Juan Leyrado y Thelma Biral: Dios mío


Thelma Biral & Juan Leyrado: Dios necesita terapia

El sábado estrenarán “Dios mío”, la obra de una israelí que plantea un Todopoderoso en crisis, con el mundo y consigo mismo. Los protagonistas hablan de sus personajes, de su relación con la religión, y hasta de la televisión.

La ambientación es simple, pero contundente. El consultorio de una psicoanalista, con el clásico diván, una repisa con juguetes para niños, en el centro una biblioteca, y un ventanal detrás que deja ver el fondo del Multiteatro, en plena avenida Corrientes, donde el sábado próximo se estrenará Dios mío, la obra con Juan Leyrado y Thelma Biral, dirigida por Lía Jelín.

“¿Cómo te sentís, Thelma?”, le pregunta Jelín a su protagonista al llegar al teatro, antes de comenzar el ensayo. La directora es una pelirroja bien vestida, con corte carré, que está lejos de aparentar los setenta y pico que registra. “Perdonen la demora -se disculpa-, me había dejado la campera abajo”. “Abajo” es la sala donde se presenta Toc Toc, la obra que dirige desde hace tres años, con más de 900 funciones.

“El día que Dios va a una psicoanalista” , se lee en el slogan promocional de Dios mío. Esa psicoanalista es Thelma Biral, quien recibe, un día como cualquier otro, a un señor de aspecto normal (Juan Leyrado), quien se hace llamar Dios. Ella, especializada en niños, tuvo a un hijo autista (Esteban Masturini), y que sobrelleva su vida con relativa tranquilidad hasta que llega este descomunal paciente. “Dios la llama desesperado -relata Ley- rado-, y con su crisis comienza el relato. Es una obra con un principio, un desarrollo y un fin. Podría ser una pieza de Tennessee Williams, pero es de una gran autora y dramaturga israelí, Anat Gov, que murió hace muy poco”.

¿Cómo se toma la situación esta psicóloga?


Biral: Es una profesional sensata a quien le ponen a Dios enfrente. La hilaridad y la comedia se desprenden del texto y de la situación. Es una mujer híper interesante, que cree y descree de lo que escucha. Y duda de todo, no sabe por qué le tocó esto a ella.

¿Tuviste que investigar sobre el mundo de la psicología?


Biral: Hago terapia desde hace años, así que trabajé bastante mi personaje con mi terapeuta. Le preguntaba: “¿Qué pasa si un día entra Dios acá? ¿Qué haces?”. Lo conversé y lo trabajamos. Es un análisis profundo al Todopoderoso. Dios necesita ayuda, y la eligió a ella, por algún motivo extraño.

¿Buscaste este desafío?


Biral: El desafío es algo absolutamente necesario en el actor. He hecho tanta comedia y tanto drama, que me parece muy bueno ofrecer algo distinto. No acepté jamás la comodidad en mi carrera. No me importó hacer de vieja o de joven, siempre que amase el personaje.

¿Extrañás la televisión?


Biral: No. Y ya no creo que pueda hacer una tira. He hecho millones, cientos, docenas. No me da más el cuerpo a esta altura. ¿Doce horas por día? No. Haciendo teatro jamás hice televisión. Me encanta hacerla, y verla, pero sobre el escenario no extraño el set.

A simple vista, no pareciera que vaya a ser un espectáculo que promueva a la religión en sí, sino todo lo contrario: Dios está en crisis. No sabe qué hacer consigo mismo. Se encuentra abatido por el mundo actual y quiere abortar su misión. Ese planteo, esa insatisfacción, inicia el viaje que emprenden los protagonistas a través de la terapia. Y lo llevan a cabo nada menos que Leyrado y Biral, dos viejos lobos teatrales, que todo saben sobre “timing” y humor.

“El papel de Juan es absolutamente maravilloso”, le dice Biral a Clarín, sentada en una de las butacas del teatro. “Actúa de un señor en plena autocrítica. Alguien que observa lo que hizo bien, pero, sobre todo, lo que hizo mal”, detalla.

¿Cómo es tu “Dios”?


Leyrado : Hay tantas versiones de Dios como seres humanos. Lo mejor fue dejarme llevar por lo que sentí que representa Dios para mí. Esa energía que nos sostiene, como la palma de una enorme mano. Es el yin y el yang. Así construí el personaje día a día. Me remití a mi propia sensación.

