Dios mío!


Dios visita a su analista para conversar

Una extraña terapia, con Juan Leyrado y Thelma Biral

"¿Decepción? ¿Por qué decepción? ¿Sólo porque le di un mundo en bandeja de plata y desde entonces se dedica a destruirlo? ¿Decepción? ¿Yo? ¿Por qué? Porque mi amigo se ocupó de regar toda la tierra de sangre, de contaminar todos los mares con petróleo y los campos de glifosato, de llenar el aire de gases y humo, de perforar el cielo con agujeros de ozono, de matar a sus semejantes sin parar. ¿Decepción? ¿Yo? ¿Por qué?"

La frase pertenece a un personaje muy singular: Dios. Y aparece en la trama de la pieza Dios mío! , de la autora israelí Anat Gov. El amigo al que se hace referencia no es otro que el hombre. La situación en la que aparece este planteo es una sesión de psicoanálisis. Extrañamente, Dios visita a una analista para que le ayude a superar cierta frustración que siente al observar el estado del mundo actual.

UN GRAN DESAFÍO

El espectáculo, interpretado por Thelma Biral, Juan Leyrado y Esteban Masturini cuenta con dirección de Lía Jelín y a partir de hoy se podrá ver en el Multiteatro.

El proyecto tiene su origen en un trío particular: Miguel Rottemberg, Lía Jelín y Bruno Pedemonti. La directora sentía un interés especial por ponerla en escena y le propuso a Bruno volver a trabajar con su madre (Thelma Biral) y convocar a Juan Leyrado. Para los intérpretes, introducirse en este mundo resulta todo un desafío. En realidad siempre quedará la expectativa de si ese hombre es verdaderamente Dios o un farsante, aunque las discusiones que propone ante la psicoanalista no harán más que provocar seguras reflexiones en la platea.

"Es una muy buena obra -comenta Biral-, y el rol de la psicoanalista es muy rico. Es de esos textos que los leés e inmediatamente te dan ganas de hacerlo. Es más, hablé mucho con mi psicoanalista sobre qué le pasaría a ella si viniera a visitarla Dios. Y, en verdad, es muy complejo. En la obra la relación comienza siendo un tanto extraña. ¿Cómo aceptar que ese hombre sea quien dice ser? En definitiva, el personaje es muy querible y asoma todo un mundo por develar, que es muy inquietante. La autora es muy interesante e inteligente, y la versión de Jorge Schussheim también le aporta un gran equilibrio."

Juan Leyrado venía acostumbrado a trabajar en teatro con amigos -Baraka, Mineros- y este proyecto le da la posibilidad de salir de ese círculo tan entrañable para él. "Fijate que esta obra es como compartir una buena comida con un grupo de amigos. Algo muy placentero", explica.

Pero sin dudas el mayor desafío al que se ve obligado está relacionado con la construcción de su personaje. "Es que es muy riesgoso. ¿Cómo hacer a Dios? Hay tantas formas de Dios como seres existen. La cuestión está en cómo conformar a todos esos seres. A Dios no lo conocemos y lo conocemos. Eso me interesó mucho, lo que había detrás de ese personaje. Este hombre en verdad es un psicótico, un actor, un mago, es Dios. Sin entrar en el plano religioso, sino filosófico y profundo, me empezó a gustar hacer este tránsito."

La pieza de Anat Gov, más allá de la sorpresiva relación del comienzo, lleva a profundizar sobres cuestiones fundamentales como la religiosidad y la condición humana en tiempos contemporáneos.

"Soy cristiana y creo que uno siempre se encuentra con Dios y quiere estar con Dios -explica Thelma Biral-. No hace falta ir a los templos. Nuestra realidad es muy compleja. Estamos mal, muy mal. Los judíos tienen una frase que dice: «No le hagas al otro lo que no querés que te hagan a vos», y los cristianos decimos: «Ama a tu prójimo como a ti mismo». Y eso nos falta. El hombre no está pensando en el hombre. La destrucción del hombre por el hombre hoy es una realidad terrible y con mucha sofisticación tecnológica, además."

Al respecto, Juan Leyrado, quien afirma sufrir contradicciones respecto de las creencias en general, reflexiona: "Formamos parte de un todo y somos una roca que se desprendió de una montaña. Esa montaña y nosotros existimos. Y, al independizarnos, ya sea porque nos empujaron o porque decidimos morder la manzana, nos metimos en otras cosas. Yo no sé si Dios tenía pensado todo esto, porque no sé si Dios piensa y cómo piensa. No sé si Dios creó al hombre, o viceversa. Y no me interesa saberlo, nunca lo sabré y no me preocupa. Lo cierto es que la mano del hombre hizo que muchas cosas empezaran a perder su encanto y lo estamos padeciendo".

Fuente: La Nación

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