El crítico (si supiera cantar, me salvaría)



Duelo existencial en torno de la creación artística

Obra de Juan Mayorga, dirigida por Guillermo Las Heras e interpretada por Pompeyo Audivert y Horacio Peña.

A una especie en extinción como el crítico, en este caso de artes escénicas, el autor español Juan Mayorga le solicita nada menos que calibrar la verdad. Sin embargo, la apuesta sube. Volodia (Horacio Peña) y Scarpa (Pompeyo Audivert), los personajes de El crítico (si supiera cantar, me salvaría), son los engranajes de una máquinaria argumentativa sobre el teatro, las consecuencias del éxito, el ego, las instancias de legitimación; y sobre todo, las decisiones que marcan un rumbo definitivo a la vida y la creación artística.

“ Estoy harto de obras de teatro que tratan de teatro ”, dirá Volodia. Y con esto, un espectáculo que inicialmente refleja su propia problemática en el medio, se abre hacia una resonancia universal. Lo que finalmente acontece en escena es el cruce de dos hombres que han tomado un dirección, pero que se cuestionan acerca qué hubiese pasado si viraban sus existencias hacia otras coordenadas. En esa pregunta, que conduce inevitablemente al vacío, ambos se retroalimentan. Y de fondo, surge la figura de una mujer ausente.

El crítico ... nos muestra un duelo existencial montado en un formato de cámara bajo la dirección de Guillermo Heras. Las palabras conforman una materia espesa que fluye, desde la puesta y el trabajo actoral, con sutiles procedimientos ligados a la comedia y al thriller. ¿Cuál es el verdadero sentido del encuentro, cerca de medianoche, entre dos tipos que bajo un manto de cordialidad están a punto de sacudirse sin miramientos? ¿Qué sucede con esa mujer que se instala entre ambos como territorio deseante?

Volodia (Peña), crítico de un diario, es visitado en su departamento por Scarpa (Audivert), un autor multipremiado que acaba de estrenar su última pieza, sobre la cual se debe escribir. Desde los nombres, los personajes son entidades compuestas por capas de sentido, no hay una identificación concreta. Pero nos brindan señales. Estamos frente a un crítico teatral de otra época que no participa en la amansadora de una redacción. Volodia tiene su ritual: escribe en el libro de contabilidad de un teatro que tuvieron sus padres. Su labor, en la práctica, está cerca de los informes de lectura de Roberto Bazlen: alguien que moldea con justeza sus impresiones inmediatas y sigue aquello de que “pensar es distinguir”. Scarpa no busca una buena devolución. Va por más: sostener un diálogo crítico y en eso correr el riesgo de fulminarse como autor. Tanto Peña como Audivert abren el andarivel interpretativo que sostiene este duelo con una potencia contenida. Son argamasa de dos criaturas que llegan a fondo con una verdadera pregunta, es decir, aquella que los moviliza hasta la desintegración de sus certezas.

Fuente: Clarín

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