Festival Escena


De puertas que se abren

Desde mañana, 22 (mini)salitas de barrio que están en manos de artistas proponen una nueva edición del encuentro de teatro, danza y música que fue uno de los hechos artísticos colectivos más poéticos del año pasado

Una noche, la bailarina Laura Aguerreberry fue a ver un ensayo de un actor amigo. Era en la sala El Brío. Fue un ensayo bastante particular: terminó a las 5 de la mañana. Laura salió de allí pensando (¿sintiendo?) que ella también quería tener un espacio con el ímpetu, el valor y la pujanza de la casa/teatro de Nayla Pose y Claudio Quintero. Eso era, según palabras de Laura, un horizonte inspirador. Una tarde se lo comentó a una amiga y la rueda se armó. Y vinieron otros amigos bailarines y coreógrafos. El entusiasmo de Laura, Jimena García Blaya, Analía Slonimnsky y Omar Possemato terminó tomando vida en una casa de Villa Crespo. Se llama Café Müller. Todo esto lo cuentan acá: en La Playita. La Playita es un oasis playero en medio de un PH de Chacarita con galpón al fondo. Lo maneja Agustina Gurevich junto a otros dos amigos. Como Müller, La Playita abrió hace poco. Una tarde Agustina iba en el 168 contándole la idea del teatro propio a una amiga. Ahí decidieron el nombre. Y acá están. Por aquí ya pasó Rosario Bléfari y hubo noches de jazz y de trip-hop. Ahora le abren el juego a la experimentación escénica.

Acá, en Roseti 722, mañana, a las 13, se hará la fiesta de apertura de la tercera edición del Festival Escena. Habrá chorizos, bebidas y (ojalá) sol. El festival en cuestión reúne a estas tres salas y otras 19 que están -todas- en manos de actores, bailarines, dramaturgos, directores, coreógrafos, músicos y artistas visuales. Las 22 salas forman parte de la agrupación Espacios Escénicos Autónomos, los organizadores del festival que terminará dentro de dos domingos.

Durante estas dos semanas habrá espectáculos, charlas y talleres a cargo de diversos creadores. El listado es extenso. Maruja Bustamante, Lisandro Rodríguez, Valeria Lois, Santiago Loza, Rakhal Herrero, Alberto Ajaka, Dennis Smith, Norman Briski, María Inés Sancerni, Alfonso Barón, Santiago Gobernori, Martín Seijo, Gustavo Tarrío, Fabián Gandini, María Figueras, Matías Feldman, Nora Lezano, Mariana Tirantte, Gabriel Chamé Buendía, Lorena Vega y Matías Sendón, entre tantos, tantísimos otros que arman esta red que tiene mucho de asociación barrial que construye criterios de vecindad en medio de la gran metrópoli.

El Festival Escena va por su tercera edición. No cuenta con subsidios estatales de ningún tipo. Tiene lugar en viejas casas, talleres, depósitos y antiguos hoteles que estos creadores decidieron convertir en salas teatrales. El que se trate de espacios en manos de artistas es todo un signo de identidad.

En su momento, los fundadores de Espacios Escénicos Autónomos podrían haberse quedado en la pelea por lograr un marco legal para el funcionamiento de estos mágicos espacios. Ese paso lo dieron (lo están dando), pero fueron por más. Por eso idearon el Festival Escena. "El festival fue una manera de dialogar distinto con el Ejecutivo por cuestiones legales sin volvernos solemnes", dicen. La primera edición, que apenas contó con 13 obras, fue como abrir puertas, generar redes entre ellos y tener más visibilidad.

Aclaremos que esto de la visibilidad no tiene que ver con el camino a la "fama" ni con los grandes públicos. De hecho, para llamar a las cosas por su nombre, en estas salitas entran de 30 a 80 personas. "Tampoco es que hacemos esto porque no podemos estar en otro circuito. Estamos acá porque queremos. Éstos son espacios de laboratorio en donde uno se anima a probar y tenés todo el tiempo para hacerlo. En otros teatros, aún en los independientes, eso no sucede", acotan sobre un sistema de producción que deviene en estética.

La mayoría de los espectáculos que a lo largo del año se presentan en estas salas no figuran en las carteleras de los diarios. La mayoría tampoco cuenta con agente de prensa. Dependen -por decisión y convicción- del boca en boca, de las redes sociales, del armado de esa silenciosa red nómade de vínculos que se cita en la puerta de un lugar en el cual ni hay un mínimo cartel que diga "teatro". A veces, sólo hay un post pegado con cinta que dice: "No tocar el timbre en horario de función". O en el Teatro del Perro, la "seña" es un cartel que dice "cuidado con el perro".

