Osvaldo Soriano: El Placard


"En el teatro y en la vida, creo en las ideas"

El actor es uno de los protagonista de la obra El Placard, que va por su segunda temporada. Su compromiso arriba y abajo del escenario.

Es un conocedor del paño del teatro, cine y la televisión. Esto se nota cuando se sube al escenario del Maipo y hace su parte en la obra El placard, donde comparte escena con Diego Peretti y Alejandro Awada. Pero hoy su jornada se divide, además, entre la política y la defensa orgánica de los actores. Porque Osvaldo Soriano, además de ser uno de los actores con más trayectoria del rubro, es concejal por el Frente Para la Victoria en la localidad bonaerense de 3 de Febrero y prosecretario de la Sociedad Argentina de Gestión de Actores Intérpretes (Sagai). Así que sus días transcurren, paradójicamente, en el siguiente orden: función pública por la mañana, función sindical por la tarde y función –de teatro– por las noches.
Es egresado de la Escuela de Arte Dramático en 1974, donde conoció a su mejor amigo, Jorge Marrale y con el que tiene una escuela de actores.En teatro tiene más de 60 obras en sus espaldas. Su labor en cine es más que respetable, alrededor de 30 títulos lo han tenido como actor y entre sus películas más destacadas se encuentran Cautiva, de Gastón Biraben, por la que fue galardonado con el premio Carlos Carella que otorga la Asociación Argentina de Actores y,  ya más recientemente Séptimo, junto a Ricardo Darín, donde interpreta a un comisario corrupto con gran eficacia. En la pantalla chica son recordados varios personajes pero los que lo consagraron son tres: el locuaz vendedor llamado Sinistri en Mi cuñado (1993), el del comisario Chiape en Poliladron (1995), y quizás el "Tito" D'Alessandro' de Campones (1999).
"La diferencia entre los tres géneros, cine, teatro y TV, además de los tiempos con que se trabaja y que obliga a auxiliarse con técnicas diversas, es que la trascendencia que da la televisión es infernal, basta que un programa la pegue y te ven 4 millones de personas. Si una obra de teatro es vista por 100 mil personas es un batacazo fenomenal, sos Gardel", dice el mismo actor que cuando le ofrecieron un papel en Toc Toc dijo que no. Así que cuando la misma directora lo llamó para hacer El placard, no pudo dejar pasar ese tren.

