Guillermo Francella: El joven Frankenstein


“No quiero trabajar de taquito”

“Siento que los preconceptos sobre mí se fueron disipando”, dice el actor, que no reniega de su faceta como capocómico televisivo, pero destaca el crecimiento que significa enfrentar desafíos como el del Teatro Astral.

Así como los futbolistas de elite aseguran sus piernas por millones de dólares o las modelos superstars sus piernas, colas o pechos, a Guillermo Francella no le vendría nada mal asegurarse sus ojos por una cifra que sea proporcional a las carcajadas que provoca en cualquier tipo de público. Es que el ¿último? capocómico argentino hizo de su mirada un recurso imposible de resistir, una marca registrada que superó prejuicios y distancias geográficas, sociales y culturales. Representante del humor popular bien entendido –aquel que no se basa en la ofensa del otro, sino en la capacidad para hacerse identificable para el gran público–, Francella sabe que sus ojos son la llave universal con la que consigue la complicidad del público. Una relación que se mantiene inalterable, incluso, en un género más frío como el musical: basta ir a ver El joven Frankenstein (miércoles a domingo, Teatro Astral, Corrientes 1639) para corroborar esa relación simbiótica. “Nunca pensé en asegurarla, pero sé que pasa algo fuerte con mi mirada”, reconoce, no sin ruborizarse, y extrañamente bajando su mirada. “Fue la que me permitió que la gente me incorpore a su núcleo familiar como uno más”, admite.

–¿La gestualidad de su mirada es una herramienta actoral que fue desarrollando y perfeccionando con el tiempo?

–Nunca entrené la mirada, ni siquiera los gestos. La relación con el público se dio naturalmente. También me pasaba en la vida: cuando era chico y estaba con mis amigos, ya percibía lo que mi mirada generaba en los demás. Y en el trabajo la incorporé desde siempre, pero fue en Los Benvenuto donde terminó de definirme como actor. Era el programa ideal para darle rienda suelta: era un programa en vivo y de comedia. Me doy cuenta de que con una mirada el entendimiento del público es total. Es mágico.

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