Juan Acosta

Juan Acosta
Un abanico amplio. Pinta, hace monólogos, trabaja con su amigo Veronelli y se va a Mar del Plata con la revista de Tristán.
Mi papá era picapedrero , de pedo sabía leer y escribir. Vivíamos en Villa Insuperable, en un rancho. Un día veo en la pared un florero dibujado.
¿Te gusta? , me dice. Lo había puesto delante de una luz y dibujó la sombra que proyectada. ¿Mirá adónde me llevó el hijo de puta? Cuando me puse un arito en la oreja, nadie usaba . Y todos te miraban la oreja. Ahora, se ponen aros en lo que venga. Y no sabés cómo llaman la atención las uñas. Lo raro es verme a mí, que tengo cara de Mataderos, con las uñas pintadas: es algo diferente. Siempre quise ser diferente. Inclusive tengo la teoría de que no me voy a morir.
Es lo mejor que me pudo haber pasado este año . En Acosta de Veronelli me reencontré con un amigo después de 25 años. Nos conocimos en los ciclos de Gasalla y nos reunimos para hacer lo que nos gusta hacer, que es el monólogo. Todo el mundo habla de stand up, está bueno. Produce algo. Pero el monólogo argentino es lo que hacemos: el de Verdaguer, Pepe Arias, Adolfo Stray, Gasalla. La gente se fascina. Acosta y Veronelli estuvo cinco meses. El 4 de diciembre cerramos, y el año que viene seguimos.
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