Gustavo Monje: Tres para el té


La reinvención de un mundo

El punto de partida es Lewis Carroll, la obra mágica, de múltiples lecturas y dirigida a un público sin fronteras de edades del escritor inglés, más allá de su más famosa criatura, Alicia en el País de las Maravillas. Gustavo Monje y Giselle Pessacq (también autores e intérpretes de las obras Los fabulosos Grimm y Gotitas de primavera, propuestas en esta temporada), junto a Omar Calicchio en la puesta y dirección general, buscaron en Tres para el té rastrear el universo creativo del polifacético escritor. Y propusieron “reinventar” ese mundo frondoso de Carroll desde una mirada actual. Estrenada en 2008, esta obra recorrió diversas salas y giras, y ahora propone sus últimas funciones, como despedida del año.

La excusa formal es la de una tarde cualquiera en la vida de Bruno y Annie, dos amigos que siempre se juntan a tomar el té. La historia que se dispara en esa tarde compartida es contada a partir de juegos, emociones, cuentos y música en vivo, con la participación del músico Esteban Rozenszain. “Nos gustaba la idea de investigar lo que hizo Carroll, planteando una obra para chicos, pero partiendo del rico mundo de este escritor, en su totalidad”, cuenta Monje a Página/12. “Yo creo en el teatro de investigación para chicos; es decir, creo en el teatro de investigación, y una de las formas posibles del teatro es el que está pensado para chicos –advierte–. Y me siento cómodo en el género infantil, soy maestro de teatro y sé el compromiso que implica actuar para los chicos: la infancia es el momento de mayor formación de un ser humano y un adulto tiene la responsabilidad de hacer que esa persona pueda nutrirse de cosas maravillosas, es el momento de mayor descubrimiento”, define.

Tres para el té toma como su principal fuente de inspiración el imaginario de Carroll, con la intención de explorar el mundo creativo del autor más allá de sus textos más conocidos, Alicia en el País de las Maravillas y Alicia a través del espejo. Aquí ese universo particular, con sello de autor, funciona como punto de partida inspirador de las ficciones que los actores ponen en juego. “Carroll era tan genial, tan radical, que no sabían cómo catalogar el mundo que él escribía –sigue Monje–. Terminaron clasificándolo como un escritor infantil, pero su obra no es sólo para chicos, diría que es también para chicos. Doy un ejemplo: hay todo un análisis sobre la dificultad que tiene el ser humano cuando algo no tiene palabras, cuando no le puede poner nombre a un sentimiento, por ejemplo: su cerebro no lo puede codificar. El escribió un poema con palabras inventadas, que no existen en ningún idioma, pero que tienen sentido. Se llama ‘Eljaberwocky’, y lo incluimos en la obra.”

“Es una obra para nenes de 5, 6 años en adelante, porque usamos mucho la palabra”, aclara el actor, autor y director. “Queríamos hacer una obra para chicos donde el texto tuviese un protagonismo muy grande. Cuando decís que hacés una obra infantil, lo primero que te preguntan es: ¡ah! ¿cantan y bailan, no? Sí, también cantamos y bailamos, pero la riqueza del texto y de las imágenes están destacadas.” Monje ya está ensayando otra obra para chicos, Don Quijote de las Pampas, que estrenará junto a Los Macocos el año próximo en el Teatro Cervantes.

Fuente: Página/12

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