sábado, 7 de marzo de 2015
Juan Minujín
"Me interesan los personajes que son sus propios enemigos"
Con su papel en Viudas divierte y emociona; ensaya una obra de teatro y se luce en cine en Pistas para volver a casa. Retrato de un actor de mirada profunda y en búsqueda constante.
A priori es difícil sacarle la ficha a Juan Minujin, ese actor que corrió límites con El descueve, trabajó en Pol-ka, hizo teatro independiente, dirigió su película (Vaquero), y varios etcéteras y al que hoy se lo puede ver en cine, en TV y pronto en teatro. Su recorrido es ecléctico y rico por donde se lo mire. Podría creerse que está ocupadísimo, y es verdad, y que está cansado, desbordado, disperso... pero, en el contraste, en la diferencia, otra vez se ubicará el actor. En su casa de Colegiales, y en medio de guiones por leer y otros por ensayar, la noticia del día nada tiene que ver con el trabajo. La hija mayor de Minujin (es padre de dos niñas) aprendió a andar en bici sin rueditas. En medio de la vorágine laboral, el festejo por el logro gana la partida. Orgullo de padre.
A Juan le gustan los actores y actrices que dirigen. "Tienen un enfoque interesante", asegura y tal vez sea por eso que, de inmediato, aceptó leer el guion de Jazmín Stuart, Pistas para volver a casa, y participar de la película que se estrenó en cines y que lo tiene como protagonista junto a Érica Rivas.
Allí, Minujín, es Pascual, un pibe "que se fue como achicando de poco, al que la mujer lo abandonó, se quedó solo con los chicos y está un poco negador de la situación. Afectivamente es muy trabado, de esas personas que las frustraciones que tiene las va trasladando un poco al resto y como que todo el mundo le debe algo. Pero al que en realidad no se le dieron las cosas como se le tendrían que haber dado. Es como la concepción de una persona que no puede hacerse cargo de sus propias frustraciones y de sus propios límites. Tiene 40 años y no tiene laburo y pocas vías para salir. Y tampoco quiere que nadie esté opinando mucho que es un poco lo que viene a hacer Dina, el personaje de Eri", describe el actor.
–A partir de estas falencias de tu personaje, ¿cómo construye la relación con Dina y con sus padres?
–Lo que más trabajamos con Érica y Jazmín era poder armar ese vínculo entre hermanos para que fuera sólido. La película es sobre el reencuentro de dos hermanos y un poco la excusa de que van a buscar al padre y luego a la madre es la plataforma desde la que empieza a aparecer este nuevo vínculo. Ellos tienen esa cosa fraternal de hermanos que se criaron juntos, que no tienen que actualizar nada. Apenas se ven ya está todo actualizado, pero a la vez son como desconocidos porque se ven poco. No tienen una relación frecuente pero tienen toda una historia en común y dolorosa, de abandono familiar. Trabajamos como constelaban estos dos seres, como podrían ser casi dos aspectos de un mismo personaje. A veces hasta parecen como una pareja de muchos años que ya se conoce mucho y está cada uno muy fastidiado con ciertos aspectos del otro; saben donde apoyar y cómo lastimar. La idea fue tratar de generar eso que es la familia.
–Desde lo actoral, ¿cuál fue el desafío de este personaje?
–Tiene cierta opacidad y eso me gustaba, es más bien gris, poco simpático. La verdad es que cualquier trabajo que hago en profundidad es un desafío. Todo sigue siendo un aprendizaje sobre cómo poder enriquecer la actuación, pensar el diseño de los personajes desde lugares más profundos, encontrar más cosas en la actuación con el otro. Sigue siendo un desafío casi cualquier propuesta que se tome con seriedad y con amor como fue esta.
–¿Y cómo transitás ese proceso de búsqueda, de bucear hacia adentro de cada papel?
–Yo siento que voy buscando y rebotando hasta que en algún momento algo se empieza a alinear y tiene que ver con empezar a entender las motivaciones profundas del personaje, qué está contando. En Viudas, por ejemplo, es más claro porque el conflicto de mi personaje está muy a la vista de entrada (ver recuadro). Un marido gay que tiene hijos. Pensás eso y podés imaginarte el recorrido del personaje: cómo empezar a hacerse cargo de que es gay, enfrentar a sus padres y sobre todo qué batalla le va a dar a sus propios prejuicios. Me interesan muchos los personajes donde el enemigo que tienen son ellos mismos.
