Eliseo Subiela: Hombre mirando al sudeste


“Es un gran aprendizaje”

El famoso director de cine realizó la adaptación al teatro de su película más famosa, Hombre mirando al sudeste. El estreno será esta noche en el Podestá de La Plata y luego saldrán de gira por todo el interior del país.

No se llamó Rantés, pero en la vida real sí hubo un hombre que miraba al sudeste. “Durante años estuvo parado en la esquina de Maipú y Las Heras, en Vicente López”, precisa Eliseo Subiela, luego de terminar un ensayo de la versión teatral de la misma película que se estrenó hace 25 años. “Primero fue la imagen y luego el título; así empezó. Vivía a dos cuadras, pasé por ahí y no sé por qué paré el auto, me bajé y dije: ‘Un día voy a hacer una película que se llame hombre mirando al… Y calculé para dónde miraba. Era al sudeste.”
Sobre el escenario, en el consultorio del Dr. Denis, Lito Cruz y Alejo Luna reproducen uno de los diálogos entre el profesional de la salud que supuestamente domina su razón y su paciente misterioso que llega al neuropsiquiátrico declarando ser de otro planeta. “Me propuse no adaptarlo, sino recrear la historia”, aclara Subiela. “Me pareció que iba a ser más divertido para mí porque me sentí como un músico al que le han pedido muchas veces el mismo tema, y no quiero aburrirme, quiero tocarlo de otra manera. Y de alguna manera la película, los pocos que la criticaron en su momento habían dicho que era muy teatral, ¡así que ahora espero que no me digan que la puesta teatral es muy cinematográfica! La idea fue traducir la historia al lenguaje teatral con los elementos que tengo.”
Esta noche estrenan en el Teatro Coliseo Podestá de La Plata, e inician gira nacional hasta agosto. El elenco se completa con Marina Glezer como La Santa, la chica que se cambia los zapatos para entrar y salir del hospital, y Pablo Drigo, que hace al interno suicida.

–¿Se recrea la película completa?
–Prácticamente se reproducen todos los diálogos. Lo que hice fue escribir algunas escenas chiquitas, algunos nexos, puentes entre escenas que no están en la película y están aquí, sobre todo para explotar el hecho teatral. Hay escenas donde tanto el Dr. Denis como Rantés se relacionan con el público.
–¿Qué rescatás de esos textos?
–Rescato algo que es un poco triste y es la vigencia del discurso de Rantés, 25 años después. Lamentablemente, el mundo ha cambiado muy poco en algunas cosas, cómo la sociedad trata al hombre, por ejemplo. Aunque el enfoque psiquiátrico de las enfermedades ha mejorado, hoy quiero creer que es menos posible que exista el tratamiento que practica el Dr. Denis con Rantés. El tratamiento de las enfermedades mentales se ha humanizado pero el mundo sigue siendo irracional. El mundo de lo racional que plantea el médico sigue siendo espantoso. Es un disparate que se mueran niños por hambre y que el hombre siga tratando al hombre como se lo trata, no ha habido avances en ese aspecto. Como dice Rantés: “Es más fácil un cambio de especie que un cambio de conciencia.”
–¿Cuál era la conciencia hace 25 años?
–La película se realizó en el ’86 y se estrenó en el ’87. El clima era de fiesta, volvíamos a la democracia, y creo que el éxito de la película no fue ajeno a ese resurgimiento, a esa aparición de la luz. Fue un momento glorioso.
–Entre las interpretaciones que Rantés provocó, recibió la definición de ser un Mesías Porteño. Como padre de la criatura, ¿le diste tanta significación?
–No. No definí a Rantés ni a ningún otro personaje de la película. Muchas veces me preguntaron si Rantés es un extraterrestre o no, y siempre contestaba: “No sé, ¿y usted qué piensa?” Hasta que un día, años después del estreno de la película en el Teatro San Martín, hubo una proyección y una charla donde un señor me hizo esa pegunta y no sé si porque me agarró cansado o qué, le dije: “Para mí no es un extraterrestre.” Y el tipo se enojó y me dijo: “¡Usted no entendió la película!” ¡Ves que no tengo que contestar! Así que no sé qué es Rantés; es un hombre metido en problemas.
–¿Cómo fue el trabajo de dirigir en teatro?
–Para mí, muy nuevo. Lo podría sintetizar diciendo que la película es del director y el teatro es de los actores. Me siento como un director técnico que lleva a los jugadores con la estrategia y luego en el partido son ellos los que juegan. Son cosas distintas, en el cine está la intermediación técnica: la cámara, la luz. Y acá los actores están ahí, en energía pura. De un ensayo me voy más agotado que en una jornada de filmación, pero porque estoy sin el resguardo emocional de la cámara. Es un gran aprendizaje.
–¿En qué momento estabas cuando fue el éxito de la película y en qué momento estás ahora?
–Estaba empezando con mi carrera pública. Venía de una frustración que había sido mi primera película, La conquista del paraíso, que se estrenó en 1980 y había decidido hacer una película para mis hijos, entonces trabajaba en publicidad. Decidí producirme yo; no tenía la menor expectativa comercial. La hicimos y explotó la bomba. Y hoy estoy en un momento de búsqueda sabiendo que no se llega nunca, que lo que importa es el camino y estoy probando cosas. Me siento un estudiante de cine avanzado, de verdad me siento así. Esta es una oportunidad fantástica para aprender otro lenguaje. Otro camino de experimentación, estoy muy entusiasmado.
–A pesar de tener en tu carrera varias películas consideradas exitosas a nivel comercial, ¿para cada proyecto hay que salir a buscar un productor que la sostenga? ¿No agota esa situación o la vocación es más fuerte?
–Soy gallego y de capricornio; tengo muchas cosas para insistir y ser tesonero. Si me canso, no es un cansancio que no pueda arreglarse con un par de vinos o un poquito de champagne. Me dura muy poquito y vuelvo a la carga. Y ya tengo 14 películas y acabo de hacer una casi sin dinero, grabando en HD con una cámara de fotos.
–¿Cómo ves la industria del cine nacional?
–Lo más honesto sería decir que no tengo una opinión formada. Se está filmando bastante, aun con muchos problemas económicos. Siempre lo más grave es la salida, la exhibición y la distribución.
–Se están cerrando salas que ofrecían programaciones alternativas a la de los grandes complejos.
–Sí, eso es alarmante. Mi resistencia es seguir filmando. La gente del cine no ha tenido la imaginación que ha tenido la de teatro al crear salitas en un circuito alternativo. El teatro floreció gracias a la imaginación de los propios actores que crearon espacios no convencionales. El cine sigue atado a un método de distribución convencional que está siendo absorbido por los dueños del cine del mundo.
–Antes señalaste que la sociedad sigue con algunos temas pendientes. ¿Eso te pesa como si fuera parte tu responsabilidad?
–Hace mucho que dejé de creer que el cine podía cambiar al mundo. Depende de qué cambio hablemos, en los ’70 y ’80 creía que podíamos contribuir a la revolución mundial. Sigo pensando que una película puede contribuir a un mundo mejor, sigo pensando que tengo una responsabilidad, que manejo un arma muy potente que es el cine. Hay quienes dicen que uno no tiene más responsabilidad que la artística. Yo siento una responsabilidad moral y política en cada cosa que hago, porque lo que me gustaría es que la gente salga de la sala mejor o distinta a como entró, mis pretensiones siguen siendo muy ambiciosas.
–¿No han cambiado con respecto a la de los años setenta?
–¿La revolución? Olvídalo. Hoy es cambiar un individuo, uno solo, una modesta contribución. Sigo creyendo que el cine es una herramienta formidable para apostar a un mundo mejor. Tengo la sensación que trabajo para el recuerdo, para el después, para la trascendencia, para cuando ya no estemos. No me puedo llevar nada, pero sé que puedo dejar cosas. Yo creo, como decía Borges, que el mejor antologista es el tiempo. Y ahí está: ¡Mirá El lado oscuro del corazón u Hombre… 20 ó 25 años después!  <

