Adiós muñeca



Echale la culpa a Mingo

Comedia dramática policial escrita por el ex juez Daniel Llermanos, basada en un hecho real en torno del corralito de 2001. Halac le imprime a la obra un ritmo vertiginoso.

Lo de Adiós muñeca , título de la obra, es un guiño a la novela negra y al libro de Raymond Chandler, uno de los escritores que popularizó el género. Pero no podría decirse que sea un versión libre sino, por su trama, un homenaje cargado de personajes siniestros y pistas que se superponen hasta un punto en que no se sabe exactamente qué es lo que está pasando, aunque todo el tiempo pase algo.

Un alivio para el espectador ñoño que supone que en el teatro no ocurre nada, o sí, pero en tiempos teatrales; léase, morosos, rancios.

En este caso, el ritmo de la obra es de videoclip, con actores que rapean la letra y música incidental a lo Tarantino. El teatro es menos sensible de lo que parece y la puesta de Eva Halac podría entenderse como un prodigio de imaginación, logrando aprovechar al máximo el espacio y multiplicando la capacidad del escenario hasta límites insospechados.

Daniel Llermanos ( Código de familia ), ex juez, escribió su nueva comedia dramática en base a casos que él mismo vivió en su anterior profesión.

Aquí, Fátima (Vanesa González) seduce a El Polaco (Guido Massri), que es un dealer de poca monta. Ella le pide que mate a Freddy (Fito Yanelli), oscuro empresario de la noche. El Polaco se resiste hasta sabe que debe afrontar una deuda porque acaba de quedar encerrado en... ¡el corralito!

Basado en un hecho real de la Argentina del 2001, la obra deja al descubierto la crisis de los bancos y las conexiones secretas entre narcotráfico y otras mafias. Tal es la desesperación del dealer amateur que, delante de un televisor, no dudará en plegarse al grito del que se vayan todos.

Vanesa González está muy bien -en más de un sentido- y, en estado de gracia constante, le aporta peluca rubia y verdad de género a su criaturita sexy. Aunque no está Marlowe, el detective ficticio creado por Chandler, Nacho Gadano compone al comisario Granados con dosis exactas de cinismo y sarcasmo. La filiación de cada uno de los personajes secundarios -un reconocimiento especial para la doble misión de Alfredo Castellani- también logra una cadencia que, con humor agrio, traduce la podredumbre que emana de todo lo que tiene que ver con la cultura capitalista. En un momento se escucha la voz de Domingo Cavallo, fatal protagonista de esta historia, y resulta imposible no sentir escalofríos. Por suerte los responsables tuvieron la delicadeza de darle apenas una voz de reparto.

Fuente: Clarín

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