Jorgelina Aruzi




Jorgelina Aruzi, la actriz que apuesta a lo genuino

Elogiada por sus trabajos en teatro y TV, dice que el cine es su cuenta pendiente

Se define como una chica "de barrio", "casera" y, basta charlar con ella un rato, para darse cuenta de que esa definición se corresponde con la realidad. Sonriente y relajada, apenas se sienta, cuenta con asombro y ternura que su hija Ambar, de dos años y medio, "se habla todo".

Lejos de todo divismo, hoy, Jorgelina Aruzzi evalúa sus logros profesionales con la tranquilidad de quien ha transitado los altos y bajos propios de la profesión actoral. Este año, fue distinguida con el Martín Fierro a la mejor participación en ficción por su interpretación de Yanina, una pediatra con una discapacidad neurológica, en El hombre de tu vida , la miniserie de Juan José Campanella. Ya terminó con las grabaciones de La dueña , la serie que significó el regreso de Mirtha Legrand a la ficción y en laque encarna a Daniela, una joven abogada. En teatro, seguirá hasta noviembre con las funciones de El hijo de p*#@ del sombrero . Allí, bajo la dirección de Javier Daulte, interpreta a una ex alcohólica y comparte elenco con Pablo Echarri, Florencia Peña y Fernán Mirás.

En una charla con LA NACION, la actriz cuenta sus proyectos, sus últimos desafíos actorales, su relación con la televisión, y cómo la maternidad cambió su visión de la profesión y de la vida.

-¿Qué significó, para vos, la participación en El hombre de tu vida ?

-Bueno, cuando nació mi hija estaba trabajando mucho y el año pasado había dicho: «No voy a hacer nada». Eso fue lo único que hice y fue como haber hecho un montón. Cuando me convocaron para la audición, me mandaron un link para ver a Pablo Costa, que es uno de los guionistas del programa y que tiene esa dificultad. Cuando lo vi por primera vez me shockeó . Y después, al seguir viéndolo, para sacar los gestos y los tics, empecé a dejar de ver su dificultad y empecé a ver a una persona hermosa y a valorar realmente cómo es él, alguien seductor, gracioso. Cuando llegué a la audición, yo quería hacerlo porque quería ser portadora de algo que tuviera que ver con eso; con ver la belleza más allá de las dificultades. Al poder contarlo, me volví a enamorar de la profesión en la tele y volví a pensar que sí se puede contar algo profundo.

-¿También te llevó a decirte algo a vos misma sobre tu propia belleza?

-Sí, claro. A medida que pasan los años, parece una estupidez, pero también tenés que ir decidiendo qué tipo de cara querés tener como actriz. Si querés tener una cara toda inyectada de Botox, o no. Si el guión es superfuerte, no te mirás en el monitor a ver si estás arrugada. Hay algo que tiene que ver con empezar a hacer cosas con las que la gente se identifique. Yo creo que ése fue el éxito de El hombre de tu vida , porque lo que encarnan Mercedes Morán o Guillermo [Francella] tiene mucho de lo patético del ser humano; de querer disimular y querer ser algo que no somos. Y eso pasa. A mí, por ejemplo, me cuesta mucho todo el tema de los eventos y esas cosas? porque soy más casera y también con los años fui aceptando lo que hago y lo que no hago.

-¿Y qué no hacés?

-Bueno, no soy careta ni chupamedias. No voy a lugares donde no me siento invitada de verdad y prefiero estar con amigos íntimos a estar con mucha gente.

-¿Cómo fue la experiencia de trabajar con Juan Campanella?

-"Campa" es muy amoroso; es una persona que todavía, a pesar de lo groso que es, mantiene el barrio. Me gusta esa cosa que tiene de relacionarse con la gente desde un lugar simple. La verdad es que es como un sueño del actor trabajar con él. Me acompañó en todo el proceso de la audición para el capítulo, que después dirigió Miguel Colom, otra persona con mucha autoridad y talento.

-¿Qué te motivó a formar parte de La dueña ?

-Yo tenía ganas de volver a Telefé. Me encanta el canal y me gustó el elenco y de lo que se trataba La dueña . Además, el equipo fue buenísimo.

-¿Cómo te integraste al elenco?

