Noemí Frenkel


Noemí Frenkel: "pertenezco a una especie mutante"

Un espacio experimental en busca de la entrevista soñada:el invitado se interroga y se fotografía

Aunque mal dormida, Noemí Frenkel se muestra bien dispuesta a autoentrevistarse y autofotografiarse. Reflexiva y profunda, la actriz y directora pasa por todos los temas. O casi, porque todo tiene un límite.

Tiene el semblante algo cansado, ¿durmió bien anoche?

Anoche se disparó la alarma de un auto y estuvo sonando por horas? Los ruidos de la ciudad me ponen cada vez más nerviosa, así que le pido que la sesión de fotos la dejemos para otro día.

Como prefiera. ¿Le disgusta Buenos Aires?

La ciudad está imposible, salgo a la calle y siento una mezcla de estupor y admiración: ¿cómo hacemos para soportar vivir como vivimos?

¿Cuál es su estrategia?

Ponerme creativa. Juego con la idea de que pertenezco a una especie mutante, en crisis, que tiene la oportunidad de aprender otras formas de vivir, y quiero creer que la densidad en la que transcurrimos, transmutada, puede ser el trampolín para un salto de conciencia.

¿Piensa mucho en eso?

Sí, me apasiona toda la información que me llega sobre la posibilidad de un cambio de paradigma. El que conozco, creo, está agotado. Me encanta saber que en todo el mundo hay gente que está evolucionando hacia una nueva humanidad y una nueva clase de convivencia, basada en el amor. Mientras tanto soporto estoicamente la locura colectiva, que me incluye, tratando de no reaccionar.

¿Y lo logra?

Y, es un trabajo cotidiano, a veces creo que pude asomar la cabeza por encima de nuestra ciénaga social (qué buen título el de la película de Lucrecia Martel, La ciénaga) y al rato me encuentro rabiosa y egocéntrica como una adolescente. Superar el estado de conciencia ordinario requiere disciplina, que no es mi fuerte, pero cada vez me interesa más meditar y experimentar el campo energético que somos todos y todo lo que es. En ese espacio sí encuentro una realidad que me inspira y me hace feliz. Si no siempre están la poesía, la naturaleza y los amigos, gracias a Dios.

No se la ve en los medios opinando de política, como muchos de sus colegas.

No, porque lo siento un modo ingenuo de abonar un discurso que recrea una mentalidad falaz, superficial, y que es funcional a intereses que perpetúan un sistema perverso. Ponerse en la vereda políticamente correcta es muy tentador, pero es una dialéctica que lleva siempre a ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.

¿Y su viga cuál es?

La exigencia, la pereza, el miedo al ridículo, la arrogancia; de algún modo soy una típica judía melancólica.

¿Será eso lo que no la deja dormir bien?

Mmm... Sí, creo que sí.

¿Cómo es eso de que es perezosa?

No, no le voy a contar las maneras bobas en las que suelo perder el tiempo, tampoco es cuestión de ventilar todos los trapitos al sol.

Fuente: La Nación

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