Teatro General San Martín


Andamios que no llevan a ninguna parte

Hernán Lombardi y Darío Lopérfido volvieron a anunciar demoras en la puesta en valor del edificio. Hay cuestiones más profundas: altas fuentes del Ministerio de Cultura admiten que “se pusieron cuatro andamios para la gilada” y no se sabe dónde fue el dinero.

El gobierno porteño volvió a retrasar la finalización de la puesta en valor y obra del Teatro General San Martín, esta vez para mayo de 2017. A esta altura, la remodelación debería estar lista, teniendo en cuenta que Hernán Lombardi anunció un megaplan de obra de infraestructura con un costo de inversión de 72 millones de pesos, cuando todavía era ministro de Cultura de la Ciudad, en 2013. Lo único que puede explicar que aún no esté finalizada la remodelación (lo que por otra parte obliga a que el teatro esté cerrado desde diciembre pasado) es que los trabajos no se hayan empezado en el tiempo en que se dijo, como se pretendió mostrar. Y es justamente lo que distintos funcionarios del gobierno porteño confirmaron esta semana a Página/12, al afirmar que las obras comenzaron realmente recién en febrero de este año.

El flamante director del Complejo Teatral de Buenos Aires, Jorge Telerman, y el ministro de Cultura porteño, Darío Lopérfido, ya habían admitido públicamente que al comenzar sus respectivas gestiones, en diciembre, se habían encontrado con que la obra estaba “recién avanzada al veintipico por ciento”. Ante la pregunta de qué es entonces lo que se “hizo” desde 2013, un altísimo funcionario de la cartera de Cultura reveló a este diario que fueron “cuatro andamios para la gilada”. Según esta fuente, a la que luego se sumó otra también de mucho peso, “se maquillaron los arreglos con fines electorales”, y “se avanzó lo mínimo para dar sensación de obra”.

Es curioso: el propio Lombardi había hablado de “maquillaje” refiriéndose a trabajos anteriores. “A lo largo del tiempo se hicieron una infinidad de obras pequeñas, pero eso ya no va más. No van más los maquillajes. No se puede seguir atándolo con alambres”, había dicho el funcionario, que prometió que las obras finalizarían a fines del año pasado, un año y medio antes de lo que ahora dice el gobierno que va a demorar. La primera pregunta que surge es adónde fue a parar el dinero que había sido destinado a la puesta en valor del teatro, ya que para este año –en el que sí se están haciendo los trabajos– la partida es otra, distinta a aquella que había asignado el actual titular del Sistema Federal de Medios Públicos. Ahora, hasta que termine la obra, lo destinado serán 250 millones de pesos, según anunció Lopérfido provenientes del Ministerio de Desarrollo Público porteño que conduce Franco Moccia, ya que Cultura tiene una partida para obras pero sólo para trabajos chicos.

Si los 72 millones de pesos de los que habló Lombardi eran para el total de la obra, que Lopérfido y Telerman dicen que se hizo sólo en un veinte por ciento, entonces hay mucho dinero que no fue utilizado para esos fines. Suponiendo que ese veinte por ciento hecho ocupó el veinte por ciento del presupuesto total (aunque pudo haber sido más), estarían faltando, por lo menos, casi 60 millones de pesos. Sin embargo, en el gobierno nadie habla de ese dinero. Cabe recordar que durante esa gestión de Lombardi el jefe de Gobierno porteño era el mismísimo Mauricio Macri.

Si bien el San Martín es el teatro público de más renombre, otros cuatro integran el Complejo Teatral de Buenos Aires (CTBA), que Telerman fundó en el 2000 cuando era secretario de Cultura del gobierno de Aníbal Ibarra. Ellos son el Presidente Alvear (también cerrado y sin planes de abrir hasta fines del año próximo), el Regio, el Sarmiento y el recientemente reabierto Teatro de la Ribera, en la Boca. El año pasado, los colectivos Foro Danza en Acción (FDA) y Teatro Independiente Monotributista (TIM) presentaron una investigación performática muy completa que reveló que lo que sucedía en el San Martín también ocurría en otros dos teatros. Al momento de presentado ese informe, el Alvear llevaba dos años cerrado y el de la Ribera, ocho meses. Según informaron los artistas, hasta ese momento ningún obrero había entrado a trabajar en las obras, lo mismo que los funcionarios admiten que pasó en el San Martín. El dinero presupuestado para la refacción de esos dos edificios no entraba en los 72 millones de Lombardi, con lo cual la cifra aumentaría aun más, al igual que la falta de información sobre esos fondos.

En la actualidad, el link de la pestaña que dice “Puesta en valor/Obra edilicia” en la página oficial del complejo está roto. La página remite a la misma a la que se llega a través de la pestaña “Autoridades”. El único lugar en donde está escrito el plan de obra es en el detalle del presupuesto del Ministerio de Desarrollo, en el que se detalla que “se concluirá el próximo año con la renovación de instalaciones y la puesta el valor del Teatro General San Martín” y que “en el Teatro Alvear se realizarán las instalaciones de incendio, eléctricas, y mejorarán las cubiertas de la sala, con el fin de restaurar espacios culturales icónicos de nuestra Ciudad, deteriorados por el paso del tiempo, para que sigan siendo protagonistas de nuestra reconocida vida cultural.”

Al día de hoy, lo que se sabe es que el San Martín abrirá en marzo, tal como se había prometido, pero con los trabajos sin terminar, algo que recién llegará en mayo 2017. Lopérfido confirmó a este diario que no habrá temporada de verano, ya que durante enero y febrero se hará el regreso al edificio de los trabajadores, que por el cierre del teatro fueron distribuidos en distintos inmuebles del Gobierno de la Ciudad.

La obra edilicia no es la única irregularidad de los últimos años en el Complejo Teatral, presentado por el gobierno bajo la forma de una organización cultural sin fines de lucro que tiene como objetivo “facilitar el acceso de la comunidad a propuestas culturales de nivel y calidad”. Según el informe citado, muchos de los trabajadores de la institución prestan sus servicios de modo informal. Consultado por Página/12, Telerman reconoce que hay 200 trabajadores contratados, que supuestamente pasarán a planta permanente “en los próximos meses”.

Según un recuento de los reclamos llevados a cabo a través del Sindicato de Actores desde 2009 hasta octubre de 2015, la mayoría de los actores estrena las obras sin haber firmado contrato. Por otro lado, ya quedó en la nada el caso de siete bailarines del Ballet Contemporáneo del teatro San Martín, que fueron echados de la compañía en 2008 tras haber pedido mejores condiciones laborales.

Fuente: Página/12

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