–Tenés un recorrido actoral muy variado en las elecciones. ¿Cuál es la constante, la pulsión que atraviesa ese camino?
–Me parece que es seguir explorando los sonidos expresivos que tengo en diferentes plataformas, en diferentes tamaños de mercado: más alternativo, más mainstream, más popular. La tele, por ejemplo, está muy metida en los números y en lo comercial y te da una exposición tremenda que otro medio no. Pero a la vez, desde las herramientas de actuación y expresivas, yo me tomo todos los trabajos igual. Por eso una tira es tan agotadora, ¡son 15 escenas por día! Lo mismo que hacés para toda una película en una tira lo hacés en una semana y, obviamente, empezás a perder un poco de detalle, de precisión en algunas cosas porque es imposible por el volumen de trabajo. Para mí todo es seguir explorando expresivamente qué tengo adentro y dónde resuenan los personajes. Sí busco papeles que resuenen algo en mí, que me interpelen de alguna manera. Trato de lanzarme a personajes que sean humanos, que recuerden a la realidad y no a otra ficción o a lo teatral. Me gusta cuando uno ve una película y ve a un personaje que uno conoce de su entorno, de la realidad.
–¿A diferencia de qué? ¿Cuál sería la negativa?
–La negativa serían los trabajos actorales que recuerdan a lo teatral, aunque hay algunos que para mí son extraordinarios pero no son los que a mí me interesa hacer en cine.
–¿Y en teatro cómo funciona esto?
–Hace poco fui a ver a Pompeyo Audivert en Muñeca y me pareció un trabajo extraordinario, de otro planeta. Es un actor que admiro desde muy chiquito, uno de los actores por los cuales empecé a actuar y tiene un lenguaje que es profundamente teatral, personal y singular, pero es como una pieza única. Cuando uno en teatro encara trabajos más alternativos y se hace más cargo de cuestionar y/o de abordar el lenguaje teatral es una cosa, pero en los trabajos más comerciales el ojo está puesto más en la trama, en lo puramente narrativo y el lenguaje teatral es muy estándar. Puede tener alguna cosa más ambiciosa que uno valora pero más o menos está enmarcado en un drama o una comedia o en la comedia dramática y las actuaciones se mueven en ese registro. El teatro alternativo, para mí, lo que tiene de lindo es que uno entra en una poética muy especial que no tiene que ver tanto con lo narrativo sino con lo poético, puede ser más abstracto.
–Y muchas veces el tiempo y el espacio tal vez no tienen que ver con el aquí y ahora.
–Exacto y me gusta cuando se apunta a emocionar no sólo desde lo narrativo sino desde lo teatral, en el sentido de lo poético. Tal vez lo que hacíamos con El Descueve o lo que hace Mariano Pensotti en un sentido, más allá de que tiene una cosa narrativa muy poderosa, tiene un despegue que el teatro comercial, en general, no tiene sino que está más apegado a lo narrativo.
–Ahora vas a hacer teatro comercial, apegado a lo narrativo…
–(Risas) Sí, cada experiencia tiene cosas nuevas. Voy a trabajar con (Javier) Daulte en una obra que me encanta, Venus en la piel. La novela de Leopold von Sacher-Masoch me gusta mucho, tiene un costado que tiene que ver con la dominación, el sadomasoquismo, el amor puesto en una entrega más allá de lo convencional, una entrega a la sumisión. La película de Polanski (La venus de las pieles) me pareció muy linda y me gusta la idea de trabajar con Carla (Peterson). Y, pensando en el teatro comercial, la producción es buenísima: Kompel, Suar, Laviaguerre, con lo cual es un combo que me da muchas ganas, pero me pone muy nervioso. «
Impresionarse para expresarse
Cuando en poco tiempo terminen las grabaciones de Viudas y, pese al estreno de Venus en la piel, Juan Minujin tendrá la agenda algo más liberada. Aunque escribir es de lo que más le gusta, lo hizo con su ópera prima Vaquero (2011) que también dirigió y protagonizó, dice que para volver al papel aún le faltan fuentes. Pero está en los planes.
–¿Cómo te llevás con el tiempo libre, con la agenda vacía?
