Vivi Tellas: Las personas


"La gente llegó con su propio deseo"

La directora estrenó el biodrama Las personas, en el Teatro San Martín, donde los mismos trabajadores de la institución son los protagonistas.

Eran anónimos. Formaban parte de la enorme masa de individuos que entra y sale de los edificios públicos. Pero en el caso de ellos, no veían de cerca pilas de papeles y mucha gente haciendo trámites. Lo que rozaba –y aun roza– sus vidas es el mundo del arte: actores y directores que ensayan textos clásicos, diseñadores que arman vestuarios y escenografías, músicos que afinan sus instrumentos, bailarines que improvisan en el hall de la sala. Vivían ese universo de cerca. Pero nunca eran ellos los elegidos ni a quienes les dedicaban los aplausos. No lo eran, hasta ahora. Desde hace tres semanas, 22 empleados del teatro San Martín son los protagonistas de Las personas, un espectáculo creado por Vivi Tellas, que se vale del género del biodrama para contar historias a partir de biografías. Aquí, la gente que siempre estuvo detrás de escena se anima a hablar de sus vidas, a probarse el vestuario emblemático de los actores más queridos que pasaron por el escenario del San Martín, a contar los pedidos excéntricos de los artistas y hasta dicen quién es el fantasma del teatro.
El estreno de este espectáculo no es casual. Este año se cumple el 70 aniversario del Teatro San Martín, uno de los más importantes de Latinoamérica y que, en Argentina, se volvió algo así como el templo de los artistas consagrados. Pisar los escenarios del San Martín implica una especie de legitimidad cultural que no ofrece ningún otro espacio. Todos los martes, quienes transitan la emblemática sala Casacuberta –en la que durante el año pasado hizo su última obra Alfredo Alcón– son los empleados. Desde los técnicos que preparan la escenografía y las luces hasta los acomodadores y quienes trabajan en recursos humanos. Cuando ellos están en escena dicen que están "tomando el teatro", una idea de su directora, Vivi Tellas.
 
–¿Por qué planteás este concepto de teatro tomado?
–Es una idea poética. Yo veía que estábamos ensayando y todos salían de sus lugares de trabajo. Así, apareció la idea de que los empleados tomaban el teatro y hacían su obra y me pareció muy Brecht, una idea política: los trabajadores tomando el escenario, me parecía una actitud ligada a la subversión y una sensación de travesura que a mí me interesa mucho.
–¿Hiciste un planteo político?
–Sí, en la obra hay posiciones políticas en las que estoy de acuerdo. Como contar la historia de la acomodadora gay, a quien la Presidenta  le dio el primer DNI a su hijo en el que figuran dos madres, o mostrar ejemplos de los insumos que faltan en el teatro. Yo investigo, abro todo y busco lo más escénico. La teatralidad es lo que más me interesa. A veces, me pasa que hay alguien que me dice algo muy interesante, pero no le veo teatralidad.

Vivi Tellas es una de las artistas que más ha experimentado en el teatro. Fue la impulsora del biodrama en Argentina, género documental sobre biografías escénicas. Sus trabajos como directora siempre buscaron el borde de lo teatral, desde la puesta revolucionaria de La casa de Bernarda Alba, junto a Guillermo Kuitca en el San Martín, hasta su paso por la ópera contemporánea, poniendo en escena al provocador John Cage en el Teatro Colón.

