Alberto Ajaka y Luciano Cáceres: Macbeth


El otro lado del deseo

Alberto Ajaka y Luciano Cáceres llevan a escena la gran tragedia de Shakespeare

"¡Estrellas, apaguen su brillo! ¡Que su luz no alumbre mis más negros y recónditos deseos! ¡Que no vean los ojos lo que hace la mano, pero que ésta haga aquello que a los ojos llenaría de espanto ver cuando haya sido hecho!"

Ni por expresarlo, el propio Mac-beth hubiera podido imaginar lo que iba a ser capaz. Un engañoso vaticinio, la cruda ambición, el feroz espoleo de Lady Macbeth lo enfrentan a lo que de verdad temen sus más profundos deseos. Así de contradictorio, así de humano es este Macbeth que desde hoy tomará para sí la Martín Coronado. Así es también el personaje que encarna Alberto Ajaka, al que encontró a base de horas de escenario de la mano de Javier Daulte. Personaje que toma sanguinaria carnalidad cuando se enfrenta al noble Macduff, que lo sube a escena a Luciano Cáceres, un actor todoterreno que encuentra en este hecho su fuente de energía.

En este marco de una historia cruenta que no ahorra sangre ni culpas funestas, escucharlo decir a Cáceres que Ajaka "está haciendo un laburo hermoso, contundente, encantador" inquieta..., pero es así, porque ni bien los dos dejan en claro la importancia del texto, del teatro, de todo lo que ello -junto o por separado- implica, se ponen a hablar de teatro. Ni más ni menos por lo que los convocaron.

-¿Cómo los tomó la invitación de Daulte?
Cáceres: -Soy muy selectivo a la hora de hacer teatro, porque me cuesta mucho confiar en un director, pero justamente Javier no es el caso; todo lo contrario, con él trato de estar siempre. Cuando empezó a pensar en Macbeth, me dijo: "Quiero que estés", pero no sabía si iba a poder. Todo se tenía que aspectar para que suceda, ya estaba en En el cuarto de al lado, y si era un éxito que explotaba, por ahí la hacíamos todo el año, pero no sucedió y se empezó a abrir esta posibilidad.

Ajaka: -Con Javier no nos conocíamos, me vio trabajar en Ala de criados, de Kartun, y una siesta me llamó. Sí, me dio mucha alegría, mucha excitación, pero también mucha tranquilidad. No tengo ninguna duda de lo que hago, y de que eso que hago sirve para esto. Dicho así suena pedante, pero es lo que creo realmente. Éste es un buen espectáculo y está todo dado para salir a actuar bien. El encuentro está armado para eso: el elenco, el director, la mirada. Depende de nosotros levantar la vara.

Para que eso suceda se tuvieron que poner a trabajar duro desde el día uno. Javier Daulte no es de esos directores que dedican demasiado tiempo a la lectura grupal o al análisis de la obra, es más bien de los que suben a los actores a escena -casi de entrada- para meterlos en problemas, para que empiecen a probar, a poner el cuerpo y la emoción en juego. Y aunque aparece el primer día de trabajo "con todo armado en la cabeza", según cuenta Cáceres, está muy atento a lo que le propone cada actor desde su trabajo. "Javier es un gran director de actores que sabe mirar y tomar cosas de cada uno de nosotros y eso que somos veintidós y muy diferentes. Es cierto que nos conoce mucho, el noventa por ciento del elenco ya trabajó con él. Nos gusta reincidir", se explaya Cáceres.

-Vos sos uno de los extranjeros del grupo...
Ajaka: -Sí, junto con Mónica Antonópulos (Lady Macbeth). El hecho de que se haya rodeado de su gente me parece inteligentísimo. Venir al San Martín reforzado con la gente en la que él confía y sabe que lo quiere es una de las razones por las que el encuentro ha sido excelente. Además, la verdad, me moldeo al trabajo del otro sin problemas. También es cierto que no he trabajado mucho y he sido dirigido por muy pocos directores: Ricardo Bartís (De mal en peor), Mauricio Kartun (Ala de criados) y ahora Daulte. En todos los casos han sido procesos largos e intensos.

De esto da prueba el propio Cáceres, que tuvo que pedir ayuda para hincarle el diente a su Macduff. "Por el momento de hiperactividad que tengo, me costó mucho estudiar la letra, por eso le pedí a José Luis Alfonso, un actor que protagonizó mucho cine y mucho teatro, que me dé una mano para aprenderla. Leímos muchas veces las escenas, él hacía todos los personajes, fue genial... Muy distinto al estudio diario que tengo, como de memoria chatarra, de aprenderme quince o veinte escenas para la tele (Graduados), que te las olvidás y listo. Además en este Macbeth no podés decir otra palabra que la que figura en el libro, se trabajó muchísimo en la versión", sigue este actor que cada noche aparece en la piel de Pablo en la mayoría de los televisores porteños.

