Qué gauchita mi mucama




Entre el carisma y la contradicción de un pensamiento machista y ofensivo

Protagonizada, escrita, dirigida y producida por Florencia de la V, la obra que se estrenó en el verano en Villa Carlos Paz llegó a Buenos Aires Aires con elenco nuevo. Un fenómeno de taquilla que, sin embargo, no convence.

La gente no quiere pensar. Quiere divertirse, ver a los famosos de la tele, a mujeres hermosas. La obra les da lo que quieren. Ese tipo de pensamientos suele justificar el éxito de los espectáculos en los que predominan las vedettes y los mediáticos y en los que su sola presencia sobre un escenario explica el sentido de una obra. No importa que bailen, actúen o trabajen en la búsqueda de una poética, un estilo o aunque al menos sea una idea. Están allí, en vivo, esas personas que aparecen en televisión. Tal vez por un rato y por una entrada que no baja de los 140 pesos, el público pueda vivir la experiencia de sentirse parte de ese mundo.
Esta es una de las intenciones de Qué gauchita mi mucama, el último espectáculo que protagoniza, dirige, escribió y produce Florencia de la V y que se presenta en Buenos Aires, después de hacer temporada de verano en Villa Carlos Paz y ser visto por más de 65 mil personas. Y si lo más importante es divertirse, ¿cuál es la forma que Florencia de la V elige para entretener? Su espectáculo funciona como una comedia de puertas con un argumento básico: una familia adinerada está cerca de la quiebra y para poder mantener su vida de lujo, la mucama, la esposa del dueño de casa y su cuñado arman un prostíbulo VIP a escondidas del hombre de casa. Así planteada, la historia del prostíbulo funciona como una excusa para que Claudia Fernández, Paola Miranda y Floppy Tesouro aparezcan en escena y muestren el cuerpo.
Y aunque el espectáculo esté centrado en la figura carismática de Florencia de la V, la obra no muestra el sello de su trabajo, con el que se ganó la compañía del público. No están sus monólogos sobre la vida cotidiana, los problemas de pareja o las cosas que tienen que hacer las mujeres para sentirse bien y hay un mínimo contacto con la gente, al estilo del género de revista.
Es contradictoria esta decisión porque los momentos más característicos de esta actriz –muchas veces definida como “capocómica”– son cuando apunta al vínculo directo con el público y se refiere a sus logros personales, que han tenido un especial impacto en este país, como es haber logrado tener un documento de identidad que la identifique como mujer, casarse y hasta ser madre. Si durante la obra se mencionan alguna de estas cuestiones, Florencia de la V mira directo al público, levanta su mano y la gente automáticamente la aplaude. A esto, hay que agregarle que cada vez que ella entra en escena con un vestido diferente, el público vuelve a aplaudirla, por aparecer tan linda y arreglada.
Si se tienen en cuenta esta complicidad con sus seguidores y su lucha por leyes que apuestan a la igualdad de género, resulta una gran contradicción que el espectáculo tenga como base un pensamiento machista y ofensivo como es burlarse de una mujer porque es vieja y tiene celulitis en las piernas (rol que debe ocupar Gladys Florimonte) y compararla con otra que es joven y flaca.
El concepto de entretenimiento que se utiliza en Qué gauchita mi mucama se apoya en dos acciones: reírse de los defectos físicos de algunos y mostrar bellas mujeres semidesnudas que sin ninguna explicación ni sustento argumentativo, llegan a una casa y se desvisten. Sin intenciones de pedirle a la obra una profundidad que no pretende, los diálogos de la obra se militan a: “¿Dónde está el aceite que le quiero poner a mi compañera?” o “Tengo ganas de matar a mi mujer (por vieja y pesada).”  
Los momentos menos impostados, como las pocas veces en las que Florencia de la V le habla a la gente o una escena en la que levanta una copa de champagne y dice: “¡Viva Perón, carajo!”, podrían ser un camino para cambiar el tono y apostar por una forma de entretener que no se limite a la imagen y la descalificación.

Fuente: Tiempo Argentino

Comentarios

Entradas populares de este blog

Andrea Gilmour

Susana Torres Molina: Estática

Chamé Buendia: Last Call-última llamada