Diego Reinhold: Yo (una historia de amor)
Yo, Reinhold, el peor de todos
El tema de lo ilusorio, de lo mágico a lo espiritual, atraviesa su nueva propuesta
Está atento a cada detalle: las luces, la pantalla, la música; su presencia sobre el escenario. Los ojos inquietos, como en permanente búsqueda, pintan chispazos de creatividad en cada movimiento. El entusiasmo y la energía parecen desbordarlo. Con todo, el cansancio también se le nota. Se lo digo. "Estoy reagotado. No te das una idea?", dice Diego Reinhold, y suspira; hoy, en función trasnoche, estrenará su primer unipersonal, Yo (una historia de amor) , en el Paseo La Plaza.
No bien concluye el ensayo, cuenta a La Nacion que la obra habla en un lenguaje que viene experimentando desde su participación en Cómico Stand Up . "Cuando allá por 2003, 2004 -recuerda-, se me ocurrió hacer un número con una pantalla y música, y hacer como una interacción [entre las imágenes proyectadas y el actor]. No lo inventé yo; ya hubo muchos que lo hicieron antes -destaca, el hombre de las mil expresiones-, y no creo que haya concluido la experimentación del recurso, pero sí se puede decir que en este espectáculo hay un recurso explotado al máximo."
Luego avanza en los detalles de la propuesta: "Hay un hilo conductor, como una excusa; momentos en los que me peleo con mi propia imagen y quisiera tener otra. Cuento una historia que ocurre en la proyección misma, y la competencia es entre la imagen, que quiere tener su independencia, y yo".
-¿Por qué esas secuencias y no otras?
-Pensé: "¿Cómo podría hacer para cambiar mi imagen?" Hagamos un zapping con recuerdos del mundo audiovisual. Y caés en el cine. Quería sacarlo de lo nacional para que todavía tenga como más carga de imposible. Es como un clip de películas muy bien editado. Bailan los personajes y yo, con ellos. Es un trabajo de composición, casi de instalación artística de tres minutos. Y vas a ver que cada cosa funciona así.
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