"Muchas veces los subsidios para un espectáculo van mayoritariamente para la persona que maneja la prensa de esa obra. El Festival Escena cuestiona ese criterio. En esa línea, decidimos que las entradas del festival sean a la gorra para que el dinero no sea una limitación ni una valoración. Queremos corrernos del criterio de que lo que es a la gorra tiene una factura menor", cuentan los dueños de estos tres teatritos.

UNA SALA, TODAS LAS SALAS

En el marco del festival que comienza mañana, durante las dos jornadas domingueras se realizará Mapa Escena. La del año pasado, la primera, fue el hecho artístico colectivo más creativo del año (me hago cargo de la afirmación). Mapa Escena tiene su lógica. Paso uno: mezclar. Tres integrantes de distintos espacios se reúnen y, sorteo mediante, deben intervenir un cuarto lugar. Paso dos: cruzar. Actores, directores, coreógrafos, bailarines, dramaturgos, músicos y artistas visuales desarrollan una propuesta. Paso tres: intervenir. Bajo el formato de una pieza teatral o una performance que no dura más de 20 minutos, el trabajo se presenta en diversos horarios de los dos domingos. Yapa: entrada libre y gratuita.

El año último cada grupo trabajó bajo la idea del pasado de estas salitas que supieron ser hoteles o casas de familia o una ferretería. Ahora, será la idea del futuro (así, libremente, según cada uno lo interprete). Algunos toman el futuro de determinadas instituciones estatales destinadas a promover la actividad escénica; otros, el futuro de la representación escénica en sí misma. Habrá para elegir.

Si el tiempo acompaña, Mapa Escena es una excelente propuesta para, bicicleta mediante, ir de sala en sala e imaginar que todas las salas son una y que todas las obras constituyen una única obra cuyas formas se despliegan por los barrios porteños. La movida comienza después del mediodía y termina casi a la noche. ¿Otra yapa? Es una forma de conocer distintos barrios de la ciudad en un gran territorio que se expande de Parque Chas a Almagro, de Villa Crespo a Parque Chacabuco o de Balvanera a Villa Ortúzar.

El paseo tiene su poética propia. Los nombres de las salas, también. Repasemos algunos: el Teatro del Perro, El Elefante Club, Abrancancha, Vera Vera, Club Defensores de Bravard, El Crisol, El Temenos, Escalada, Espacio Zafra, La Casona Iluminada o Querida Elena. Hay más, claro, son 22 en total. Todas ellas arman como un barrio con leyes propias. Por lo pronto, la del Festival. O la de Mapa Escena, la movida dominguera, con esa gran coreografía de gente circulando por la ciudad desplazándose de una sala a la otra.

Bajo ningún criterio estos teatros son negocio (el festival, tampoco). A los que están a cargo de estos espacios nunca se les ocurriría tener una boletería abierta en determinada franja horaria. De hecho, durante el día, estos lugares son talleres, se dan clases, se ensaya, se habla con el vecino para mejorar la convivencia, se activan ideas.

Desde mañana, hasta el domingo 27, toda esta gran red se pone en movimiento, se activa de manera coordinada, se enciende. "Por tercer año consecutivo, nuestros inquietos teatros se unen para hacerse de todos", anuncian ellos en el programa de mano del festival que incluye mapa de la ciudad para no andar perdido.

Las funciones, o la función, están por comenzar. Eso sí: en ninguna de estas salas se levanta el telón porque, sencillamente, no hay. Otro dato, las salas tienen magia. Por eso, ver una obra en estos lugares se parece más a una experiencia. De ahí -quizá- el misterio y el encanto del Festival Escena.

ALGUNAS CLAVES DEL FESTIVAL

Tips para tener en cuenta y no perderse en el intento

La programación completa la podés encontrar en www.escena.cc .

Las entradas se retiran con una hora de anticipación, en la sala, hasta cubrir la capacidad. En el caso de Mapa Escena, se retiran 15 minutos antes de cada función y hasta 2 por persona.

En el caso de los talleres (a cargo de Fabián Ganindi, Matías Feldman y María Figueras, entre otros) el arancel es de 50 pesos con inscripción previa. En el caso de las charlas (Osqui Guzmán, Mariana Tirantte, Guillermo Cacace, Nora Lezano, entre otros) es con inscripción previa por mail o teléfono de las salas en donde se realicen.

En el caso de Mapa Escena, que tendrá lugar los dos domingos del festival, la primera actividad comienza a las 15 y, la última, a las 19.30. Tendrá lugar en las salas Defensores de Bravard, Elefante Club, Temenos Teatro, Machado Teatro, Escalada, Matienzo, Café Müller, Vera Vera, El Brío, La Casona Iluminada, Espacio Zafra, Granate, Polonia Teatro, Abrancancha y Oeste Estudio Teatral.

Fuente: La Nación

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