Maximiliano de la Puente: "Diagnóstico: rotulismo"


En la intimidad de un consultorio

Dos hombres, que sufren una enfermedad lingüística de origen desconocido, son atendidos por una fonoaudióloga muy seductora en la obra “Diagnóstico: rotulismo”. El público, como un protagonista más del espectáculo y a pasos de los personajes, espía una sesión que es en realidad un viaje hacia las fronteras entre lo profesional y lo privado.
“Los personajes viven el estar enfermos de una manera muy grave, muy determinante, y esa enfermedad los incapacita, los inhabilita para vivir. Entonces, la enfermedad los constituye profundamente”, cuenta en diálogo con Blog Teatro Maximiliano de la Puente, autor, actor y codirector de la obra que recibió el premio Konex-Argentores en el año 2005.

¿Cómo llegaste a esta obra?

Empecé a escribir la obra más o menos a fines del año 2001, en el medio de sesiones de foniatría a las que yo estaba yendo. Tiene, si se quiere, una raíz personal. Lo que tomo es muchas características de una fonoaudióloga con la que yo me atendía, por supuesto radicalizadas y muy exageradas, como si fuera más cómico. Parto de la idea de que la obra fuera una única sesión prolongada, interrumpida por un montón de otras cuestiones y en donde lo que pasaba era esa cosa de mezclar límites entre lo personal y lo profesional, entre la fonoaudióloga y el paciente.
Otra cuestión clave en el montaje y la escritura fue la enfermedad. La obra se llama “Diagnóstico: rotulismo”. ¿Qué es el rotulismo?: nunca se sabe y nunca se va a aclarar en la obra. Se mantiene como una ambigüedad. Pero lo que sí se llega a saber es que hay un trasfondo terrible detrás de esta enfermedad. Los personajes viven el estar enfermos de una manera muy grave, muy determinante, y esa enfermedad los incapacita, los inhabilita para vivir. Entonces, la enfermedad los constituye profundamente a los dos pacientes sobre todo. La fonoaudióloga también tiene una enfermedad, de otro tipo o no tan diferente, que tiene que ver con esto de la dificulta y la imposibilidad de relacionarse. Creo que los tres tienen esa enfermedad. No pueden establecer vínculos.

¿Podría haber sido esta enfermedad o cualquier otra?

Totalmente. La enfermedad es una excusa, es una excusa para generar el marco de la sesión y los vínculos entre los personajes. Son personajes que tienen alguna incapacidad, algún hándicap, como que se sienten minusválidos para vivir. Por eso la metáfora o la sensación real de la enfermedad atraviesa toda la obra. Además, es eso lo que hace que la obra tenga un trasfondo terrible, es decir, que sea algo más o que escape de los códigos de la comedia en el sentido superficial de la palabra, como una comedia en la que los personajes no se ponen en juego. Justamente sí se ponen en juego y de una manera muy privada, muy intima, y que los involucra totalmente.

Da la sensación de que los espectadores quieren reir pero se contienen. El clima es tan denso que la risa no sale naturalmente.

Algo de eso hay. Nosotros trabajamos mucho con esa sensación de incomodidad. Incomodidad en doble vía: incomodidad nuestra en montones de situaciones que tenemos que atravesar en la obra e incomodidad en el público también. El hecho de que el público esté tan cerca de la escena tiene que ver con la idea de que realmente el público esté casi o prácticamente adentro del consultorio, que sea casi un protagonista más. Y sabemos que eso genera incomodidad, una inmediatez, una cercanía tremenda. Esa incomodidad en el público y en la escena se ve potenciada a partir de esa cercanía.

¿Siempre definen el espacio con el público distribuido en forma de L como si estuvieran en el de las paredes del consultorio?

Sí, la idea siempre fue esa. Hay dos paneles y después se cierra en una L con las butacas y las gradas para el público. Esta cosa de cerrar brinda como contención y a la vez el público presiona contra la escena. Entonces se genera algo muy incómodo, muy arduo.
Es una sala inmensa, es la más chica del Konex, pero igualmente es muy grande -pueden entrar más de 100 personas-. Nosotros estamos usando un rincón nada más.

Cuando se busca en Internet la palabra rotulismo aparece siempre información sobre la obra. ¿La obra da una respuesta a qué es el rotulismo?

