Marco Antonio de la Parra: Telémaco o el padre ausente


“Una palabra al filo de lo poético”

Así define su autor el tono de la pieza que se exhibe en el Teatro Nacional Cervantes, y explica cómo logró retomar “obsesiones que quería revisar, como el lenguaje del inconsciente y la estructura gramatical del sueño”.

“Escribí Telémaco en Madrid, cruzando y descruzando fronteras”, detalla el chileno Marco Antonio de la Parra antes de pasar a explicar las circunstancias en las que se inspiró: una noche debió rescatar a un muchacho detenido por la policía del aeropuerto porque “cometía el pecado de tener rasgos indígenas, de no tener tarjeta de crédito y ser un poeta invitado a Barcelona”. Tampoco a Teo, el protagonista de la obra concebida luego de aquel suceso, le resultará sencillo entrar a Europa, donde ha llegado desde un lugar incierto de América del Sur. El adolescente viaja, igual que el hijo de Ulises que lleva el mismo nombre que la pieza, para encontrarse con su padre, a quien no ve desde la infancia. Bajo la dirección de Dora Milea, el estreno mundial de Telémaco o el padre ausente se produjo hace un mes en el Teatro Cervantes. La obra, “una lectura transatlántica del exilio y la frontera”, según su propio autor, tiene por intérpretes a Patricia Palmer (la madre del viajero) y Patricio Contreras (el cónsul), además de Ricardo Díaz Mourelle (un detective que investiga un caso de asesinatos en serie), Joselo Bella (el amante de la madre), Mariana Giovine (la hermana del adolescente), Roxana Berco (una prostituta) y Nicolás Mateo en el rol de Teo, el joven que parte sin rumbo fijo en busca de su origen.

Definida por el propio autor como un raro cruce entre viaje metafísico y thriller, la pieza presenta un entramado abierto compuesto de una serie de escenas en las que los personajes actúan como si no fueran siempre los mismos. En la entrevista, el premiado autor de La secreta obscenidad de cada día afirma que esta obra vuelve sobre “algunas obsesiones que quería revisar, como el lenguaje del inconsciente, la estructura gramatical del sueño, la posibilidad de contar una historia y muchas otras posibles variantes de la misma”.

–¿Cuáles son los asuntos que incluyó conscientemente en la obra?

–Mezclé mi amor por las obras de familias disfuncionales, mi ajuste de cuentas con Madre y Padre y mi obsesión por la novela negra, aparte de algunas vengancillas sobre el lado oscuro del mundo diplomático. Tardé tan poco en escribir Telémaco que me di cuenta de que la sequía había sido solamente la incubación de un planteo estructural novedoso que me permitió varias obras posteriores como Ofelia, que también fue estrenada en el Cervantes.

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