Esteban Prol


"Nada me gusta más que equivocarme"

–¿Cuál fue el primer libro que marcó tu vida?
–De chico leí Todo Mafalda y Todo Quino. Me dieron un aterrizaje "amable" a este mundo. Fue una forma de empezar a entender lo que todavía no comprendía. Suelo volver a releer Coltrane, de Ben Ratliff, y El hombre en busca del sentido, de Viktor Frankl.

–¿Cuál fue el primer libro que marcó tu vida?
–De chico leí Todo Mafalda y Todo Quino. Me dieron un aterrizaje "amable" a este mundo. Fue una forma de empezar a entender lo que todavía no comprendía. Suelo volver a releer Coltrane, de Ben Ratliff, y El hombre en busca del sentido, de Viktor Frankl.
–¿Qué películas te impactaron en tu adolescencia?
–Blade Runner de Ridley Scott, y One From The Heart de Francis Ford Coppola. También Atrapado sin salida de Milos Forman. La primera por "valorar la vida, aun la de tu enemigo" y por "¿cuánto tiempo tengo para estar con la persona que amo?" La segunda por las cosas que haría uno por una mujer. Y la tercera porque siempre se admira a McMurphy (el personaje interpretado por Jack Nicholson). Dentro se su oscuridad tiene verdadera luz. Agregaría Kiss contra los fantasmas; es realmente muy mala, ¡pero me gusta!
–¿Cuáles son tus discos favoritos?
–Help, de los Beatles, Emotional Rescue de los Rolling Stones, The Lamb Lies Down On Broadway de Genesis, Machine Head de Deep Purple, Alma de diamante de Spinetta Jade, Sentinela de Milton Nascimento, y The Köln Concert de Keith Jarrett. El primero por su universalidad y por no entender cómo "The Night Before" no fue numero uno. El segundo por lo urbano y pegajoso. El tercero por su historia, su creación y vuelo artístico. El cuarto por la fuerza y porque trabajé en una fiambrería para poder comprármelo y me corté un dedo. ¡Casi quedo como Tony Iommi de Black Sabbath! Spinetta me enseñó a ir más allá, a creer en la fuerza de las palabras bonitas que se vuelven indelebles. El de Nascimento fue mí primer paso para conectarme con lo latinoamericano; canta sublime y las canciones son hermosas. Y el de Jarrett porque me llevó a Bill Evans. Todo eso fue el puerto de partida, pero después me subí a la lancha de los Sex Pistols con The Clash y ya nada fue lo mismo. Tenía 14 años.
–¿Qué show recordás con especial cariño?
–Motörhead en Obras. ¡¡Sentí que se escucharía esa música para rescatar gente en el Apocalipsis!! Y Kiss la primera vez que vinieron pintados. Les hice una nota y me temblaron las piernas. Les pedí que bailaran cumbia como Los Caú (un grupo argentino que se pintaba como Kiss) y se coparon. Fue una extraña manera de festejar mi alegría.
–¿Te gusta viajar? ¿Hay algún sitio al que preferirías regresar?
–Sí. Particularmente me gustan Las Vegas y París. En Las Vegas vive mi padre, y a París fuimos con mi mujer cuando estaba embarazada y le contamos a nuestro hijo que él vino con nosotros en la panza de su madre. Desde entonces reconoce a París como un lugar de mucha alegría familiar. Me gustaría regresar a la Luna, pero lo veo difícil: aumentó mucho el pasaje.
–¿El éxito da más libertad artística o todo lo contrario?
–Depende de la búsqueda del artista. Si el éxito te acompaña a través de la honestidad de tu obra, sólo tenés que seguir a tu nariz. También se pueden diseñar productos exitosos y puede que el éxito te haga perder tu norte, olvidar quién eras en realidad, de dónde venías y para dónde ibas. Ni los Beatles, ni Spinetta, ni Coltrane persiguieron el éxito. Sólo se ocuparon de traducir lo que sentían en una búsqueda verdadera para compartirlo con la gente.
–¿Cuál es la forma de aprender que más lo estimula?
–A través del juego. Es la mejor manera que encontré. Creo que tengo algo que aprender de todos. De mis maestros, de mis compañeros. Si escucho y observo, tengo garantizado mi aprendizaje. Nada me gusta más que equivocarme: quiere decir que estoy en movimiento y probando. Mis buenos maestros eran buenos alumnos porque les gustaba aprender enseñando.
–¿Qué sentís que es ser revolucionario hoy?
–Romper una estructura de forma pacifica para un bien común. Pequeño, chiquito o grande: cualquiera sea el gesto. Tratar al otro como te gustaría que te traten es un buen comienzo. Nelson Mandela es un enorme ejemplo. Y todas las ONG que quieren dejar un lugar mejor del que encontraron, "Huerta-Niño" es otro buen ejemplo: .
–¿Qué lugar le deja una sociedad de consumo al arte?
–Lo que promueve la sociedad de consumo es el placer más instantáneo y más efímero. Una degustación rápida, placentera y pasajera. Pero todo hecho artístico suele calar más hondo de una manera sutil y reveladora. Yo no suelo esperar a que me den algo artístico: voy a buscarlo.
                                                                                                                             
Esteban Prol protagoniza con Nacho Gadano y Alain Kortazar la obra Anda jaleo. Lunes a las 21 hs, en el Teatro de la Comedia, Rodríguez Peña 1062.

Fuente: Tiempo Argentino

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