Román Caracciolo: Expedientes
“La burocracia nos marca la vida”
La adaptación de la obra de Marco Denevi, que se presenta esta noche en el Teatro Cervantes, pone el foco en un individuo atrapado “en la ilusión de seguridad que da tener un empleo dentro de ese sistema”, dice el director.
¿Cómo escenificar un texto sobre la burocracia sin perder el humor ni bajar línea? Lo intenta el director Román Caracciolo en Expedientes, una de las dieciocho obras incluidas en el encuentro Teatro del País que puede verse hoy, a las 21.30, en el Teatro Nacional Cervantes, en Libertad 815. El encuentro forma parte del plan de coproducción federal del que participan elencos provinciales y directores que habitualmente desarrollan su actividad en Buenos Aires. La puesta de Caracciolo es adaptación de Los expedientes, título original (y estreno de 1956, en el Cervantes) de la pieza escrita por el novelista Marco Denevi (fallecido en 1998), recordado autor de Rosaura a las diez, Ceremonia secreta y el ensayo La república de Tapalanda (1989), de quien se conocen escasos textos para teatro: El emperador de la China, Cuando el perro del ángel no ladra y El cuarto de la noche. Para que la burocracia no reste humor ni raciocinio, Caracciolo decidió no poner el acento en esa máquina generadora de obstáculos sino en la peripecia de un individuo atrapado, “en la ilusión de seguridad que da tener un empleo dentro de ese sistema y –aclara– en cuánto se está dispuesto a entregar para mantener esa ilusión”.
–¿Algo así como meterse con el miedo a perder que –se dice– hace perder?
–No desconozco la realidad ni la falta de trabajo, pero mi pregunta tiene sentido, porque tener un trabajo dentro del orden burocrático no es garantía.
–Alguna vez se pensó que sí, y era común aspirar a un empleo público o trabajar en un banco, por ejemplo.
–Se pensaba que era para toda la vida y sólo quedaba esperar a jubilarse. Este es un mal que nos viene de siglos, de modelos del imperio español con sus aduanas interiores... ¿Qué mejor empleo para aquellos españoles que el de una aduana? En Expedientes me interesó ver hasta dónde la burocracia nos marca la vida de todos los días, porque mientras no tomemos conciencia de esa intromisión no habrá cambio. Por eso también la síntesis: quise centrar la obra en las vivencias del protagonista, de modo que de los veinticinco personajes del texto original dejé sólo cinco, y la versión no pasa de los 50 minutos. Mi propósito es indagar en el grado de responsabilidad que nos cabe a cada uno en esto de alimentar o debilitar ese sistema.
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