Javier Santos: Varekai


“Esto hay que vivirlo como trabajo y juego”

El español actúa con su hermano: provienen de una familia de larga tradición circense. El espectáculo, planteado como un “homenaje al espíritu nómada”, reformula el mito griego de Icaro imaginándolo vivo después de la caída.

La historia de Varekai, el nuevo espectáculo del Cirque du Soleil que se estrena mañana, es la del mito de Icaro: con alas hechas de cera para huir de su prisión, se acercó demasiado al sol, se le derritieron y cayó. Pero a diferencia del mito, aquí no desaparece, sino que quiere aprender nuevamente a volar. “Icaro cae en un mundo perdido que está en la cima de un volcán al lado de un bosque. Entonces, todos los personajes, todo el show, se entrelaza con la caída de Icaro: está toda la familia reunida para volver a enseñarle a ese personaje a volar”, explica el español Javier Santos, uno de los acróbatas de la compañía, en diálogo con Página/12. En ese mundo calidoscópico que fusiona el teatro con el circo, lúdico, de criaturas fantásticas, pleno de colores por el vestuario y los maquillajes, Icaro deberá recuperarse de su caída y volver a elevarse, pero esta vez de la mano de toda la troupe, que le enseñará a trabajar en grupo y que rendirse no es una opción.

La elección del nombre del espectáculo no es casualidad: quiere decir “donde sea”, en romarí (la lengua de los gitanos). Y es que el Cirque du Soleil es casi una compañía nómada: son 180 personas de distintas nacionalidades en esta gira latinoamericana, compartiendo aviones, comidas, hoteles. “Es bonito”, afirma Santos, aunque también señala que es complejo porque “no todo el mundo tiene las mismas costumbres, las mismas tradiciones”. “Pero al final somos una gran familia. Hay los que se quieren, los que no se quieren, como en todos los lados, vamos”, se sincera. “Siempre hay gente que viene y que va, pero tú tienes tu grupo: los rusos se reúnen más entre ellos, nosotros nos reunimos más con los italianos, o la Argentina. Pero siempre cuando llega el día de la rumba nos juntamos todos para salir”, asegura. En base a esa diversidad, la partitura musical del espectáculo está inspirada en rituales hawaianos, melodías armenias, música gospel y trovas francesas del siglo XI, que se interpreta en vivo por una banda de siete músicos y dos cantantes.

–El espectáculo se presenta como “un homenaje al espíritu nómada”. ¿Por qué hacer este homenaje?

–Entramos en un mundo muy complejo porque es la visión del director. Tú puedes darle un tema a un director de escena diferente y cada uno te lo hace de una manera distinta. Creo que como es un pueblo nómada, el gran homenaje es porque, al fin y al cabo, todos los integrantes del circo, los saltimbanquis, venimos de este pueblo de nómadas que son los gitanos que fueron viajando, desde Egipto y la India, y luego por todo el mundo. Ese es el gran homenaje a lo que es el mundo gitano. Y nosotros somos un poquito bastante nómadas, también (risas).

–Con el paso del tiempo, el hacerse conocido en todo el mundo y las consecuentes giras, ¿cambió algo en la forma de trabajo de la compañía?

–Antes tomaban a atletas, modificaban sus rutinas y complementaban sus actos. Hoy día, el Cirque du Soleil contrata muchos artistas de circo porque son actos que están ya hechos y tienen una vida más duradera. Muchos atletas vienen y están cinco o seis años y luego tienen otra vida, porque es muy duro estar siempre viajando. Los que llevamos haciendo esto toda la vida estamos mucho más acostumbrados a no estar en casa. Prácticamente, ésta es nuestra casa. Y hay gente a la que no estar en casa le pega mucho.

–Ustedes ya venían acostumbrados a eso...

–Bueno, a mí del hospital me llevaron a la caravana (risas), como a todos los que nacemos en este medio.

La llegada de Santos y su hermano (que son “séptima generación” familiar circense) a la compañía fue “una sorpresa”: estaban actuando por Europa con su circo y les dijeron, por teléfono, que Dominic Champagne, autor y director de Varekai, quería que se presentaran en un casting en Montreal para verlos en vivo. “No sé cómo se enteraron de nosotros porque no mandé nunca un video al Soleil. La primera vez que hablaron conmigo fue en el ’99, y la gente de circo los veíamos como un lugar donde todos queríamos trabajar porque hacía algo diferente, pero nunca se habían fijado en artistas de circo”, recuerda.

–¿Cambió algo con su incorporación al Cirque du Soleil?

–Venimos de una tradición de familia de circo y antes de entrar a la compañía ya hacía diez años que actuábamos en el circo, o sea que ya son veinte años en escena. Imagínate: yo tengo 35, o sea desde los 15 estoy en esto, y mi hermano desde los siete. La tradición de la familia son los payasos, aunque desde que estamos aquí en el Soleil lo tenemos un poco retirado porque nos gustaron más las acrobacias, y además queríamos probar otras cosas.

–¿Usted vive el circo como puro trabajo o también hay disfrute?

–Tienes que vivirlo como un trabajo y un juego. Es una pasión, y también un medio de vida. Se puede decir que somos nómadas, entonces si no lo llevas verdaderamente dentro, si no disfrutas con lo que estás haciendo, es prácticamente imposible. Aquí hemos visto gente que llega y está cuatro o cinco meses porque no se adaptan a estar fuera de casa. Son acróbatas espectaculares que han ganado juegos olímpicos. Y hay que pensar también que hacemos una media de diez shows por semana, no es que van a hacer una competencia cada tres meses. No, aquí tienes que hacer un entrenamiento y dos horas y media de espectáculo, en las cuales aparte de lo que tú estás haciendo formas parte de otras escenas dentro del espectáculo. Eso, más el estar fuera de casa, hay gente a la que le cuesta mucho. Por eso, cada vez que sales a escena tienes que disfrutar como si fuera la última vez. Es así como yo procuro disfrutarlo. Ya tenemos ansias de empezar en Buenos Aires, para ver cómo es el público argentino, porque es la primera vez que estoy aquí.

Luego de hacer pie en Brasil y la Argentina, la gira continuará por Chile, Perú, Colombia, Costa Rica y México. Y Santos está realmente ansioso de comenzar las funciones aquí, ya que “Mercedes (Hernández, la clown argentina de la compañía) dice que el público argentino es muy bueno, que aplaude mucho... Ya veremos”, desafía. “Nosotros le metemos mucha caña a la pobrecita (risas), siempre la estamos jodiendo. Ella es muy argentina, todo de la Argentina, ¿sabes? Le decíamos que Messi era español y ella ‘¡No! Es argentino’, y nos divertimos. Hay mucho compañerismo aquí dentro... Por otra parte, el aplauso, la reacción que recibes del público cuando terminas el truco, que te salió bien, y tal, es muy satisfactorio. El público en nuestro acto reacciona mucho, y eso te llena profundamente”, se entusiasma.

* Varekai se presenta hasta el 7 de octubre, de martes a viernes, a las 21, sábados, a las 17 y 21, y domingos, a las 16 y 20, en Complejo al Río (Laprida y Bmé. Cruz, Vicente López).

Fuente: Página/12

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