Helena Pimenta: La vida es sueño


Helena Pimenta: "El teatro sigue siendo una alternativa"

La española, especialista en textos clásicos, dirigirá en el San Martín La vida es sueño, con Blanca Portillo como Segismundo

Es una de las mujeres más destacadas de la escena española contemporánea. Su actividad como directora, sobre todo de textos clásicos, la ubica entre una de las figuras más importantes del teatro español. Helena Pimenta comenzó a proyectarse con fuerza a través de algunas versiones de Shakespeare, en los años 90, con su grupo Ur Teatro, del País Vasco. En la Argentina conocimos Sueño de una noche de verano y Romeo y Julieta .

Desde el año pasado, es la directora de la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Su primer montaje: La vida es sueño , de Calderón de la Barca. La protagonista: Blanca Portillo. La misma que conmovió a Buenos Aires, hace unos años, interpretando La hija del aire , con la dirección de Jorge Lavelli.

Helena estuvo estos días en Buenos Aires para presentar dos proyectos que su compañía llevará a cabo, el año próximo, en el Teatro San Martín. En abril, los porteños podremos ver La vida es sueño y, además, como ese organismo oficial desarrolla un intenso trabajo en investigación y recuperación del textos, sobre todo el siglo XVII, ha hecho un acuerdo de cooperación con el San Martín para montar aquí, con intérpretes argentino, Las áspides de Cleopatra (una tragedia que muestra la relación entre Marco Antonio y Cleopatra) de Francisco de Rojas Zorrilla, con dirección de Guillermo Heras.

Encontrarse con Helena Pimenta siempre es como una fiesta. Dueña de una simpatía singular, mantiene una pasión increíble por la actividad teatral. Todo la sorprende, todo lo pregunta. Y ni siquiera la actual crisis económica española parecería detenerla a la hora de armar proyectos. "Este cargo me ha pillado ya mayor -cuenta-, pero a la hora de trabajar sigo sintiendo el mismo placer de siempre. La sensación de libertad es la misma. Yo sigo vocacionalmente, emocionalmente, considerando que el teatro es una alternativa. Lo trabajo con la misma exigencia y la misma alegría."

-¿Cómo surge la idea de trabajar con Blanca Portillo?

-Hace un par de años Blanca dirigía el Festival de Teatro Clásico de Almagro y me invitó a dirigir una Medea. Nos conocimos más, las dos queríamos trabajar juntas y ella ansiaba volver al teatro clásico. Le propuse hacerlo, pero no quería que tuviéramos ensayos de dos meses. La necesitaba un año, año y medio y ella aceptó. Ahí me animé a proponerle recrear al Segismundo de La vida es sueño. Hizo silencio, pensó y me respondió que sí. Hoy, cuando la veo en el escenario parece un chaval y es increíble la transformación que tiene. Yo le digo: no te conozco. Te he visto actuar, ensayar, pero no te conozco. En Madrid el público le dice piropos. Le gritan guapa, se paran a aplaudir en medio de la función. Le ha dado a la obra una vitalidad que es la que realmente tiene. La vida es sueño es una pieza que está considerada muy filosófica, pero tiene una acción tan fuerte, sus personajes viven un recorrido tan conflictivo que es de las obras más desgarradoras. Y ella mantiene un pulso increíble.

-¿Por qué una mujer en el rol de Segismundo?

-Cuando tomo la decisión de que sea una mujer trato de huir de la idea de que lo que le ocurre a él no es porque es bruto, hombre o un violento. Trato de pensar que es un ser humano que está encerrado injustamente en una cueva por miedo a que ocurra algo que no se sabe si va a ocurrir. Es la lucha del ser humano por su propia libertad, por construirse a sí mismo. La vida es sueño es la vida que nos escriben. Que es lo que hace Vasilio con su hijo. Decide qué vida tiene que vivir. Y esto es algo que sucede en la sociedad actual. Es una incertidumbre. Otros nos están escribiendo nuestras vidas y hasta se meten con nuestros sueños, son sombras que nos están escribiendo. A pesar de eso, hay algo fundamental, la capacidad del hombre por construirse de nuevo.

-¿Cómo será el proceso creativo de Las áspides de Cleopatra?

-Se hará un taller de casting en abril. La idea no es hacer una selección rápida de gente, sino algo más sistemático, buscando que el teatro sea algo muy vivido y muy transitado, sostenible e imaginativo. Estamos experimentando desde hace algunos años qué se hace con el verso, no sólo como forma, sino que está el trabajo de pensamiento, de emociones y está el trabajo de la dicción. Es una exhibición de destrezas muy particulares. Y es una ilusión para nosotros hacer este trabajo en el San Martín. El espectáculo luego se presentará en España.

-¿En qué medida la actual crisis española afecta la producción de la Compañía?

-Pues desde 2007 se empieza a atisbar la crisis. Yo llegué al cargo el año pasado. Se ha refrendado la idea de la necesidad de la Compañía de Teatro Clásico, que ha cumplido 26 años. Los políticos tomaron la opción de que era un guardián de nuestro patrimonio dramatúrgico, de nuestra memoria y de nuestra lengua y hubo una actitud siempre muy positiva. Y sí empezó a haber recortes. Desde 2007/8 han sido de un 45%. No ha dejado de ser grave. La crisis para nosotros se ha ido viendo cada vez con más extrañeza: ¿qué pasa?, ¿adónde estamos llegando? Y sin embargo ha habido una apuesta por los teatros nacionales.

Fuente: La Nación

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