Liza Casullo


Liza Casullo y dos procesos creativos unidos por la ausencia

La cantante y actriz, entre el biodrama y el primer álbum con su firma tras la separación de Doris

"Yo muero el 15 de septiembre de 2042, de sobredosis, en medio de un concierto de mi banda de rock: Los Perros Sonámbulos. La Argentina será un país moderno y tropical donde hace mucho calor y los trenes rápidos cruzan el cielo entre palmeras y cascadas de agua." Éste es el final que Liza Casullo se imagina en el biodrama escrito y dirigido por Lola Arias, Mi vida después . Una obra coral, interpretada por seis artistas nacidos entre 1972 y 1983 -incluida Liza, clase 81-, que reflexiona sobre los jóvenes argentinos de entonces -sus padres- a través de los de ahora, y al revés también.

Faltan treinta años para ese futuro de sobredosis y trenes voladores y Liza Casullo repite el guión por última vez, luego de tres años de girar por los festivales internacionales de teatro en Europa y en América.

El período coincidió también con la grabación y edición de un álbum solista, VelvetBonzo (2011), el primero desde la separación de Doris, cuatro años atrás. Un disco de diez canciones que ella misma confiesa deudoras tanto de PJ Harvey, Pixies, Tom Waits, Dizzy Gillespie, Devendra Banhart, Mateo y Suárez, como de su padre, Nicolás Casullo, el intelectual de la palabra exiliado en México durante la última dictadura del que habla en Mi vida después y que falleció hace exactamente cuatro años.

"En la obra está más presente, pero en el disco aparece como un sello, sin estar. Los temas instrumentales los compuse en ese momento de ausencia y de duelo, y me surgían esas melodías o esas canciones, y me acuerdo que no tenía palabras... Entonces después me entregué a esa no necesidad de la palabra. Hay algo de esa ausencia que, de alguna manera, une esos dos procesos", cuenta la cantante, guitarrista y compositora de 31 años.

La actitud lúdica y analítica frente al lenguaje parece ser ADN ciento por ciento Casullo. Si en los días de Doris jugaba a cantar en francés en "La danseuse machinale" -incluida en lo más parecido a un clásico del indie porteño de la última década: Doyle (La opereta del gaucho drogado)-, ahora títulos como "Seina Gaku", "Nemort", "Tonkom Heit" y "Rojo Lojojo" encuentran su sentido con palabras o sin ellas. "Me gustan esas palabras que nombran sin ser sustantivos ni te remiten a nada palpable, en donde no se sabe si es una persona o un lugar. Además, en el momento de ponerles nombre a las canciones, había varias instrumentales, que tenían menos de dónde agarrarse."

De un lado y del otro de la canción, la sonoridad y el silencio retroalimentan la música de Casullo. "Con Doris teníamos esa canción en la que cantaba en francés sin saber una palabra. Siempre me gustó ese lugar de la textura, que por ahí surge cuando no sabés bien qué cantar. «La danseuse machinale» era la historia de esa bailarina sorda que bailaba en el sótano y no quería explicar todo ese rollo. Muchos aspectos de Doris están en mi manera de componer, de cantar, de buscar. Hay algo de esa búsqueda que hacíamos entre todos que, de alguna manera, se plasmó en este nuevo disco. Por eso también me cuesta decir que es un disco solista, porque fue fruto de la alquimia que hubo con los músicos con los que grabé estas canciones."

Liza se refiere a Fran Carosi y también a Rado Valente, con los que además compartió el crédito de la producción sonora del álbum. "La gente con la que uno se cruza durante el proceso de creación de un disco es sustancial y en mi caso redefine y modifica el resultado final -repite-. Compuse este material por partes, durante mucho tiempo, y esas colaboraciones me ayudaron a llevar esos primeros bocetos hacia otros lugares, por ahí que nunca había pensado que podrían llegar."

-¿Siempre trabajaste tus composiciones de esta manera, por partes?

-A nivel canciones sí, tiendo a ser caótica. Me cuesta cerrarlas, terminar de encontrar la canción. Admiro a esas personas que pelan una canción por semana. Yo siempre tengo dos vueltas que no termino de hacer. Me armé en casa como un estudio casero y eso fue el principio del caos total... ¿Y ahora hacia dónde voy? Venía de grabar en una porta con cuatro canales y con los canales infinitos fue como una locura total de posibilidades. Alternaba la grabación en casa y en el estudio de Valente. Lo conocí durante la grabación y fue fundamental para la producción, para lo que terminó siendo.

Lo mismo dirá Liza sobre el trabajo conjunto con Ulises Conti, para musicalizar Mi vida después . "Fue un ida y vuelta muy interesante, con el eje puesto en relación con la dramaturgia. Y ahí, el gesto fundamental es ese lugar generacional de decir. No es nuestra historia, sino la mochila con la que nacemos y la vamos a contar desde estos procedimientos escénicos, desde estos juegos, desde esta licencia que nos da lo vago de los recuerdos y lo arbitrario de algunos relatos. Me resultó difícil plasmar eso musicalmente, pero fue muy enriquecedor."

Enigmas desvelados

    Discografía
    Con Doris, Doris (2002), Doyle, la opereta del gaucho drogado (2004), el EP Embarazo psicodélico (2006) y Achacandá (2006); como solista, Ngkeka (2001) -edición casera- y VelvetBonzo (2011).

    Teatro
    El enigma desvelado -dirección y actuación- (2006), Mi vida después -actuación y musicalización- (2009) y Mi única fe -musicalización- (2012).

    Un verso
    "Voy por ahí, bebiendo de los cielos. El frío no me deja consuelo. No sé en qué parte te hacés tan importante y en caramelos mastico mi deseo. Pero esta vez no quiero más, desde esta noche no me importa ya. De tanto esperar, me da igual, me empilcho y me voy a bailar" ("Rojo Lojojo", de VelvetBonzo).

    Una frase hecha
    "Lo que buscamos es hacer música que tienda a la sorpresa. Una canción que de repente cambia de rumbo, que te saca del lugar en el que estabas" (entrevisa con la nacion, en marzo de 2005).

PARA AGENDAR
Liza Casullo

Próximo show, viernes 9 de noviembre. En el Centro Cultural de la Cooperación, Corrientes 1543, a la medianoche.

Fuente: La Nación

Con la identidad de una generación

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