–¿Cómo fuiste armando esta obra?
–Fui por todas las secciones a charlar de manera relajada, a tomar un mate y les contaba que iba a hacer una audición, que los iba a tomar a todos y que necesitaba que me respondieran cuatro preguntas. ¿Cuál fue el momento más triste dentro del teatro? ¿Cuál fue el más feliz? ¿Cuál fue el más raro? Y si conocían al fantasma del teatro San Martín, que tiene una historia mítica y me servía para encender la imaginación. La gente llegó al escenario con su propio deseo. Ellos se presentaban y no sabían si iban a cobrar, si iban a tener que trabajar fuera de su horario, no importó, quisieron participar y después vino todo lo demás. Después hicimos un largo trabajo de investigación, filmamos todo el teatro, grabamos su sonido, el ruido de las tijeras, del ascensor, las máquinas, investigamos el archivo, etc.
–En tus trabajos, ¿encontrás una necesidad de la gente de hablar de su vida?
–Sí, claro, y es lo que busco. Pienso mucho en la Argentina, tuvimos una historia muy mala, de desprecio de las personas. Estuvo la dictadura, un ejemplo de crueldad y prepotencia. Mis proyectos siempre fueron al sentido opuesto, al de la presencia, a los valores, hacia la experiencia de cada uno. Pareciera que la sociedad dice: "Vos no importás". El teatro es una buena herramienta, es poético, es artístico, pero además te exige la presencia: si vos no estás presente, no hay teatro. Mi trabajo se extiende a las personas, a lo documental y al  valor de la experiencia, me gusta poder decirle al otro: "Vos sos único, tu experiencia es única y eso no te lo puede quitar nadie".
–¿Cómo se trabaja con personas que no son actores?
–Justamente es lo que me interesa. Yo tengo una posición política del no control, la no manipulación perfecta, que no se pueda garantizar el control por parte del actor. Como directora, me interesa el momento accidental, lo azaroso, la inocencia, son temas que están en mi teatro. Pero en este caso, ellos saben mucho de la escena, están mirando otra cosa del teatro, no lo que ven los actores. Reconstruyen el teatro en el escenario, cada uno trae su saber.
–Cuando comenzaste con los biodramas, ¿recibiste críticas de  tus colegas?
–Sí. Mi primer biodrama fue en 2002, Mi mamá y mi tía, y fue muy resistido. Muchos artistas, cuando ven el trabajo, quedan fascinados y se dan cuenta que no es en contra de ellos. Me pasó de recibir críticas de  los artistas que más experimentaban. Yo les decía ¿pero qué pasa, no estamos experimentando? Cuando surge algo nuevo, siempre están los que tienen miedo de sentirse afuera, de que el teatro se convierta en eso, pero son etapas.
–¿Cómo definirías tu trabajo?
–Creo que mi trabajo ahora es muy punk, es un poco radical, es anti industria, pero trabajo con mundos que tienen teatralidad. Por ejemplo, cuando hice Tres filósofos con bigotes, eran tres profesores de filosofía, que tienen 30 años en la universidad, que dictan cursos con una audiencia de 200 personas. Yo veía ahí todos los elementos del teatro. Otro caso fue la obra Escuela de conducción, yo estaba tomando clases para aprender a manejar, fui a la escuela del ACA y me encontré con una ciudad falsa y enseguida vi una obra de teatro y la armé con los instructores de manejo.
–¿En qué aspectos aparece lo punk en el teatro?
–En el anticontrol. Me gusta el accidente y el error. Me traen novedades del pensamiento. Me emociona ver en escena estos cuerpos no entrenados. El error es un momento desconcertante y sirve para que aparezca algo nuevo. El que se queda en el saber, siempre sabe, no hay mucha sorpresa de algo nuevo, en cambio el error es un imprevisto, es un accidente, es una idea nueva. La historia está llena de errores, que después se volvieron grandes descubrimientos. Pasa en el mundo de la ciencia, cuando se encuentra un error, se encuentra otra cosa de lo que estabas buscando y eso es lo que encontrarse: un hallazgo. Y mi arte tiene mucho que ver con el error. Cuando estoy ensayando, me tengo que contener para no corregir, trato de que se cometan muchos errores, para ver qué hay ahí.
–¿Qué pasa con estos intérpretes que juegan a ser actores?
–Les cambia la vida. Se convierten un poco en estrellas. Me pasó con mi mamá y mi tía, que las paraban en la calle, les hacían notas en los diarios, estaban felices. Cuando trabajé con los filósofos, ellos se volvieron famosos también. Toda la facultad de Filosofía y Letras los fue a ver. Hablaba con ellos en el verano y me decían: "Ando medio deprimido, porque no estoy haciendo teatro". Y yo les decía: "¡Pero si nunca en tu vida hiciste teatro!" Uno de ellos empezó a escribir un libro, otro renunció a su trabajo de 30 años, algo que me encanta, porque yo siempre quiero que la gente deje de trabajar. Se abren pulsiones nuevas. Ahora, estoy esperando los cambios en estas 22 personas que desde hace años trabajan en el Teatro San Martín.
 