–¿No podía rechazar dos veces a Lía Jelin?
–No perder dos veces una oportunidad, no es algo que a los actores nos puede pasar. En su momento venía de hacer La vida es sueño, que me requería un esfuerzo físico notable, y dije que no; después cuando Toc Toc se transfomó en ese éxito, me lamenté, no te voy a mentir. Al convocarme la misma directora, no lo dudé. Esta es una comedia física, dinámica, que tiene por debajo temas mucho más profundos que el humor. Eso me encanta. Tiene el humor y el entretenimiento que el público exige, un grupo de actores a los que habitualmente no se los ve en comedia y habla de temas que dejan pensando.  Mi personaje es bonachón y va para adelante. Por eso es tierno, divertido, gracioso y más querible que el de la película (de Francis Veber, 2001) que tiene un costado sombrío. A la película la vi en su momento porque mi mujer es profesora de francés y amamos ese cine, pero cuando tuve este ofrecimiento la volví a ver para no hacer lo mismo. Lo más divertido de nuestra profesión es alejarnos de lo que se espera de nosotros.
–¿Por eso es cuidadoso con la elección de sus personajes? ¿Tienen que tener algo que decir?
–Absolutamente. Quizás es por llevar muchos años de trabajo, y más de 60 obras encima. Si no tiene algo que me parezca interesante, no lo hago. Cuando era joven elegía obras sin importarme, para comer, para sobrevivir y para ir construyendo una carrera, siempre aspirando a tener buenos papeles. Pero a esta altura del partido te puedo decir que uno es un hombre que elige una carrera determinada, pero que esa carrera le tiene que servir para expresarse él como ser humano en la vida, no como "artista". Me parece que el trabajo habla por uno. Lo más importante es el sentido que tiene la obra, la idea, el mensaje, de que se habla. Después si el personaje es importante y, en última instancia si funciona, o si la vas a hacer mucho tiempo o poco.
–¿La experiencia en un actor juega un factor determinante?
–Los años te van dando, con mayor claridad, una idea de lo que es el sentido más verdadero de la profesión. Puedo decir que mi profesión fue elegida en primera instancia un poco para mostrarme y salir de mi timidez. Sin lugar a dudas la finalidad última de los actores es la del autoconocimiento. Uno con cada rol que interpreta va abriéndose, descubriendo aspectos de uno mismo que no sabía que tenía que podía desarrollar. Es percatarse de asuntos de uno mismo como para llevar adelante una filosofía de vida. Actuando, uno trata de saber cuál es la verdadera razón por la cual se ha elegido esta carrera y qué se puede sacar en claro de ella para crecer o aprender.
–¿Cuál sería la clave para esto?
–Una sería investigar a fondo el personaje que te toca hacer, saber cómo es, como es su historia, en donde se desarrolló, cuál es su entorno, y la otra es la referida al crecimiento como actor. Como cada obra exige más de uno, uno entiende que sus herramientas se han perfeccionado en el tiempo
–¿Siempre destacaste el rol social del actor?
–Siempre digo que el espectador viene no solo a ver dos horas de entretenimiento, sino que necesita también identificarse, verse reflejado en ese escenario. Y esto uno lo sabe como actor. Y así trata de brindarlo. Puede ser a través de algún mensaje o que el personaje tenga algo que le pueda servir al otro para entenderse o para reflexionar acerca de su propia vida. A veces, como es el caso de El placard, se habla de temas generales como la discriminación, el etiquetamiento que llevó al nefasto "algo habrán hecho" que tanto se escuchó en nuestra sociedad. Si la gente lo entiende es maravilloso. Si lo entiende a través de la risa, mejor todavía.
–¿Importa si es una obra comercial o algo independiente?
–Es lo mismo. Se puede hacer un teatro comercial realmente profundo, con un mensaje que intente ser modificador e importante, o se puede hacer un teatro off superficial y banal, sin que tenga que dejar nada. Entonces estaríamos en la misma. No creo mucho en esto que si es del off o es comercial o si es oficial o lo que sea. En el teatro y en la vida, creo en las ideas. Como cuando yo digo que apoyo este gobierno porque hizo mucho por la gente y porque es peronista. Yo soy peronista de toda la vida no puedo no apoyar a este gobierno, porque es la idea que defendí toda mi vida.
–¿Qué contestás a los que dicen que el kirchnerismo no es peronismo?
–Que es una barbaridad. Perón ha dejado preceptos muy claros: Independencia económica, soberanía política, justicia social. Todo aquel que interprete eso y lo lleve a cabo, a la larga está siendo peronista. Y este gobierno hizo mucho en esos aspectos. Creo que es el gobierno más peronista luego del primer y segundo mandato de Perón, sin lugar a dudas.  «



en busca de lo desconocido
Autor de una novela publicada en 1995, titulada Cementerio de caracoles, y creador de varios cuentos aún inéditos –como "Primavera en Mataderos", "Un viaje desprolijo", "La agonía", "De rodillas"– la literatura es un costado muy poco conocido de Osvaldo Santoro.

–¿Cómo se relaciona con la literatura y qué lo llevó a incursionar en ella?
–Me parece que, tanto en la escritura como en la actuación, hay que buscar lo que es desconocido en uno. Soy un lector frecuente, gusto mucho de la literatura. Animarse a escribir una novela es un riesgo, cuando lo pienso en el tiempo me doy cuenta que fue una locura, pero me sirvió a mí para poder expresarme y poder, desde ese lugar, mostrar mis inquietudes. Tal cual pasa en la profesión, con el tiempo se perfecciona la escritura y permite mayor expresividad. Pero es muestra de algo: el actor es un individuo curioso. Indaga y almacena información de distintos ramos, para luego usarla, para luego construir arriba del escenario.



