bases del trabajo sobre esas diferencias.
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