Hámster


Hámster

Interesante propuesta de Luisina Di Chenna sobre los límites autoimpuestos

Las razones de la tristeza de las almas son tantas como las almas que la padecen. Desolaciones que muchas veces anclan a un tiempo, espacio y pesar del que pareciera imposible salir. Un anclaje que no siempre es determinado por el universo circundante, sino por las oscuridades internas. En definitiva, son esas cadenas, las propias, las que encierran, aíslan y crucifican en vida, como una profecía del tormento. El personaje protagonista de Hámster, lo que haría si no estuviera acá transita por sus propios laberintos sin encontrar el vestigio de luz que lo conecte con esa liberación anhelada que desenrolle el ovillo de una vida carente.

La metáfora se convierte en materialidad a partir de la expectación de esa mujer joven, en proceso de enervación, que revolotea, desde cierta animalidad, un sitio pequeño, asfixiante y sin salida aparente. Merodea el espacio, lo sacude. Se enoja, se relaja, se altera. Busca el sentido, carece del sentido. Llanto y risas, balbuceos y cantos, gritos y susurros. Emociones extremas para expresar la desesperación del encierro físico y espiritual en una multiplicidad de estremecimientos encontrados e iracundos.

Luisina Di Chenna sale airosa al asumir el desafío simultáneo de la dramaturgia y la interpretación. Dice desde una verdad por momentos desgarradora e indefensa, a partir de un personaje de heridas abiertas. Dúctil, la actriz recurre a las palabras, pero las trasciende desde lo físico para reforzar la idea del encierro y el agobio. Con noble plasticidad, apela a sus conocimientos interdisciplinarios para plasmar la escena desde un canon de actuación que se sostiene en una acertada expresividad corporal, con movimientos coreografiados que incluyen técnicas del clown que domina certeramente.

A pesar del tormento dibujado, el humor es uno de los códigos transitados. Por momentos, lo ilógico de esa mujer que patalea en el encierro se torna grotesco, como un modo de aireación al padecimiento retratado que el espectador celebra.

El espacio aséptico, impoluto y luminosamente blanco es un acierto de Ariel Vaccaro, quien logra fotografiar la desazón apartándose del cliché de la sórdida oscuridad.

Hámster, lo que haría si no estuviera acá es una interesante propuesta con ajustada dirección de Julia Muzio que enfrenta a la platea a un dilema existencial, genuino y esencial a la condición humana como son los límites autoimpuestos que se convierten en un tormento del deseo.

Fuente: La Nación

Sala: Belisario Club Cultural (Corrientes 1624) / Funciones: viernes, a las 23.45

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