-Bueno, nos fuimos adaptando todos a los diversos estilos, porque había mucha diversidad de actores que veníamos de distintos lugares y nos fuimos amoldando también a nuestros compañeros de escena. Yo tuve muchas escenas con Flor Bertotti, en las que nos divertíamos mucho. A veces, tenían que cortar porque yo me tentaba mucho. También compartí muchas escenas con Mónica Cabrera, que fue un hallazgo para mí, porque nunca había trabajado con ella.

-Estás también en la obra El hijo de p*#@ del sombrero , ¿es importante para vos poder tener siempre una ficha puesta en el teatro?

-Sí. El teatro lo que tiene es una cosa de investigación que la tele no tiene. En la tele, vas más al resultado, y en el teatro, estás siempre probando hasta que estrenás. Entonces, es más educativo para mí como actriz. Elegir esta obra de teatro, que dirige Javier Daulte, es seguir aprendiendo como actriz. Cuando vas adquiriendo oficio, eso también te va quitando riesgo. Por eso, voy buscando proyectos con riesgo para seguir creciendo.

-¿Qué hacía a esta obra un proyecto arriesgado?

-Mi personaje es una ex alcohólica que se casa con un padrino de Alcohólicos Anónimos, que es un manipulador [interpretado por Fernán Mirás], y es muy concreto lo que voy a decir como personaje. Tengo una escena con Pablo [Echarri], que es muy importante, y pasan cosas de diversos matices, que tienen que ver con la comedia y con la oscuridad. A mí me gusta mucho eso de ponerle humor a la oscuridad.

-En el trabajo y en la vida, el humor es muy importante para vos, ¿no?

-En la vida me relaciono con las personas desde el humor. Me parece que el humor es contagioso. Y, como actriz, me gusta mucho el drama, pero me parece que no hay drama sin humor, y viceversa. En un velorio puede haber situaciones muy patéticas que son graciosas. En general, siempre trato de sonreír. No soy una persona amarga.

-¿Cuál fue tu recorrido hasta llegar a la tele?

-Empecé con el teatro y a los 20, 21 empecé a hacer cosas en la televisión. Mi identificación con el teatro tiene que ver por ahí con que soy autogestora de mis propios proyectos. Escribo y dirijo mis propios espectáculos, como La madre impalpable, que la hice con Mario Marino. Entonces, yo sé que en el teatro voy a tener el lugar donde expresarme, aunque no me llamen. Pero siempre igual hice, en paralelo, bastante tele.

-¿Cómo fue tu formación actoral?

-Un poco de todo. A los 15, fui al instituto vocacional de arte Labardén y eso me abrió la cabeza. También, fui a centros culturales; por eso, para mí, son tan importantes, porque ahí la gente puede encontrar su vocación. Después, estuve con Héctor Bidonde, con Guillermo Cacace, con Hugo Midón, pero, en general, mi maestra fue también la caradurez de subirme al escenario.

-¿Qué otras cosas te gustaría probar como actriz?

-Me gustaría hacer cine, que es una cuenta pendiente. Hice poco, porque cuando me convocaron, no pude. Y, después, ir viendo... Lo que me dieron los años es una tranquilidad para no esperar algo puntual, porque, en general, sale otra cosa.

-¿Qué proyectos tenés para este año?

-Bueno, estoy con un proyecto para hacer un unipersonal mío, así que estoy craneando eso. Estamos con El hijo de p*#@ del sombrero hasta noviembre y con La dueña , que sigue en el aire también hasta noviembre.

-¿Cuáles fueron las bisagras en tu carrera?

-Pasado carnal , que fue una obra que hacía junto con Eugenia Guerty, y a la que nos vino a ver Jorge Guinzburg para llevarnos después a Chabonas . Después, La niñera, que fue mi primera ficción. Chiquititas también fue muy importante, como en teatro lo fue La madre impalpable, porque me la produjo [Daniel] Grinbank. Y, ahora, El hombre de tu vida .

-¿Cómo vivís la maternidad?

-Muy feliz, aceptando que tengo un laburo que a veces es demandante y que, por eso, a veces me tienen que traer a la beba al camarín [ríe]. Mi prioridad es ella, pero hay momentos en que se junta todo. Por suerte, está mi mamá, mis amigos y mi marido, Pablo, que es un sol. Ambar me da otra visión de la vida, y estoy con mucha menos presión sobre el laburo y la actuación que antes.

DIXIT

"Como actriz me gusta mucho el drama, pero me parece que no hay drama sin humor, y viceversa"

Fuente: La Nación

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