Mariana Chaud: Isósceles y En la huerta


“Vengo de una escuela en la que el actor tiene que producir sus obras”

Actriz y dramaturga estrena dos obras, Isósceles y En la huerta. Dice sentirse un “bicho” de su generación y admirar a compañeros de su edad. “Soy parte de un grupo de gente que comparte un mismo modo de hacer teatro”, asegura.

Es una de las referentes de la generación sub 35 de dramaturgos, directores que ganaron un lugar tanto en la escena porteña como en los espacios internacionales por sus estéticas originales y contemporáneas. Ahora, Mariana Chaud vuelve a mostrar su trabajo en dos obras de teatro: estrena Isósceles y En la huerta. La artista cuenta de qué tratan sus obras y por qué se identifica con la gente de su edad.
En la huerta es la nueva versión de El horticultor autosuficiente, originalmente concebido para el ciclo Proyecto Manual en el C. C. Ricardo Rojas (2011), con las actuaciones de Moro Anghileri y William Prociuk. En la obra, una mujer se queda sola en una casa en el medio del campo y decide hacer una huerta orgánica. Un jardinero la ayuda y al mismo tiempo que la huerta irán cultivando entre ellos una relación muy especial.

–¿Por qué elegiste este tema?
–Yo tenía muchas ganas de hacer algo relacionado con la jardinería y la botánica. Y de golpe me encontré en lo de mi padre con la Guía Práctica Ilustrada para el Horticultor Autosuficiente, de John Seymour. El material está buenísimo y tiene como toda una filosofía sobre la autosuficiencia y el autoabastecimiento. Hay una mirada ideológica. Además, los consejos que da, te ayudan a que uno lo haga uno mismo. También tenía la idea de trabajar con un jardinero y con una mujer.
–¿Cómo surgió la escritura en tu carrera?
–Yo empecé siendo actriz. De a poco, me encontré escribiendo monólogos y pequeñas escenas para hacer con otros compañeros. Y después me fui lanzando sola. La escritura siempre me interesó, pero relacionada a lo teatral fue siempre por practicidad y porque yo vengo de una escuela en la que el actor siempre tiene que producirse sus propias obras y materiales. Eso es muy concreto. Una forma de producir sentido. Fue natural el paso. Siempre tuve una formación más integral.
–¿Ahora priorizás la dramaturgia?
–En estos últimos años estuve más dedicada a escribir y dirigir. Lo estuve haciendo mucho tiempo y es un rol difícil de abandonar. Además, tuve dos hijas y se me complicaban los horarios de la función.
–¿Te sentís identificada con los artistas de tu generación?
–Totalmente. Yo me siento un bicho de mi generación. Estoy muy hermanada con mis compañeros. La gente que admiro es de mi edad. Mi objetivo no es romper, ni es la modernidad en sí. Tal vez el trabajo de otros sea eso. Me interesan distintos temas, sí me interesa cambiar sobre lo mismo que hago. Me gusta probar las variantes, pero no es mi objetivo en sí generar una ruptura en el lenguaje.
–¿Cuáles son los puntos en común de esta generación de dramaturgos?
–Todos tenemos diferencias. Pero me siento parte de un grupo de gente que comparte un mismo modo de hacer teatro. Me refiero al compromiso y cómo encararlo. Por ejemplo, los modos de ensayar, de encarar el trabajo colectivo, de que los actores aporten algo más aparte de lo interpretativo y desde la concepción de que una obra no es algo dado y estable, sino que uno propone un texto y eso es susceptible de cambiar y en los ensayos empieza a descubrir cosas. En la escritura, yo trato de tener el texto lo más acabado posible, pero siempre hay cambios. Para mí, lo mejor es lo que le queda más cómodo a los actores. <

Triángulo amoroso retro

Otro de los grandes estrenos de teatro que tiene a Mariana Chaud como directora y dramaturga es Isósceles, que arranca el primer fin de semana de abril, con las actuaciones de Dolores Fonzi, Violeta Urtizberea y Ezequiel Díaz.
Isósceles cuenta la historia de un triángulo amoroso a través del tiempo. Tres jóvenes pasan la noche en vela intentando terminar un trabajo para la facultad. Una intensidad casi adolescente tiñe todo lo que hacen. Ellos se mueven permanentemente, se desean, se buscan, se muestran, se ocultan y reflexionan sobre el futuro. Quince años más tarde, vuelven a encontrarse a cenar. Dos de ellos son pareja y su amiga llega de visita. Marido y mujer están algo frustrados con la rutina que los aplasta día a día. “La otra” ha superado todas las expectativas y ha conseguido mucha notoriedad y dinero. Todos han perdido algo de la frescura que los caracterizaba. Esa noche intentarán revivir la excitación de los viejos tiempos aunque ya no son los mismos.
Cuenta Chaud: “En la obra hay algo de la juventud y de lo retro. Es como un pasado inmediato. Refiere a la década de 1990, pero con una mirada histórica sobre algo que pasó hace muy poquito.”

Constante movimiento

Mariana Chaud escribió y dirigió Sigo mintiendo, estrenada en el Teatro El Doble (2005), El hecho, estrenada en el Teatro del Pueblo (2005) y Budín inglés, sobre la vida de cuatro lectores porteños dentro del marco del ciclo Biodrama creado por Vivi Tellas en el Teatro Sarmiento del Complejo Teatral de Buenos Aires (2006). Fue colaboradora de Héctor Babenco en el guión de la película El pasado sobre la novela de Alan Pauls, dirigió una puesta de Tiempo de amar, tiempo de morir de Fritz Kater en el Instituto Goethe de Buenos Aires (2006), escribió la pieza teatral Todos los miedos dirigida por Romina Paula (2008) y escribió Los sueños de Cohanaco junto con Leandro Halperín y la dirigió en la sala Cunill Cabanellas del Teatro San Martín (2010). Se desempeñó como actriz en numerosos espectáculos, entre ellos, Anteboda, dirigido por Nora Moseinco (1998), Pornografía emocional, dirigido por José María Muscari (1999-2000), La escuálida familia, dirigido por Lola Arias (2003), Concert-varieté en el IV Festival Internacional de Buenos Aires (2003) y Noche en las cataratas dirigido por Mariano Pensotti (2003), entre otros. También trabajó como actriz en cine en La prisionera de Alejo Moguillansky, en Historias Extraordinarias de Mariano Llinás y en Dormir al sol dirigida por Alejandro Chomski.

Fuente: Tiempo Argentino

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