¿Qué te atrapó de esta obra?


Leyrado: Estaba decidiendo entre hacer televisión o teatro. El año pasado hice Mineros (dirigida por Javier Daulte) al mismo tiempo que Graduados en TV, y fue dramático y cansador. Este año, en principio, quería hacer sólo teatro. El proyecto me atrapó enseguida. Lo devoré, y en la página 5 ya sabía que lo iba a hacer. Fue el guión.

¿Crees en Dios?


Leyrado : Te diría que sí... Si nosotros existimos, ¿cómo no va a existir Dios? A aquel “todo” enorme e ilimitado, yo lo llamo Dios. Creo en que existe un poder universal que lo sostiene todo. El gran sabio de este juego.

Biral y Leyrado charlan y se hacen chistes. Se nota un vínculo de amistad que creció con los años, con el acompañamiento de sus carreras, tanto de lejos como de cerca. Thelma se muestra relajada y atenta, aunque ninguno de los dos logra quedarse quieto para sacarse las fotos. Charlan y chusmean, sobre cualquier tema: Pilates, homeopatía o cuánto tiempo tardaron en llegar al teatro.

“Es muy loca la experiencia -cuenta Leyrado-: leí la obra y dije ‘¡qué buena comedia!’ , y, de golpe, me fui metiendo y pensé: ‘¿y ahora, cómo es esto?

Soy Dio s’. Para hacerlo de verdad me tuve que meter desde un lugar de confianza. Allí, la experiencia previa en el escenario, me contiene”, reflexiona.

Ya van dos meses que los actores de Dios mío vienen ensayando. Al principio, en abril, comenzaron juntándose independientemente -los protagonistas con la directora, los protagonistas entre sí- pero, desde hace una semana, se juntan todos en el Multiteatro y en la misma franja horaria en la que se harán las funciones. “Los ayuda a mentalizarse y a situarse en el espacio y lugar”, explica Jelín.

¿Todavía le tienen un poco de miedo al asiento vacío?


Biral: Absolutamente. Ahora estoy en un período de terror con esto. Porque si uno hace algo con energía, positivismo y esperanza, quiere que lo vean; sino es como tener un hijito y que le den una patada en el traste. Me conmueve una platea muy llena al igual que una con muy poca gente. Para mi labor y mi esfuerzo en el escenario, es lo mismo 5 que 100.

Leyrado : Siempre tengo mariposas en la panza los días antes del estreno, pero disfruto mucho de mi trabajo. Tropiezo con mis estupideces y mis debilidades, pero no llego a caerme del escenario.

¿Cómo es la conexión entre ustedes y Jelín?


Biral: Siempre hay una especie de enamoramiento entre los actores y el director. Tiene que haber un ida y vuelta interesante. Lía es un talento enorme. Y nosotros ya nos conocemos. Estamos acá los dos solitos, así que nos preocupamos. Pero así es el teatro. Nos inspiramos mutuamente.

“Esta obra me conmovió desde la primera vez que la leí”, admite la directora. “Soy agnóstica y no creo en Dios, pero me interesan profundamente las religiones”. Jelín demuestra tener mucha personalidad. No se maneja como suelen hacerlo los directores contemporáneos, dejando que cada actor encuentre su propia interpretación del personaje. Ella interactúa en todo momento con los actores y los dirige en profundo detalle. “Estoy tratando de ponerle un poco de humor a la obra, pero estos dos pueden ser muy serios”, bromea la directora.

El ensayo comienza con ella dando una devolución sobre el ensayo anterior. Le explica a Biral cómo reaccionaría la psicóloga: “Vos te sentás y suspirás cansada...”, dice, moviendo todo el cuerpo. “Mientras, vos dudás, como por decirlo todo pero sin estar completamente seguro”, le apunta a Leyrado. “Soy Dios”. Frena y hace una larga pausa. “Tomate todo el tiempo para decirlo, pero rendite ante ello”, detalla la directora. Leyrado se pone rápidamente en un estado de alerta, mira para todos lados, se paraliza y lo escupe: “No me vas a creer y no sé cómo decírtelo, pero ... soy Dios”.

Fuente: Clarín

Jelín: la señora directora

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