Humberto Tortonese: El beso de la mujer araña


Llegó el momento de ponerse serio

"Si la gente se ríe, sonamos", dice, sobre El beso de la mujer araña, la obra de Manuel Puig que estrenará el jueves

En un pasaje escondido de Almagro vive Humberto Tortonese, en una casa llena de objetos de arte y una perra besuquera. La casa, comprada con los dividendos que le dejó su paso por el programa de Antonio Gasalla, está impecable, aunque en la entrada haya un "olor a mierda"... Lo dice él con su tono de voz tan particular, con esos dedos que hablan, con esos ojos exaltados.

"Vos haceme preguntas y yo respondo: es lo mejor", propone ahora, ya sentado en un sillón enorme. Este año parece ser el año de Tortonese en su versión multitarget. Es que a su participación en el programa de radio de Elizabeth Vernaci (Tarde negra) y el de televisión de Mariana Fabbiani (RSM), el jueves estrenará en El Cubo El beso de la mujer araña, el famoso texto de Manuel Puig, en versión suya y dirección de Rubén Szuchmacher, que poco tiene que ver con la película de Héctor Babenco y menos con el musical que interpretó Valeria Lynch.

Su último trabajo en teatro fue La voz humana, hace dos temporadas. El año pasado trataron de convencerlo para que se sumara al elenco de El joven Frankenstein, pero no tuvieron suerte. "No quería el martirio de tener que volver a cantar como me pasó en La tiendita del terror. Era mucho", cuenta. Cerca de fin de año, José Miguel Onaindia le propuso hacer El beso de la mujer araña, pero llegó diciembre y se fue a Punta del Este. "Apenas llegué, me la leí toda de un tirón. Es genial. Lo que más me gusta es la situación de esa loca contando historias...", dice Torto sobre Molina, el personaje que se ve obligado a compartir una celda junto a un militante revolucionario (papel a cargo de Martín Urbaneja) en plena época de la dictadura militar.

"El tipo no es un corrupto total que cayó ahí por corrupción de menores ?agrega, sobre el personaje del homosexual que en cine interpretó William Hurt?. No. El tipo se acostó con uno que era menor y que alguien denunció. ¿Quién? La madre. Y cae en la cárcel con un gerrillero al que se la pasa contando sus historias. Antes, eran él y su madre. Ahora, es él y el guerrillero. Yo creo que debe ser la historia de Puig. Andá a saber... Igual no soy un estudioso de su obra."

- Sin embargo, la semana pasada terminaste hablando de él en la Feria del Libro.

- Eso fue raro. Me dijeron que íbamos a leer una parte del libro, pero me pareció ridículo. Quedó como que todos íbamos a debatir sobre Puig. ¡¡¡No!!! No tengo ni idea de él. Pensé: "Que hable Ernesto Schoo, que es el que sabe, y listo". Pero quedó bárbaro. Habló Schoo, muy tranquilito, y contó anécdotas divertidas. De vez en cuando, yo quería hacer un broche como para terminar porque nadie quiere cortar esas cosas, ¿viste?

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