Cliff (Acantilado)


Cliff (Acantilado)

Esta propuesta rubricada por el español Alberto Conejero, del que el año pasado se pudo ver en Buenos Aires La Bernalina , es atravesada por la presencia espectral que, en diversos planos, asedia la figura medular de Edward Montgomery Clift, la persona-personaje sobre la que gira este trabajo con simultaneidad de anclajes: documental y poético. El material se apoya, con tintes de biodrama metafórico, en la vida de este actor hollywoodense, amigo de celebridades como Elizabeth Taylor; muerto prematuramente en 1966, a los 45 años; y abrumado por los engranajes de un star system al que debía responder camuflado en una actitud esperable por la industria (incluidos sus fanáticos).

El texto trasciende la mera descripción biográfica para adentrarse en una mayor universalidad. Cliff (Acantilado) bucea en la esencialidad de la condición humana y la necesidad imperiosa de la autenticidad del ser. Abrumado por una homosexualidad oculta, la doble vida del enmascaramiento, diversas adicciones y un accidente automovilístico que le dejó cicatrices visibles (y no permitidas para un galán), el actor transitó la gloria pública agobiado por una intimidad tortuosa sostenida en el deseo incumplido.

Entre los fantasmas del deseo, un personaje anhelado: representar a Konstantín Treplev, el atormentado personaje de La Gaviota de Antón Chéjov. Interesante ida y vuelta de padecimientos: los de Treplev y los de Clift.

Nahuel Cano, en la piel de Montgomery Clift, se mueve en el espacio dando cuenta de la asfixia que recorre el espíritu de esta criatura que se desmorona apocalípticamente en el intento de la construcción de un yo legítimo. El actor se apodera de lo sombrío de un alma penetrada por la angustia y la crisis existencial recurrente.

Alejandro Tantanian jugó con la dualidad de recursos teatrales y cinematográficos. En este cruce de lenguajes, su puesta se convierte en poesía visual. El director apeló a los diversos planos de la narración conjugando un tríptico conformado por persona, celebridad y personaje anhelado (Treplev). Tantanian aprovechó el artilugio del primer plano cinematográfico para generar la complicidad del personaje con el espectador. Cano se acerca a una platea a la que en más de una vez se dirige directamente, ya sea desde la palabra, el juego de las miradas cómplices y las inquietantes sonrisas al estilo de las marcadas por la industria de los grandes estudios.

La cuidada elección de la música, como siempre sucede en los trabajos de Tantanian, se convierte en un acertado, necesario, anclaje de época.

Con las cartas echadas, y el desbarranco fatal ineludible, el director situó con coherencia la escena final, alejándola del espectador hacia un punto periférico. Allí lejos está el fin de este hombre fagocitado. De este actor consumido por una industria de imposiciones. En ese The End llegará el despojamiento del alma en pena que se traduce en un cuerpo completamente desnudo y abatido. Allí está Montgomery en su rincón terminal, con una gaviota testigo atosigando la escena.

Cliff (Acantilado) se sirve de la vida de un actor para tomarla como vehículo de reflexión sobre la condición humana. Su historia es la de muchos.

Fuente: La Nación

Sala: El Extranjero, Valentin Gómez 3380 / Funciones: Sábados, a las 23 

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