Sebastián Guz: Mundo Costrini

Un "Mundo Costrini" divertido y oblicuo en unipersonal de clown

El clown franco-argentino Sebastián Guz está presentando "Mundo Costrini", un unipersonal creado en 2003 que propone una mirada ácida y divertida del mundo con el que recorrió más de 23 países, ganando premios en festivales de teatro de Japón, España y Bolivia.

"Mundo Costrini es como una síntesis de números que fui armando a lo largo de los últimos 18 años de trabajo donde la idea que rige toda la propuesta es hacer una invitación a la risa, a compartir un buen rato y también a reflexionar sobre el mundo que vivimos", asegura Guz en charla con Télam sobre el espectáculo que se puede ver los próximos tres sábados de abril a las 23.30 en el Teatro del Viejo Mercado (Lavalle 3177).

Nacido en Argentina en 1975 pero exiliado con sus padres y hermanos en 1980, Guz se crió en España, donde sus padres regentearon un teatro en el barrio Lavapiés de Madrid, y volvió a la Argentina 1993, creando en 1996 el Circo Xiclo junto a Fernando Santillán, una propuesta que tuvo carpa propia y fue la primera agrupación de circo callejero local, recorriendo primero el país y realizando después giras con muy buena repercusión en Europa.

"Mundo Costrini", que tiene sobre sus espaldas infinidad de presentaciones a nivel internacional se puede ver ahora por primera vez en el país y es la punta de lanza del desembarco definitivo de Guz en la Argentina junto a su mujer Romina Krause, también clown y teatrista, y su hija de tres años.

"Con mi mujer tomamos la decisión de que nuestra hija se criara acá, si bien a nivel laboral es relativamente complicado porque es como volver a empezar, también es cierto que si tenés el corazón argentino cuesta estar lejos y que en determinado momento hay cosas que pesan más que el trabajo", cuenta sobre su decisión de radicarse definitivamente en el país.

"Mundo Costrini" arranca con un desopilante y muy logrado número en el que Guz trabaja sobre audios televisivos algunos que alcanzaron fama y notoriedad y otros ignotos y luego enhebra una serie de cuadros que dan lugar a destrezas físicas y circenses, donde interactúa con el público y que van dibujando una mirada oblicua, a veces desteñida y muy graciosa sobre el comportamiento humano o algunas circunstancias del mundo en que vivimos.

Formado en el teatro callejero, Guz cuenta que trabaja, mayoritariamente, en festivales de teatro de calle, donde "si bien hay escenario, luces y una programación, también te da lugar a un contacto directo y espontáneo con el público, el espacio está cruzado de imprevistos y obliga a una espontaneidad que la sala no tiene".

"La calle -dice el clown que da vida al payaso Costrini- es la libertad máxima, en la calle la gente se siente igual que vos, no hay diferencia entre artista y público, hay más propensión al juego y el trabajo del payaso tiene un plus de improvisacion que no tenés en la sala, donde hay silencio, todos te prestan atención y no hay motivaciones ni intervenciones externas".

"Costrini es un personaje con carácter fuerte, juguetón que sintoniza muy bien con la calle, que es un lugar que te exige estar ciento por ciento explosivo y donde puede llegar a límites insospechados, mientras que la sala de teatro tiene otro carácter, puede incluso ser mágica, es un lugar donde podés dominar los climas de otra manera y donde también hay un ojo más crítico del lado del espectador", remarca.

Hablando sobre el oficio del clown, Guz asegura que el payaso "es un estado de gracia, una atmósfera del espíritu, un estado del alma con el que intentás colorear la vida cotidiana".

"Con la risa -señala- llegás a tocar cosas de adentro de las personas a las que es casi imposible acceder de otro modo, das con la tecla de emociones muy fuertes y la gente te agradece por esa risa".

Hablando sobre el posicionamiento del payaso respecto del público, Guz señala que no está de acuerdo con "los espectáculos que solamente trabajan en pos del resultado".

"Me encanta hacer reír pero el arte también tiene que molestar un poco, yo soy de la idea de armar cuadros donde ya sabés que no vas a contar con la total simpatía del público pero que igual mueve cosas; uno trabaja para el público pero también para uno mismo", dice.

Guz, que en España tuvo por años un grupo de música cómica llamado Los Cretinos, partirá hacia Europa luego de estas tres funciones en el Teatro del Viejo Mercado, para una gira de cuatro meses visitando festivales de teatro en Francia, Italia, Bélgica, Alemania y España, para, a la vuelta, radicarse definitivamente en el país.

Hablando sobre este carácter de viaje permanente que viene promoviendo con su payaso Costrini desde hace 20 años, Guz dice que "lo increíble es que en todo el mundo la gente se ríe de lo mismo".

"Ya sea en una favela en Brasil, en un festival en Alemania donde están tomando champagne o en Japón, las personas nos reímos del ridículo, de la exageración, de lo prohibido".

"Las culturas y las condiciones de vida pueden ser muy distintas pero todos somos humanos y si bien cada lugar tiene sus códigos por lo general todos nos reímos de lo mismo", concluye.

Fuente: Télam

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