Gustavo Garzón


Gustavo Garzón: Kundera, Páez y Hoffman

A la hora de elegir, el actor se guía por las emociones. “El arte está para vivirlo, no para analizarlo”, dice.

"Yo no analizo nada”, dice, con énfasis, Gustavo Garzón, cuando le toca hablar de teatro. “Si lo que estoy viendo me gusta, me entrego por completo. Y si no me gusta, a los diez minutos me aburro, me quiero ir, ¡y me quiero matar!”, agrega, y amplía el radio de alcance de su consideración: “El teatro, el arte, en general, no están para analizarlos. Están para vivirlos.” Criterio que el actor pone también en juego cuando se trata de elegir un trabajo. “Si me gusta el personaje, la obra, y estoy a gusto con el actor y el elenco, acepto”, explica, sin dejar de mencionar, como condición necesaria, “un sueldo decoroso”. Sin embargo, aclara que “la política no baja a los escenarios”, a la hora de analizar el funcionamiento de los teatros oficiales como el San Martín, donde forma parte del elenco de la versión de El burgués gentilhombre que se repone a comienzos de febrero. “Tengo mis cosas, mis lugares de creatividad, en los que trabajo a mi manera, en equipo. El arte es una cosa tan subjetiva que escuchar, estar atento, siempre es bueno. Y más divertido”, cierra.

La película
El graduado (1967)
de Mike Nichols

“Cuando era chico, yo quería ser como Dustin Hoffman. Me identificaba mucho con él. Quería tener los papeles que interpretaba, y en esta película me impresionó. Me emocionó mucho. Su actuación, la música, ese mundo, el amor. Yo estaba decidiendo, confirmando mi vocación de actor. Y viendo este tipo de actuaciones fue que, definitivamente, decidí que era lo que quería hacer.”

El disco
El amor después del amor (1992)
De Fito Páez

“Lo elijo por la poesía, la música, la vibración. Por esa energía que tiene Páez, que le canta al amor y a la vida, con algo de bello y algo aterrador a la vez. Así como es la vida: bella y tremenda. Fito lo sintetiza todo el tiempo. Es uno de los músicos que más me conmueve. Me gusta ir a verlo, me estremece, me hace bailar, cantar sus canciones. Si suena alguno de los temas del disco no hay manera de que me pase inadvertido.”

La obra de teatro
Sin testigos (1988-89)
De Nikita Mijalkov

“La hacían Miguel Angel Solá y Susú Pecoraro. Era una lección de cómo establecer un contacto sensorial y emotivo en un gran teatro. Podían competirle al cine en cuanto a la intimidad y la emoción que transmitían. Eso lo consiguen sólo los grandes actores. Además, el personaje de Solá se estaba separando, pero no podía desprenderse del olor del hogar que había dejado. Y yo, en ese momento, estaba viviendo algo parecido. Para mí era muy difícil no dormir con mis hijos todos los días. Muy difícil de tolerar.”

El programa de televisión
Señoras y señores (1996-97)
De Gustavo Garzón

“Lo escribí, lo produje. Me jugué entero por el programa. Trabajé con mis amigos. Es el programa que más intensamente viví, sufrí... Todo me pasó ahí. Fueron horas y horas de trabajo, con una gran obsesión por la perfección. Como era la primera vez que firmaba un libro en la TV, quería que de la primera a la última palabra todo fuera perfecto. Es mi gran orgullo como artista de la televisión.”

El libro
La broma (1967)
De Milan Kunderah

“Es, para mí, el mejor libro de Kundera. Habla de la etapa del socialismo en Checoslovaquia, y de cómo una broma -yo soy muy bromista, tengo un gran humor negro y a veces me fue muy mal con mi sentido del humor-, una palabra mal dicha, en un sistema tan férreo, con muchas persecuciones, con mucha tiranía, puede terminar costando casi una vida. En este caso, al tipo, una palabra, le costó el exilio.”

Fuente: Clarín

Comentarios

Entradas populares de este blog

Andrea Gilmour

Susana Torres Molina: Estática

Chamé Buendia: Last Call-última llamada