El nuevo Rantés

Hugo Soto interpretó a Rantés en la película original. Actor y artista plástico correntino, murió en 1994. “Alejo es un Rantés tan misterioso como el que había hecho Hugo”, señala Subiela sobre el trabajo de Ortiz para teatro.
Alejo Ortiz tiene 37 años y cuenta: “Vi Hombre mirando al sudeste a los 13 años, fue en casa, la vi con  la primera videocassettera que hubo en mi casa. Soy maestro de plástica y cuando estudiaba Bellas Artes veíamos mucho las películas de Eliseo, Hombre… y Últimas imágenes del naufragio. Siempre admiré el surrealismo. Lo que me encantó fue el precisamente el personaje de Rantés, entonces ni sabía que iba a ser actor.”
“Yo soy una alucinación suya”, le declara Rantés al Dr. Denis y esa frase, señala Ortiz, es la base de su personaje. “Creo que todo lo que Rantés dice está dedicado al doctor que es alcohólico, que no puede más con su vida, que está solo, que está harto de no sentir nada por su profesión.”
Rantés sabe más de los hombres que los hombres mismos. “Creo que es un hombre  en una fase evolutiva más avanzada”, sigue Ortiz y rescata otra frase: “Porqué los hombres parecen resignarse a tantas cosas que los están destruyendo y hacen tan poco por modificar esas cosas. Se están suicidando por estúpidos o están pagando culpas?”

Volver al Borda, 25 años después

En el año 2000, Subiela estrenó Las aventuras de Dios, que fue la primera película latinoamericana de ficción realizada en video digital. “Me atrae mucho la tecnología”, reconoce el director. “Quería hacer una película y para variar no tenía dinero para filmar y dije es la oportunidad para experimentar con estas camaritas de video HD no profesionales que son maravillosas. Permiten una libertad que es fascinante. Yo hice una de las cámaras, andaba sólo con un trípode pequeño, fue como volver al entusiasmo original”, dice.
Para concretar Paisaje devorado, armó una cooperativa con un grupo de alumnos y convocó como protagonista a Fernando Birri “el fundador de la escuela de cine de Santa Fe, de San Antonio de los Baños de Cuba, un prócer. La película es un falso documental de un tipo que parece en el Borda diciendo que fue director de cine en los ’60 y la película es la investigación que hacen sobre él unos estudiantes de cine”.
A principios de agosto estrena Rehén de ilusiones, con Daniel Fanego y Romina Richi, “una historia de amor, locura, muerte y fantasmas del pasado. Es una película de las más densas que he hecho. La otra, la de Birri es luminosa.”

El film

UN FENÓMENO

Hombre mirando al sudeste se estrenó el 2 de abril de 1987. Permaneció 13 semanas en cartel y alcanzó el millón 100 mil espectadores. Fue premiada como mejor opera prima en San Sebastián, recibió el premio FIPRESCI del festival de Toronto y fue nominada a los Goya como mejor película extranjera de habla hispana. La apuesta teatral mantiene la música original compuesta por Pedro Aznar.

La gira arranca en el Teatro Podestá de La Plata

Después del debut en La Plata, las funciones de Hombre mirando al sudeste continuarán de gira por el interior de la provincia de Buenos Aires, luego Córdoba, Santa Fe y Mendoza, para recalar, en agosto, en una sala porteña.

Fuente: Tiempo Argentino

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