Lomodrama
Lomodrama
Delirante y emotiva propuesta del grupo La Cochera
Poner el lomo. Eso es lo que hacen Graciela Mengarelli y Oscar Rojo -dos históricos cordobeses del grupo La Cochera- en este Lomodrama. Un butoh criollo , la obra que por pocos días sube a escena en Timbre 4. Y lo ponen con tanta convicción que emociona, conmociona, sorprende y divierte (y también desconcierta).
Lo que sucede en la sala vieja (por decirlo de algún modo) es casi una performance a la que es difícil encontrarle un hilo (pero lo tiene), por eso lo mejor es dejarse llevar por las imágenes que crean estos dos actores maravillosos que se desnudan en escena en más de un sentido. Tan es así que sus recorridos en el espacio -y en el vínculo con distintos objetos- están atravesados por sus propios pensamientos, sus historias, en definitiva, su impronta. Y entonces es fácil lograr inmediata empatía con eso que nos cuentan o que nos muestran y que está relacionado con el paso del tiempo, con lo que le sucede al cuerpo con eso. Y allí, paradójicamente, surgen las palabras (de otros) que le dan más carne a esa que ya está expuesta o a la que ya no lo está.
Un corte. Y ahora son ellos dos, Graciela y Oscar, conversando como si nada "¡Cómo sabés, Graciela!" le dice él sorprendido en medio de una conversación de cocina, y el teatro alrededor desaparece de golpe y ya no hay espectadores ni tampoco texto dramático. Pero otro gesto los devuelve a la escena, a la danza, a la canción, al discurso, al delirio. Porque esta dupla cordobesa logra combinar emoción y delirio como ninguna.
Fuente: La Nación
Sala: Timbre 4 (Boedo 640) / Funciones: sábados, a las 21 y a las 23; domingos, a las 19.30 y a las 21
Delirante y emotiva propuesta del grupo La Cochera
Poner el lomo. Eso es lo que hacen Graciela Mengarelli y Oscar Rojo -dos históricos cordobeses del grupo La Cochera- en este Lomodrama. Un butoh criollo , la obra que por pocos días sube a escena en Timbre 4. Y lo ponen con tanta convicción que emociona, conmociona, sorprende y divierte (y también desconcierta).
Lo que sucede en la sala vieja (por decirlo de algún modo) es casi una performance a la que es difícil encontrarle un hilo (pero lo tiene), por eso lo mejor es dejarse llevar por las imágenes que crean estos dos actores maravillosos que se desnudan en escena en más de un sentido. Tan es así que sus recorridos en el espacio -y en el vínculo con distintos objetos- están atravesados por sus propios pensamientos, sus historias, en definitiva, su impronta. Y entonces es fácil lograr inmediata empatía con eso que nos cuentan o que nos muestran y que está relacionado con el paso del tiempo, con lo que le sucede al cuerpo con eso. Y allí, paradójicamente, surgen las palabras (de otros) que le dan más carne a esa que ya está expuesta o a la que ya no lo está.
Un corte. Y ahora son ellos dos, Graciela y Oscar, conversando como si nada "¡Cómo sabés, Graciela!" le dice él sorprendido en medio de una conversación de cocina, y el teatro alrededor desaparece de golpe y ya no hay espectadores ni tampoco texto dramático. Pero otro gesto los devuelve a la escena, a la danza, a la canción, al discurso, al delirio. Porque esta dupla cordobesa logra combinar emoción y delirio como ninguna.
Fuente: La Nación
Sala: Timbre 4 (Boedo 640) / Funciones: sábados, a las 21 y a las 23; domingos, a las 19.30 y a las 21
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