ahora son ellos quienes suben a las tablas

Rina Gabe
Técnica. Trabaja en ese área desde hace 26 años. Se dedica a coordinar sastrería y utilería de todo el complejo teatral. Entre sus funciones, tiene que coordinar las compras, cuándo se hacen y cómo se hacen. Pero, además, atiende los eventos de gobierno y arma las vitrinas de las muestras. Entre sus anécdotas, cuenta todo lo que tuvo que lidiar en 1994, cuando la bailarina y coreógrafa Pina Bausch, pidió ratones y tulipanes para su presentación. "Siempre estuve atrás de escena y participar de esta obra era una manera de enterarme cómo se vive arriba del escenario. La verdad no fue fácil, nada fácil. Pasamos situaciones de mucha tristeza. Un día terminé llorando, otro día no podía hablar. Me di cuenta que hablar arriba del escenario es terrible. Trabajar en el San Martín no es el paraíso, pero me llena de felicidad", dice.

Leonardo Méndez
Asistente de dirección. Trabaja en el teatro desde hace tres años. "Cuando nos invitaron a la audición, no dudé en participar porque soy actor. De todos modos, Vivi me aclaró que esto es una experiencia totalmente distinta. Personalmente me dije, 'no piso más Casacuberta sin poder actuar'. Me vienen muchas imágenes, de muchos momentos históricos y personales en esta sala y pensé '¿Si tengo la oportunidad, por qué no vivo la experiencia aunque sea una sola vez en mi vida, de pisar este escenario?' Y el día que me tocó la audición casi no voy de los nervios, siendo actor y todo. Después los ensayos fueron una locura. Una de las cosas que más me interesó del planteo de la directora es que nos apropiemos de algo. Por eso mostramos, nuestra taza, la llave, porque estamos en un lugar donde nada es nuestro, es un edificio público. Todo lo demás es del Estado", explica.

Natalia Villalba
Acomodadora. Hace 19 años que trabaja en el San Martín. Comenzó en los baños del edificio. Es una de las que arranca el espectáculo, junto a otros dos compañeros. Comparte su historia de amor, muestra fotos con su pareja y cuenta que su hijo recibió el primer DNI generado a un matrimonio igualitario. "Al ser acomodadora no sabía nada de lo que pasaba en el escenario ni atrás de él, siempre estoy cerca de las butacas. Nos sale natural, por ejemplo, que cuando hay poca gente, aplaudimos más fuerte, decimos ´bravo´, para que los actores no se sientan mal. Tenía miedo de ir a la audición, pero al mismo tiempo quería participar. Amo este teatro. Cuando entré me enamoré del edificio, me quedé en el hall y miraba para arriba y no lo podía creer. No me importó entrar en los baños, lo que me importaba era entrar. Yo ahora no me quiero bajar del escenario, quiero actuar siempre. Me siento libre", dice.

Ricardo Brzoza
Departamente de arte. Trabaja en ese área desde hace 15 años. Se dedica a hacer los diseños visuales y gráficos del teatro, como los afiches de las obras que se ven en la entrada. "Somos medio personajes todos los que trabajamos acá adentro. Estar en una obra es una experiencia fantástica. Todos queremos al San Martín y queremos el laburo que hacemos. Pero obviamente, hay cosas que dan bronca acerca de cómo trabajamos, por ejemplo, cuando faltan insumos básicos, como tinta, hilo o papel. Y uno se siente incómodo porque te falta lo básico para el laburo, pero todos seguimos en el teatro, porque lo amamos. Lo mismo sucede cuando Aníbal Duarte, el jefe de vestuario, muestra los trajes del espectáculo Marat Sade y dice que esos trajes son los últimos que se hicieron con tiempo, porque tuvieron tres meses para hacerlos. Son de 2009, o sea que hace cinco años que no se trabaja con tiempo", dice.


Funciones y elenco
Las Personas se presenta martes 20 hs. en el San Martín (Corrientes 1530). Entrada: $ 30. Con: M. Alonso, R. Brzoza, L. Corzo, W. Lamas, A. Duarte, M. Ferreyra, R. Gabe, M. Gianelli, L. Gullo, R. Lehkuniec, P. Lettieri, M. López, M. López Dufour, S. Machín Reyes, L. Méndez, F. Molina, C. Pose, I. Reyes, R. Rodríguez, H. Spina, N. Villalba y M. Zonca.

70 años cumple el San Martín. Fue construido por un proyecto de los arquitectos Mario Roberto Álvarez y Macedonio Oscar Ruiz y se inauguró el 25 de mayo de 1960. Tiene  tres salas, un cine, una galería, un centro de documentación y un hall.

Fuente: Tiempo Argentino

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