En tren de soñar


La interpretación de los sueños, sobre el escenario del teatro SHA

El drama “En tren de soñar”, escrito por el dramaturgo Eduardo Rovner y dirigido por Corina Fiorillo, despliega su trama centrada en los derechos de propiedad de los soñadores sobre sus creaciones oníricas en el escenario del porteño teatro SHA.
Los sueños, su origen y destino, conforman un enigma que desveló a distintas disciplinas desde el psicoanálisis a la filosofía, pasando por el arte, aunque esta pieza -ternada como mejor obra nacional para los premios Ace que se otorgarán en septiembre- parece nutrirse de esas asignaturas, sin apartarse del hecho teatral ni caer en dogmatismos.
La narración propone un itinerario simple -pero emotivo- por el territorio de las misteriosas posibilidades escondidas en el universo onírico, un mundo que acompaña al hombre desde su nacimiento.
Rovner, premiado autor de más de 35 obras, creó un texto amable, generoso en despertar preguntas en el público, pero sin perder la línea dramática construida para tres personajes que deambulan sin nociones de tiempo y espacio definidas, como sucede en los sueños.
La canción “La vida en rosa”, ejecutada por la trompeta del actor Luis Gasloli, también nominado al ACE, suena aún antes que empiece la función e insistirá a lo largo de la trama para subrayar un clima de ternura casi decadente.
La dirección de Fiorillo construye un entramado preciso para que los actores se desplacen con convicción dentro de un relato que se extiende por 80 minutos, sin precisar nociones de tiempo y espacio, como sucede en los sueños.
El diálogo entre figuras emblemáticas del imaginario, un músico con un aire al artista Louis Amstrong, y un Casanova (Alejo Mango) seductor, mientras aguardan el arribo de un tren, transita por la risa y el llanto, lejos del aburrimiento, gracias a la expresividad corporal de ambos actores.
El trabajo de los dos protagonistas resulta impecable y conforma una tarea realizada casi a dúo, con resonancias sonoras, por lo armonioso de sus interacciones, que no pierden el ritmo ni la musicalidad y evidencian el cuidado de la dirección.
El personaje de la mujer, ansiado y temido, encuentra en Celeste Gerez (en reemplazo de Violeta Zorrilla) una intérprete sutil y con su actuación, se incorporan a la trama rituales y gestos propios del clown, capaces de imprimir una lógica visual casi circense a ciertas escenas.
La música de Rony Keselman -nominado también para los galardones Ace- resulta determinante para la dinámica de esta pieza, donde cada personaje parece moverse al son de una melodía que los transforma en una suerte de marionetas alucinadas que se niegan a someterse a los dictados de la vigilia.
Los movimientos coreografiados de estos tres seres, quienes juegan sin descanso en escena, ya sea desde el cuerpo o las palabras, está pautado con detalle por Mecha Fernández, responsable del dúctil entrenamiento corporal del elenco.
El diseño de escenografía realizado por Julieta Risso -a cargo también del preciso vestuario junto a Mariana Pérez Cigoj- privilegia la presencia de objetos simples como valijas o pañuelos sobre el escenario, tal vez para marcar lo despojado y hondo de los anhelos humanos.
Las ensoñaciones del deseo, cuya melodía persiguen estos tres seres intentarán ubicar al amor más allá de las tiranas coordenadas del espacio y del tiempo, una pesquisa casi constitutiva del quehacer onírico.
“En tren de soñar” puede verse los domingos a las 19 en el Teatro SHA, Sarmiento 2255.

Fuente: Télam

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