Mario Diament: Tierra del fuego


Una parte importante de la escena

El autor radicado en Miami, presenta “Tierra del fuego”, sobre una charla entre una azafata Herida en un atentado y quien lo cometió.

Con la obra Tierra del fueg o, el dramaturgo y periodista Mario Diament (Cita a ciegas, Informe sobre la banalidad del amor) regresa a la escena porteña. El autor, que vive en Miami, tuvo como disparador un caso real: el encuentro entre una azafata israelí que resultó herida en un atentado y el hombre que lo llevó a cabo. Las implicancias de esa charla, en una prisión de Londres, son el nudo de esta propuesta que dirige Daniel Marcove y protagonizan Alejandra Darín, Elena Petraglia, Miguel Jordán, Pepe Monje, Ricardo Merkin y Jorge Ricci.

¿En qué momento las resonancias de un conflicto bélico internacional se convierten en motor de su escritura?


El conflicto palestino-israelí dominó la vida de mi generación y todavía lo sigue haciendo. Es una conflicto trágico y desgarrante, cuyas resonancias exceden la geografía del Medio Oriente y repercuten sobre el resto del mundo. Y si bien pienso que la creación del Estado de Israel fue una necesaria reparación por siglos de calamidad, no puedo dejar de reconocer que emergió a expensas de otra gran injusticia como fue el desplazamiento del pueblo palestino. De modo que, si bien busqué durante mucho tiempo la forma de abordar este tema, la escritura se motorizó cuando di con la historia apropiada. Un acto, a mi juicio, de gran valentía de parte de una mujer israelí que se propone escuchar la narrativa del otro.

¿Cómo se posiciona un autor ante un hecho como el encuentro de un terrorista y una víctima?


Un autor no puede juzgar a sus personajes, porque para que ellos cobren vida, debe transformarse en ellos, entender su psiquis. Creo que uno de los elementos más importantes de Tierra del fueg o es que cada personaje expresa su punto de vista sin interferencias y, en consecuencia, es el espectador el que pronuncia su propio juicio.

¿Hace cuánto que dejó el país y por qué partió?


Mi vínculo con la Argentina es el vínculo que uno tiene con su identidad. No es algo de lo que uno pueda desprenderse. Pasé muchos años fuera de la Argentina trabajando como corresponsal. Pero siempre regresaba, a veces, por períodos extensos. En 1992 me ofrecieron crear un master de periodismo en la Universidad Internacional de la Florida, en Miami, y me pareció un desafío interesante.

¿Cómo se ubica como autor con la escena argentina actual?


Estoy vinculado al teatro argentino desde hace más de 40 años. Soy parte de un grupo que junto a Griselda Gambaro, Ricardo Monti y Eduardo Pavlovsky, entre otros, trajimos una voz diferente al teatro argentino en la década del ´70. Mi primera obra, Crónica de un secuestro, se estrenó en 1971 y no pasó un año desde entonces sin que se diera en alguna parte. Todas mis obras (13 al presente) se estrenaron en la Argentina y varias obras tuvieron muy buena resonancia en el público y la crítica y se estrenaron en muchos países. En cuanto a mi rol en la escena argentina actual, eso es algo que le cabe establecer a los críticos y a los académicos. Yo me siento parte de la historia del teatro argentino.

Fuente: Clarín

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