La sala roja


Esos padres que somos

De primera mano lo que impacta de La sala roja es reconocer a otros (siempre cercanos) y reconocerse (a uno mismo) en la pintura de esos personajes que están ahí, frente a uno -que felizmente se queda camuflado en la oscuridad de la sala-. Para cualquiera que tenga hijos en edad de ir al jardín de infantes o los haya tenido en ese período escolar no hace demasiado tiempo, es imposible no descubrirse en esos padres amorosos que lo único que quieren es que sus chicos estén bien, que sean felices, que se puedan expresar libremente. Hasta aquí, todo en la Sala Roja es armonía y buenas intenciones..., pero no mucho después del comienzo de la obra -que coincide con el comienzo de una reunión de padres que intenta buscar consenso en temas como el uniforme, la fiesta de fin de año, los regalos de cumpleaños, la muestra de manualidades-, esa paz se rompe y empieza a surgir la verdadera naturaleza de los padres. Una que se asemeja a la de cualquier padre (como esos que se camuflan en la platea y se ríen casi descontroladamente), que con tal de proteger a su hijo se transforma en otro, mucho más oscuro, mucho más peligroso, mucho más violento. Sobre eso habla esta divertida pieza de Victoria Hladilo, sobre lo que puede hacer un padre que cree que está haciendo lo mejor para su hijo, pero que en realidad está pensando en él, en el adulto que es, en la contienda que tiene con sus pares.

El resultado es desopilante e inquietante a la vez. El giro que va tomando la trama está muy bien llevado por el elenco en el que sobresale la propia Victoria Hladilo, con su madre controladora, autoritaria, manipuladora.

Fuente: La Nación

Sala: El Camarín de las Musas / Funciones: viernes, a las 21:30; y domingos, a las 20:30

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