Martín Salazar: Tiernas Criaturas


"Actuar y crear teatro es algo que me equilibra"

–¿Cuál fue tu  primera vocación?
–Desde chico me gustaba recitar versos que aprendía en la familia, o cosas que yo escribía. Uno de esos textos lo usamos en el espectáculo Don Quijote de las Pampas. Pero al terminar la secundaria no tenía una vocación clara, y a través de un test vocacional que hice en el Hospital Borda me aconsejaron que me dedicara al teatro. ¡Cuánto lo agradezco! Apenas empecé, no hice otra cosa. La actuación, la docencia teatral y el hacer espectáculos fue lo que siempre hice.
–¿A qué te dedicarías si no fueras actor?
–Me es muy difícil imaginarme con otra profesión que no sea actuar. Creo que sería un tipo insoportable, actuando sin parar en alguna oficina o call center. Un chiflado. Actuar y crear teatro es algo que me equilibra. Igualmente creo que tener, o atender, en un bar no estaría mal. O tener algún oficio, como carpintero o jardinero, tampoco sería tan traumático. Claro que al ver mi desempeño hogareño en esos menesteres agradezco tener trabajo actuando y escribiendo. A los muebles que fabrico los llamo "Los Toscos Furnitures".
–¿Cuán importante es para vos el tiempo de ocio?
–Si mal no recuerdo, el ocio era eso que hace mucho tiempo solía disfrutar. Era muy importante y ocupaba gran parte de mi tiempo. Me servía para crear, calmar mi corazón o simplemente ver cómo mi vida iba dando sus tumbos. Hoy, si tengo cinco minutos, los comparto en familia, pero ocio, lo que se dice ocio, no tengo.
–¿Hay alguna ciudad a la que te gustaría volver?
–A muchas de las ciudades que visité o en las que trabajé me encanta volver cada vez que puedo, por ejemplo New York, París, Barcelona, y por supuesto las ciudades de la Argentina, a las que, como dice Pichuco, siempre estoy volviendo. Igualmente creo que las ciudades son la gente que conocí en ellas, es a esas personas a quienes me gustaría volver a ver.
–¿Qué valor le das al dinero?
–¿Dinero? ¿Qué dinero? A los dineros que tienen mucho valor les doy bastante valor, y a los que tienen poco valor no los valoro demasiado, pero tampoco los desprecio. Todos los dineros valen, creo que es el dinero el que no me valora.
–¿Qué te hace feliz de tu trabajo?
–Todo. Siempre pienso que soy un tipo con suerte, trabajé con gente genial y estoy muy contento por poder seguir haciéndolo. Agradezco infinitamente estar en un contexto social en el que pueda desarrollar mi profesión. Cuando hacés  humor, la gente se te acerca de una forma muy llana, más franca. Es hermoso sentir el agradecimiento de la gente por haberla hecho reír, por haberla identificado, por haber pensado juntos usando la risa como transporte de las ideas.
–¿Y qué es lo que menos te gusta de tu actividad?
–Lo que más me cuesta de mi trabajo es la discontinuidad laboral y el aspecto social. Para mí, las relaciones personales son solo afectivas y me cuesta establecer relaciones que tengan que ver más con el trabajo, o con lo que sería exponerme o "venderme". Solo me expongo a través de mis personajes o mis obras. Como persona me siento muy poco interesante, y a veces un artista -mucho más en esta era de redes sociales- debe ser tan interesante como persona que como personaje. Los contornos se esfuman.
–¿Hay algún artista que te cambió la vida?
–Los Macocos, mis docentes Roberto Saiz y Julian Howard. Después, obvio, hay muchos artistas que admiro, pero solo me cambiaron la vida las personas que conocí y con las que trabajé durante mucho tiempo; cambiamos la vida juntos. De los actores que me impactaron en mis comienzos, recuerdo a Franklin Kaicedo y Patricio Contreras, que al verlos actuar me transportaron a una dimensión distinta.
–¿Te acordás de un libro o una película que te haya marcado en tu adolescencia?
–En mi infancia, La vida es sueño de Calderón de la Barca me enseño lo que es el teatro, me emocionó profundamente. En mi adolescencia, Ray Bradbury y Kafka fueron los autores que me marcaron con su sensibilidad.
–¿Hay algún recital que recuerdes con cariño?
–La primera vez que vi a Spinetta fue en Obras. En realidad estaba como telonero de Jan Hammer. El flaco salió solo con su guitarra y no precisaba más. Hizo un set de Kamikaze que envolvió a todo el estadio en una magia que siempre me ilumina.
–¿Cómo influyó tu familia en tu carrera?
–Mi padre era pintor y mi abuelo por parte materna cantaba ópera, así que mi familia veía con normalidad que yo me dedicara al teatro. Claro que siempre están esas dudas de cómo me mantendré y si podré vivir de mi profesión. Pero rápidamente trabajé como docente y con Los Macocos tuvimos un público fiel desde el comienzo. Igualmente, siempre están esos personajes en la familia que te dicen "verduleros hay en todas las esquinas, ahora, actores hay uno solo", a lo que yo les contestaba: "Es verdad, Alcón hay uno solo, pero Coto también." Uno no tiene que ser el mejor actor del mundo, con actuar bien alcanza, quizás no para mantenerse exclusivamente de eso, pero sí para ser feliz.
                                                               
Martín Salazar se presenta en el espectáculo Tiernas Criaturas, todos los lunes a las 21 hs, en el Teatro del Abasto: Humahuaca 3549. $100.

Fuente: Tiempo Argentino

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