una historia de apariencias
Francisco Piñón (Peretti) es un gris contador de una fábrica de preservativos donde ha trabajado durante veinte años, ignorado siempre por la jefa de su departamento, vejado por el jefe de personal y marginado por todos sus compañeros. Al parecer, también su timidez y escasa iniciativa han provocado que su mujer lo abandone, y que su hijo adolescente lo ignore. Un día recibe la desagradable noticia de que será despedido por una reducción de personal, pero un vecino desconocido e inesperado (Santoro) le sugiere un modo de evitar el despido: si se confiesa gay la empresa no lo echará, para evitar ser acusada de discriminación. La estrategia cambiará muchas cosas en la vida de Francisco y de muchos integrantes de su entorno, sobre todo en el de Bérmudez, su homofóbico Jefe de personal (Alejandro Awada). La obra está basada en la película El placard que fue llevada con gran éxito a la pantalla en 2001 por su mismo autor, el cineasta francés Francis Veber, autor y director de otro gran éxito: La cena de los tontos. Los protagonistas del film fueron Daniel Auteuil, Gérard Depardieu y Michel Aumont.



Maestros de actores
Osvaldo Santoro tiene con Jorge Marrale una escuela de teatro desde hace siete años llamada "Ensayos sobre la mentira". "Con Jorge mi mejor amigo, mi hermano dijimos: ¿Qué podemos hacer con tantos años de experiencia para transmitir todo lo que la vida nos enseñó acerca de ser actores?" Y la respuesta a eso fue que la docencia era el mejor camino. Para Osvaldo es una labor que él valora mucho por lo que transmite a sus alumnos pero también por lo que aprende. "Los dos somos de Sagai, él es secretario y yo prosecretario, los dos creemos que cada creación sobre el escenario es única e irrepetible. El Hamlet que pueda hacer yo, nunca va ser igual al que pudo haber hecho Lawrence Olivier. Esa impronta también la vemos en los alumnos. Ellos nos dan material para entender de qué se trata esto del teatro y la creación artística", afirma el actor. Su escuela dicta clases en la sala Beckett (Guardia vieja 3556) y presenta todos los años una muestra: "Es el evento más importante del año para nosotros", reconoce el maestro.



Funciones
El placard se presenta en el teatro Maipo. Esmeralda 443.
Miercoles a viernes 20:30 hs.
sábado 19:30 y 22 hs. y domingo 19:30 hs.


"lo único que cambia algo es la política"
"Se lleva a dentro o no se lleva", confiesa Osvaldo Santoro. "Es algo que se mama de chico o nunca se mama", dice el actor que también es concejal por el Frente para la Victoria del Partido de Tres de Febrero y el prosecretario de Sagai, (Sociedad Argentina de Gestión de Actores Intérpretes)

–¿Cómo surge su adscripción y aficción a la política y sindical?
–Mi padre era sindicalista del gremio del calzado, recuerdo que de chico iba al sindicato con él. Recuerdo deambular entre el humo del cigarrillo de las reuniones y que siempre estaba Perón, ahí metido. A los 66 años siendo concejal por el Frente para la Victoria siento que cierro un ciclo que se inició desde la infancia hasta la madurez. Llamale mandato o entorno, pero tiene que ver con una necesidad de desarrollar una vocación que estaba dentro. El rol de actor conocido influye sobre el resto, si yo puedo aportar algo en lo que sé, cultura, educación o comunicación, bárbaro. Es una experiencia que quiero hacer, puedo ser útil y aportar algo. Cuando veo las cosas que se han hecho muy bien en esta gestión de gobierno no quisiera que se pierdan. Lo que se ha hecho en Cultura, en Ciencia y Tecnología, a nivel de inclusión social, no hay que perderlo. Después se puede ser crítico y está bien, pero hay que defender lo que se ha logrado. Vivo hace 35 años en Caseros y quiero hacer algo por mi gente. Soy consciente que lo único que cambia algo es la política. Gestionar y hacer algo por los otros. Sino hay que quedarse en casa y que los tecnócratas manejen el país. Creo que hay que hacer cosas y defender los derechos de los que trabajan.

Fuente: Tiempo Argentino

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