Gipsy Bonafina: Un clásico


Gipsy Bonafina, mujer de múltiples acentos

Actriz y cantante reconocida a través del teatro y la televisión, hoy realiza su propio show en La Biblioteca Café

"Hace su entrada Chopin", dice Gipsy Bonafina y le abre la puerta a su gato. Actriz y cantante, vive en un PH de ensueño, con un hogar a leña, habitado por instrumentos musicales. Prepara café y sirve alfajores de maicena. Es la hora de merendar, el momento previo a partir hacia el teatro. Hoy realiza una función con su espectáculo intermitente Un clásico, una velada en la que estará acompañada en esta entrega por su gran amigo Marcos Montes, y pronto se la podrá ver en La chica del adiós, dirigida por Claudio Tolcachir, con Paola Krum y Diego Peretti. Además, interpretará a la hermana Suplicio en Esperanza mía, la nueva tira de Pol-ka con Lali Espósito.

Acentos. La vida de Gipsy se puede narrar con acentos y tiene un don para ellos. Su madre, profesora de inglés, la apodaba de mil modos, entre ellos, Gipsy [gitana, en inglés] porque, aunque su sangre es griega, tiene muchos rasgos de este pueblo. A los 12 años dejó de responder a María Cristina y se rebautizó. Aplicada, toda su vida se dedicó a estudiar -herencia de su padre, médico y docente, quien la hacía recitar cuando era niña "La sonatina", de Rubén Darío, y también explicar la historia de los etruscos-. "Estudiar es una gimnasia linda. No lo hago para cumplir, me resulta muy placentero", dice esta actriz nacional, egresada del Conservatorio, musicoterapeuta, una de las alumnas más destacadas de Carlos Gandolfo, eximia pianista, y también docente de música e interpretación.

Aparece el acento madrileño: "Lo vuestro, corazón. Lo vuestro, alma", recuerda Gipsy a una boletera del teatro en España donde hizo una temporada con Venecia, su primer proyecto con Helena Tritek, acompañada por Haydée Padilla en el Nuevo Alcalá, del empresario Alejandro Romay. Siete años después, regresó a la sala mayor de ese complejo para acompañar la gira de Piaf, con Elena Roger.

En su relato, es turno del acento caribeño. Gipsy tuvo propuestas laborales en España, pero regresó a Buenos Aires luego de su primera temporada en Madrid, donde Tritek la volvió a convocar, en este caso, para Panama's Affaire: "Había muerto mi mamá y Helena fue divina en todo sentido, espiritualmente y artísticamente. Me prohibió ir de negro. «Queridita, andá con colores, pintadita.» Adelgacé 10 kilos porque tenía que salir en malla. La gente me preguntaba por qué me veía tan bien". Poco después, también dirigida por Tritek, realizaría Las 20 y 25, que transcurre el día de la muerte de Eva Perón, y luego Norma Aleandro la convocaría para Un poco toco, un espectáculo musical con Marcos Montes.

El acento ruso aparece en Gipsy cuando evoca Cielo rojo, el sueño bolchevique, otra propuesta de Tritek, que estuvo durante tres años en cartel. La actriz también se incorporó a El diario de Ana Frank, y luego, como una pícara enfermera alemana en El cuarto de al lado. El año pasado fue el turno de El jardín de los cerezos trabajo para el cual Gipsy decidió tomar clases de alemán, no para poder hablarlo con soltura, con todas sus declinaciones correspondientes, sino para escuchar el acento de hablantes nativos e incorporarlo a su criatura, un papel que Chejov escribió para que lo interpretara su propia mujer.

En su presente, hay otra larga serie de acentos, aquellos que enumera para referirse a Un clásico, en el que toca el piano, pronuncia monólogos, y canta temas ajenos y propios. Dentro de estos últimos, está una salsa llamada "Amor no es sólo sexo", un tango (interpretado por el personaje de Adelita Roldán), y otro con pinceladas andaluzas.

En la banda sonora de la vida de Gipsy, hay jazz, "las Dianas" [por Ross, Reeves y Krall], la salsa de Paquito de Rivera y también folklore. Gipsy cita al "Cuchi" Leguizamón con una máxima que se aplica a su propia vida, imitando su timbre salteño: "La única manera de que haya un mundo feliz es que cada uno haga lo que le gusta. Quiero agarrar esa frase y samplearla". Además de actriz, Gipsy dirigió musicales para niños (Lucía, la maga, con Valeria Lynch, y La tortuga de Pehuajó, con Sandra Mihanovich) y participó de otros tantos, como Drácula, de Pepe Cibrián y Ángel Mahler, y Cats, en el que se desempeñó como cantante de cabina ("una exigencia vocal casi acrobática").

Su poder para imitar de modo natural y verosímil tantos acentos dice mucho de su persona, de su histrionismo, de su oído fino y de su capacidad para escuchar al otro. "El cantar, la actuación y la docencia conviven en mí en armonía. Tengo una vocación muy temprana, pero con un compás bossa nova", dice, fiel a su esencia, con alegría y armonía.

UN CLÁSICO

De Gipsy Bonafina

La Biblioteca Café, Marcelo T. de Alvear 1155.

Hoy, a las 21..

Fuente: La Nación

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