Claudio Hochman: Soñar no cuesta nada


Las ventajas de dirigir por Skype

Claudio Hochman vive desde hace casi dos décadas sobre los escenarios de Portugal. "Me ofrecieron un trabajo y me fui quedando", dice. Allí dirige teatro y ópera, tanto para chicos como para adultos. Aquí quedaron en la memoria versiones suyas de clásicos para chicos, como La tempestad y Cyrano, ambas en el Teatro San Martín.

Ahora retorna sin estar de vuelta. Después de armar, en un trabajo intensivo de taller, una puesta en escena a modo de evento para el Festival para Gente Chica en el Abasto, en noviembre pasado, aceptó el desafío de depurar la obra para su estreno formal, dirigiendo los ensayos por Skype, desde Portugal. En una entrevista por la misma vía cuenta cómo fue la experiencia, a días del estreno de Soñar no cuesta nada (en El Tinglado, Mario Bravo 948, el sábado a las 17).

"Si pudiera elegir, estaría en todos los ensayos de cuerpo y alma, para ver el brillo de los ojos de los actores, sentir su respiración. Pero vivo lejos. La tecnología ha avanzado y nos permite jugar con ella. Nunca estrenaría una obra sin hacer ensayos en vivo. El video es un instrumento que nos ayuda, pero no deja de ser plano, perdemos algunas cosas. Pero como no puedo estar en dos lugares al mismo tiempo, este recurso del Skype es una ayuda fantástica. Vas avanzando, ganás tiempo y luego, cuando llegás y tenés el contacto directo podés rematar el espectáculo. Lo interesante es que se construye todo un tiempo a cierta distancia que te permite volver a sorprenderte y ver con otros ojos la puesta cuando retomás el contacto directo.

-¿Cómo recibieron los actores esta modalidad de trabajo?

-Fue un proceso muy intenso. Yo les mandé el texto base. Retomé la temática onírica de La vida es sueño, de Calderón de la Barca, pero sin la historia de Segismundo. Los actores me fueron contando sus sueños, agregando escenas. Fuimos "encontrándonos" a través de la compu, a veces ellos ensayaban solos y luego me mostraban, otras yo dirigía el ensayo directamente desde mi casa. Para ellos era sólo escuchar una voz. Cuando los ensayos terminaban los actores se reunían alrededor de su pantalla y yo les daba las correcciones. Un día tuve que ver un ensayo desde una biblioteca y no podía hablar. Me comunicaba escribiendo o con gestos. Alguna vez voy a hacer una obra sobre estos procesos.

-En ese ir y venir entre teatro para adultos y para chicos que conforma tu trayectoria ¿qué es lo que hace que una obra sea para chicos?

-Hay varios aspectos. El primero es la temática, debe tocar de alguna manera el universo de los chicos, pero esto es bastante difícil de definir. Después está lo que no pondría, intento ser cuidadoso con el lenguaje y con lo que siento que pueden ver. Lo demás es igual a un espectáculo para adultos, a mí no me gusta, y no entiendo, las "estéticas infantiles", eso de sólo trabajar con colores primarios, hacer músicas pentatónicas, poner mariposas y hablar en diminutivos no va conmigo. Soñar? es un espectáculo que toca un lugar sensible, que no tiene mensaje ni objetivo didáctico, que no tiene una narrativa tradicional y que invita al espectador a hablar de sus propios sueños.

Fuente: La Nación

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