Teatro Bombón


Para combatir el domingo: sonrisas

El ciclo de La Casona Iluminada ofrece obras en pequeño formato

Té, escones y un cuadro musical interpretado por Lisandro Rodríguez. Café con leche, tostadas y un dueto de obras con dirección de Maruja Bustamante y Monina Bonelli. O, tal vez, un cuento de Chéjov convertido en una pequeña pieza teatral por Santiago Gobernori seguido de un cortado y una puesta de Analía Fedra García.

Con idea y producción de Bonelli, la propuesta de Teatro Bombón, que desde el mes pasado se ofrece en La Casona Iluminada (Corrientes 690), es tan sencilla como conceptualmente eficaz: cinco obras cortas y de pequeño formato interpretadas casi en simultáneo y un bar lleno de cosas dulces se ponen a disposición del público para que cada espectador sea curador de su propia tarde de domingo, hecha de meriendas y teatro.

Los elencos de cada una de las propuestas hacen dos funciones por día para que los espectadores más valientes puedan ver hasta cuatro obras de corrido. A las 17 y a las 18 salen a escena Usted está actuando, pieza chejoviana de Santiago Gobernori, Ático, pequeño drama gay por Analía Fedra García y X errore, biodrama de Maruja Bustamante sobre la vida amorosa de la actriz Puchi Labaronnie. A las 17.30 y a las 18.30 comienzan Complaciente, trabajo que muestra a Lisandro Rodríguez en su faceta de músico, y Perras muertas, una mirada ácida sobre la amistad femenina escrita por Cristina Civale y dirigida por Monina Bonelli.

Quien lo prefiera podrá elegir sólo una de las propuestas cada vez, aunque el mínimo recomendable para empaparse de la propuesta sea de dos obras (cuanto más diferentes entre sí, mejor). Eso sí, conviene no dilatar demasiado la decisión: cada dos meses, la caja de bombones se actualiza con piezas completamente nuevas.

Aunque son únicas y diametralmente distintas en su construcción dramatúrgica y estética, todas las obras tienen algo en común: fueron concebidas para el espacio en el que están siendo exhibidas. Eso se nota y también se agradece. Cada una de las salas de La Casona Iluminada, un viejo edificio de estilo Art Noveau en plena calle Corrientes, se enciende de una manera muy particular con la ficción que las habita por media hora.

El concepto "antidomingo" probablemente no sea el más justo para referirse al efecto que produce Teatro Bombón en el espectador: es tan imposible evitar lo inevitable (esto es, que al domingo a la noche le siga un lunes por la mañana), como cierto que hacer fuerza para olvidar algo triste siempre produce el efecto contrario. Pero algo de ese espíritu de lucha contra el día más melancólico de la semana sobrevuela la propuesta. La invitación a agasajar la vista y el gusto en una casona pintoresca y la posibilidad de entrar y salir de pequeños universos creados en tan solo treinta minutos para no más de veinte elegidos (casi ninguna de las salas admite mayor público que ese), logran su cometido: contentar la mente, el cuerpo y el espíritu del más apesadumbrado de los domingueros.

Fuente: La Nación

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