–Últimamente, tengo espacios libres pero sin previsión, un día me dicen "laburás hasta las 16" y tengo la tarde libre y lo disfruto cada vez más. Si fuera mucho tiempo capaz me angustio, pero no me pasa hace bastante. Hago muchas cosas con mis hijas, hoy le enseñé a andar sin rueditas a Amanda en la cuadra, hago muchos planes con ellas, patinar, andar en bici, dibujar, hacemos proyectos en la casa, rompecabezas, y después me enfoco mucho en el trabajo. Ahora, por ejemplo, no estoy escribiendo, algo que me gusta mucho, pero siento que necesito mucha más tranquilidad y ver películas, ir al teatro, leer, escuchar música, poder ver libros de pintura... Estoy en un momento en que no tengo esa fuente de inspiración para nada. Estoy leyendo los guiones de Viudas y estudiando la obra, y con una peli dando vueltas para más adelante, así que leyendo una novela para eso... Pero me gustaría, y es mi plan para este año cuando me quede solo con el teatro, tener más tiempo para escribir, estudiar. Hay un momento en que uno tiene que parar un poco y ver más pelis, nutrirse un poco más. Algo hay que absorber para después sacar, hay que impresionarse para después poder expresar. Si estás todo el tiempo para afuera es muy difícil.
Cuestión de estilo
Juan Minujín, sin la intención de entrar en polémica alguna, reconoce que alguna vez vio Las Mil y una noches, la novela turca que emite El Trece y compite con Viudas. "Una cosa que me llamó la atención es que vi a los actores en un tiempo muy distinto al que se ve en las tiras locales. Con muy poca ansiedad pero también con solemnidad. Tal vez en ciertas tiras argentinas no ves solemnidad pero ves mucha ansiedad, mucho relleno de cosas y de Las mil y una noches me pareció interesante que por momentos había poco adorno, era como más acallado, más tiempos, planos que duran más, pero son estilos. Por lo que sé es un melodrama muy clásico. De calidad no me parece interesante, no es HD, algo que en este momento se ve en casi todo, pero evidentemente cuando el cuento es interesante la gente se engancha."
"Nadie es lineal"
–¿Cual es la mirada que tenés de vos, sobre vos actor? ¿Cuándo te ves en Viudas (Telefe), por ejemplo, lográs divertirte o estás buscando algún error para criticarte?
–Lo que me gusta, me gusta mucho y lo que no me gusta lo odio. Lo bueno de la tele es que todo el tiempo te da revancha, te ves mal en algo y al otro día podés corregir ciertas maneras. A veces te cruzás con gente que te dice: “Uhh estás en una tira tenés que estudiar mucho texto”. Creo que nadie estudia textos en las tiras. No digo que sea bueno o malo pero el problema más grande son las continuidades. A veces prendés la tele y ves a muchos actores que no hacen algo básico que es comprender la situación que hay que actuar, porque la letra es cualquier cosa en una tira, no es un texto elaborado pero tenés que entender qué situación representar. Cómo actuar la situación. Y ante situaciones fantásticas, extremas, de ficción poder actuarlas con la mayor verdad posible y con humor, obviamente. Humor y verdad van de la mano.
En estos programas, con la cantidad de trabajo por día, el foco funciona más cuando está puesto en entender la situación para el actor que en los diálogos o en decir el texto. Si decís el texto y eso no tiene un subtexto no lo podés ni ver. Hacer 150, 200 capítulos es difícil y a veces se estira mucho todo. En las series de afuera hay 15 capítulos por año.
Viudas tiene puntas que son muy interesantes. La problemática de mi personaje es muy interesante, todo el arco desde donde arranca hacia adonde va es muy bueno para trabajar. Y toda la familia Arostegui es muy hija de puta y muy querible, lloramos de risa, paramos la grabación de la tentación que nos agarra.
–Y siendo una tira con tiempos tan ajustados lograste un personaje para nada lineal y de gran respuesta en el público.
–Este personaje me gustó mucho, y por eso digo que me interpela cuando el papel recuerda a algo real, porque nadie es lineal.
Segundo quiere ser un buen padre de familia y todo lo que le pasa va en contra de lo que quiere ser. Todavía no se le junta la idea de que puede ser gay y padre de familia, ese es el chiste. Si fuera un tipo liberal ya lo habría resuelto. Cuando el enemigo solamente está afuera empieza a ser más chato el conflicto en general y es más claro. En este camino la batalla es personal y consigo mismo y para mí eso es lo profundo del personaje.
Ahora ensayando Venus estoy viendo esto, qué es lo que le pasa al personaje, cuál es la batalla que va a dar.
Me interesa también como espectador ese tipo de historias, aunque puedo ver una peli de malos y buenos, pero creo son mas peripecias que otra cosa.
Fuente: Tiempo Argentino
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