Piernas entrelazadas


Bella escenificación del deseo

Piernas entrelazadas puede considerarse una rareza del circuito off de Buenos Aires en lo que refiere a su circulación: desde su estreno en 2010 pasó por casi veinte salas teatrales de la Capital, el AMBA y la provincia de Buenos Aires, muestra del gran interés de Omar Aita, su director, y el resto del equipo por hacer funciones en cada lugar en el que haya un público dispuesto a conocer su trabajo. Este año la obra recaló en El Camarín de las Musas, la liga mayor del circuito off porteño. Los habitués de este teatro tal vez se sorprendan al descubrir la fila de acceso a la sala en la que, cada jueves, ocurre la función: descubrirán un público poco frecuente para El Camarín, compuesto en su amplia mayoría por parejas que rondan los setenta y que probablemente se sientan directamente interpeladas cada vez que entre escena y escena suene alguno de los separadores: presentadores de radio de vieja escuela o una antigua publicidad de Geniol, por ejemplo.

La obra sitúa al espectador en la Buenos Aires de 1953, con un sindicalismo afianzado y un feminismo más incipiente como telón coyuntural de la trama. Con reminiscencias al universo de Manuel Puig, la historia se construye a partir de las situaciones que atraviesan tres hermanas llegadas del campo a la gran ciudad -menos en busca de un sueño concreto que para huir de un padre abusador- en un esfuerzo por construir un destino entre su trabajo como obreras de una fábrica, el tiempo libre dedicado a las radionovelas y la búsqueda del amor, que cada una afrontará a su modo.

Uno de los mayores logros del trabajo de Aita tiene que ver con la escenificación del deseo: si éste resulta uno de los temas recurrentes de Piernas entrelazadas , el trabajo de exhibición de los cuerpos se logra de una manera admirable y sugerente (en todo el abanico de sentidos que puedan significar estos dos conceptos) y alimenta un erotismo soft que baña toda la pieza.

Intensas, vibrantes, las actuaciones de las hermanas se articulan en un registro distinto que funciona para cada una de las composiciones personales, pero que, unidas, resultan en un collage de tonos demasiado amplio: la adustez de Celia (Sabrina Lara) o la picardía desaforada de Herminda (Verónica Intile, un hallazgo de ojazos verdes y aire a January Jones) no siempre logran trenzar el sentido de conjunto que una pieza necesita para fundar un mundo.

Fuente: La Nación

Sala: El Camarín de las Musas, Mario Bravo 960 / Funciones: Jueves, a las 22

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