Ajaka es contundente -lo decía antes Cáceres-, no tiene dobles vueltas. Él hace teatro: "Antes que nada venimos a hacer teatro, con nuestra prepotencia de trabajo, nada más. Tenemos la suerte de poder trabajar con un material universal, donde las fuerzas y las pasiones desbordan, y que nos estén pagando por eso; también lo estamos haciendo en una sala que es emblemática, pero que es igual a cualquier galpón en la medida en que ocurra teatro".

-¿Cómo se suma este proyecto en este momento de sus carreras?
Cáceres: -Siempre bien. Son varias cosas; hasta fines de diciembre estuve trabajando en el Teatro del Abasto, haciendo 4D Óptico en el Cervantes, dirigiendo en el Regio a Leonor Manso y Carlos Belloso (El cordero de los ojos azules), y en la tele con El elegido. A mí hay algo de la multiplicidad que me hace bien, que potencia cada laburo. Lo popular tiene que ver con que el fenómeno de la tele es excesivo, pero lo bueno es que lo que me sucede es por mi trabajo, por lo que hago como actor y que es bien recibido por la gente. Este año los divierte, el año pasado los volvía locos. Por ahora no me distorsiona nada, sí a veces es rompebola no poder fumarme un pucho tranquilo en la puerta del teatro con los compañeros porque son ochocientas fotos., pero es un cariño que tiene que ver con mi trabajo.

-¿No eras de los actores de teatro prejuiciosos con la tele?
-¡Sí! Yo venía, por formación, más de teatro de mensaje, del teatro político que tenía que ver con lo que era la escuela de Alejandra Boero. La tele y la publicidad eran mala palabra, pero después lo tomé como medio de vida. Fui feliz el día que vino la Boero a verme a La Plaza, donde estaba haciendo mi primera obra comercial, Rompiendo códigos. Después, el crecimiento tiene que ver con las elecciones que uno va tomando. En el caso de Daulte, todo trabajo con él siempre viene aparejado con un crecimiento como persona, lo mismo me pasó con Leonor Manso cuando hicimos 4.48 Psicosis (ahora en el Teatro Sarmiento).

-¿Y vos?
Ajaka: -Es que no tengo el concepto de carrera. Para mí, ser actor -y vivir de esto- es bastante reciente. Tuve un cambio importante con relación a eso hace dos años, hasta ahí yo trabajaba en una imprenta familiar y era feliz haciéndolo. El primer taller de actuación sí lo empecé antes, cuando tenía 28, pero a actuar comencé más grande. Primero en De mal en peor, luego en Ala de criados, que le dio mayor visibilidad a mi trabajo. Y desde entonces fue así, no hice ningún movimiento, no lo necesité; además se me dio el yeite de abrir una salita, tener una suerte de agrupamiento para seguimos produciendo. Nunca me planteé el concepto de carrera o para dónde seguir, aunque tampoco soy ingenuo y sé que cada lugar que ocupo da un rango de exposición. Pero básicamente estoy muy atento al deseo verdadero.

Así están Ajaka y Cáceres, atentos al deseo que los reúne ahora para contar una historia que habla de otro tipo de deseo -uno más oscuro-, pero igual de irrefrenable.

El equipo de Javier Daulte

El elenco está integrado también por Mónica Antonópulos, Agustín Rittano, Julieta Vallina, Alberto Suárez, Leonardo Saggese, Fabio Aste, Leticia Mazur, Débora Zanolli, William Prociuk, Joaquín Berthold, Emiliano Dionisi, Margarita Molfino, Ezequiel Rodríguez, Francisco Pesqueira, Julián Calviño, Martín Pugliese, Javier Niklison, Federico Buso, Marcelo Pozzi y Valentino Alonso. La coreografía es de Carlos Casella; la música, de Diego Vainer; la iluminación, de Gonzalo Cordova; el vestuario, de Mariana Polski; la escenografía, de Alicia Leloutre.

Macbeth

Con dirección de Javier Daulte
Teatro San Martín, Corrientes 1530.
Miércoles a domingos, a las 20.30.
Entradas, $ 60 y $ 80; los miércoles, $ 40 (todas las localidades).

Fuente: La Nación

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