Norma Aleandro, Ricardo Darín y Valeria Bertuccelli: Escenas de la vida conyugal


Sinceridad brutal

Norma Aleandro dirige esta obra de Ingmar Bergman, que protagonizó hace 11 años; ahora con Ricardo Darín y Valeria Bertuccelli

Miniserie de TV, película, obra de teatro... Escenas de la vida conyugal ha pasado por casi todos los formatos sin perder eficacia. En 1972, el sueco Ingmar Bergman empezó a escribir una obra dramática sobre la crisis de un matrimonio burgués. "Era simplemente la historia de un hombre que decide abandonar a su mujer, pero a poco de arrancar ya tenía seis diálogos profundos sobre el amor y el matrimonio -explicó años más tarde, cuando el proyecto ya se había transformado en algo verdaderamente importante en su carrera-. Johan y Marianne, los protagonistas, se habían permitido mostrarse valientes, cobardes, alegres, tristes, enfadados, amorosos, desconcertados, inseguros, satisfechos, astutos, desagradables, pueriles, malvados, desamparados. En pocas palabras, como seres humanos."

Y esos valores universales son los que destaca el estelar equipo que han formado Norma Aleandro, Ricardo Darín y Valeria Bertuccelli para estrenar una nueva versión de esta pieza en el Maipo. "Es una obra valiosa por donde se la mire -asegura Darín-. Tiene una sinceridad bestial, lo que resuena particularmente es este mundo tan acomodado a los eufemismos, las hipocresías y la corrección política. Tenemos la suerte y la desgracia de no haber visto la versión que en su momento hicieron Norma y Alfredo Alcón. Hablo de suerte porque tenemos el peso de la referencia, y de desgracia por no haber tenido la chance de disfrutarla. Yo creo que es imposible que algo de lo que se cuenta no te haya tocado de cerca. Son temas existenciales... Bergman conocía la naturaleza humana de una manera admirable. Si no te pasó algo de lo que pasa en la obra, probablemente, nunca hayas estado enamorado."

-Ensayaron intensamente durante un período relativamente corto, dos meses. ¿Cómo llegan al estreno?

Aleandro: -Los actores siempre quieren más tiempo. Pero al final llega inevitablemente el momento que nadie ha ensayado, el de enfrentar al público. Por más que lo hayas hecho muchas veces en tu vida, siempre es como la primera, sobre todo en el estreno. Ésa es una zona peligrosa para el actor. Con el correr de las funciones van aflojando esas palpitaciones, dudas y remordimientos que suelen acosarte en la etapa del estreno. Pero ahora estamos en el momento más tenso.

Darín: -No hay nada más peligroso que el escenario. Es un territorio en el que puede pasar cualquier cosa. Estamos capacitados para manejarlo, pero como estamos padeciendo la historia, y además tenemos la bendita misión de transmitirla, no resulta tan fácil. Es un momento de máxima adrenalina, muy energizante. Si trabajás en serio, tranquilo del todo no estás nunca.

-¿Se van tranquilizando con el paso de las funciones y con la aprobación del público o no están tan pendientes de eso?

Bertuccelli: -Yo estoy pendiente de que las reacciones del público no logren distraerme de lo que estoy haciendo. La reacción del público es algo que se siente, vas entrando en calor con eso. Pero el mayor esfuerzo hay que concentrarlo en estar ahí de verdad. ¡Y en que no me distraigan! [Se ríe].

-¿Te pasó?

Bertuccelli: -Pasa de todo en el teatro.

Darín: -Vos podés hacer foco equivocadamente en un señor que está roncando en la primera fila. Pasa mucho en la temporada de verano: notás que ese pobre hombre que fue a la playa, a las 7 de la mañana, con la heladera de telgopor y la sombrilla, que tiene entradas con su mujer para las 11 y media de la noche y que está colorado como un camarón está sufriendo y entonces te desconcentrás [risas]. Pero lo ideal sería no tener que lidiar con eso. Ni que el público deba lidiar con nosotros. Me ha pasado de preguntarme «¿Por que saqué esta entrada?». ¿A quién no? Pero cuando lográs entrar en armonía con el público que te fue a ver, la sensación no se parece a nada, es magia.

-¿Y con las críticas cómo se llevan?

Aleandro: -Cuando se desglosa el trabajo que se hizo y hay amplitud de miradas, es una experiencia agradable, sirve. Pero las malas críticas suelen lastimar aun si quienes las escribieron no te interesan mucho.

Darín: -Con el tiempo, he empezado a desconfiar más de los halagos que de las críticas. Es profundamente desagradable que digan automáticamente: «Darín, como siempre, muy bien». Cada trabajo es un examen, eso debería estar claro. Igual, a mí me interesan y me gratifican especialmente los comentarios de los colegas, de los que conocen el oficio.

Bertuccelli: -Me parece que la llevás de una manera o de otra dependiendo del grupo con el que trabajes. Si laburás con un grupo que está convencido de lo que está haciendo, es todo más llevadero, así las críticas no sean buenas. Si no estás protegido por un buen equipo, quizá puedan dolerte mucho. Pero de una buena crítica se aprende. Me acuerdo de que China Zorrilla dijo alguna vez que es más fácil salir bien parado de un gran fracaso que de un gran éxito.

-¿No tiene nada de rutinario el trabajo que hacen?

Aleandro: -Cuando sentís que es rutinario, tenés que irte, terminar. Este trabajo debe ser la felicidad, no la rutina. Trabajar sin ganas en esto es como hacer el amor sin ganas, se parecen muchísimo las dos situaciones. En esos casos, hay que irse del escenario y de la cama [risas].

Darín: -Lo que lo puede transformar en rutinario es que no haya nada por descubrir. Pero una obra con estas características, con temas tan pesados y tan profundos, se resignifica todo el tiempo. En todas las funciones vas aprendiendo algo nuevo.

"HACER REÍR ES MUY COMPLICADO"

La nueva versión de Escenas de la vida conyugal, que se estrena hoy en el Maipo (Esmeralda 443), pertenece a Fernando Masllorens y Federico González del Pino. Según cuenta Norma Aleandro, quien en 1992 protagonizó otra con Alfredo Alcón, la elección de Ricardo Darín y Valeria Bertuccelli "se caía de madura porque son dos actores excepcionales. En este país hay muchos buenos actores, pero ellos dos tienen la particular capacidad de darle profundidad a una comedia -opina la experimentada artista-. Es difícil encontrar a dos actores que se entiendan tan bien y que se protejan tanto, eso habla también de la gran generosidad que tienen". Sobre su propio papel en la versión de los 90, dice: "No miro para atrás. Tengo el recuerdo de haberme divertido mucho, de haberlo pasado muy bien haciéndola. Lo importante es que los dos personajes de la obra brindan la posibilidad de que los actores puedan trabajar lo cómico y lo dramático con la misma profundidad. Ricardo y Valeria aprovechan eso al máximo. Es muy divertido lo que sucedió en los ensayos, creo que la gente también lo va a pasar muy bien con la obra. Siempre fui de la idea de que hacer seria y genuinamente una comedia es lo más difícil que hay. La gente está más predispuesta a llorar que a reírse, por lo general. Hacer reír trabajando en serio, como en este caso, es muy complicado. Pienso en el humor de artistas como Jacques Tati, no en los chistes fáciles que suelen entenderse usualmente como humor".

Fuente: La Nación

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