El rotulismo parecería algo real, concreto. Es un concepto fantasma. Es una excusa o un disparador. Uno puede identificar en el rotulismo un montón de cuestiones: la dificultad o imposibilidad de relacionarse, el tema del lenguaje -que es una cuestión muy fuerte en la obra desde la excusa narrativa-.
Además, hay algo que me parece interesante de los ejercicios de fonoaudiología que también tiene como una raigambre muy documental. Son ejercicios que están deformados o desfigurados pero que existen en las sesiones de foniatria. Algunos son ejercicios muy tontos, muy pavos, muy infantiles, y hay algo del temor al ridículo que está puesto en juego en eso. Como una paradoja de que para hablar bien hay que ir a infantilizarse en algún punto, a practicar ejercicios muy pueriles, muy infantiles. Eso también me parece interesante a rescatar. Porque al estar en una sesión uno se siente como que vuelve a ser un nene. Eso marca el vínculo entre la fonoaudióloga y sobre todo el paciente que hago yo (Leo). Esta cosa de atracción, de relación, que puede ser afectiva o amorosa pero también maternal. El paciente tiene como 20 años menos.

El tema del poder siempre está muy presente en la relación médico-paciente, psicólogo-paciente. ¿Cómo aparece reflejado en la obra?

Lo del poder es clave. Evidentemente es una relación que desde el vamos es asimétrica. Ella tiene el poder y la posibilidad de brindarle la cura al paciente y el paciente es alguien minusválido, enfermo, que necesita la ayuda de ella y que por lo tanto tiene que depositar toda la fe en ella y en que ella lo va a curar. Entonces hay una relación tremendamente asimétrica. Y si además la enfermedad define a los pacientes y los caracteriza como personas, entonces son personas muy necesitadas. Hay una relación de una necesidad tremenda de parte de ellos. Ella también los necesita a ellos pero obviamente los necesita desde otro lugar y no se priva de imponer sus condiciones frente a eso.

Escribiste la obra, actuás en ella y la codirigís junto con Carolina Zaccagnini. ¿Cómo te llevás con esas tres instancias?

Es difícil. No es algo para hacer en todos los proyectos. En este proyecto se fue dando naturalmente porque partí de una vivencia personal y entonces había un personaje que era muy cercano a mí, lo que hizo que pensara en mí a la hora de poder hacer el montaje de la obra. También se fue dando muy fluidamente y naturalmente la relación con Carolina. A Carolina la llamé para hacer el personaje de la fonoaudióloga, ella empezó a intervenir mucho en la obra, y entonces se fue dando esa codirección sin ningún tipo de problema, muy fluidamente.

¿Y el proceso del salto del texto a la obra?

El salto del texto a la puesta es complicado, difícil, no es una traslación mecánica directa. Yo trato de olvidarme de que soy el autor cuando estoy en los ensayos. Si tengo que cambiar, cambio. Si tengo que alterar líneas narrativas, las altero. No tengo ningún problema. El autor es otro, ya está, ya pasó ese proceso. Entonces uno lo que mejor puede hacer cuando está montando una obra es ser fiel a lo que está sucediendo durante el proceso de ensayo. Esa es la mejor manera de defender el texto en realidad.
En este caso hicimos un trabajo de condensación. La obra es más o menos esta originalmente desde el texto, pero se condensaron y se potenciaron muchísimas más situaciones durante el montaje. Y dirigir tiene que ver con eso y con todas otras cuestiones de producción… es una tarea ardua.
En este proyecto yo me pienso como actor. El compromiso que tengo y la responsabilidad que tengo en este proyecto desde lo actoral es enorme, y entonces me trato de brindar lo más posible y de pensar desde la actuación. Es una obra que me gusta mucho actuar, me siento muy bien haciéndola. Hay obras en las que a veces no pasa eso. En este caso la disfruto mucho. Pero son tres roles complicados de asumir al mismo tiempo, creo que no es para todos los proyectos.

“Diagnóstico: rotulismo”, de Maximiliano de la Puente. Con dirección de Carolina Zaccagnini y Maximiliano de la Puente, y actuación de Maximiliano de la Puente, Carolina Zaccagnini y Gonzalo Kunca. En Ciudad Cultural Konex, Sarmiento 3131. Los miércoles, a las 20.30.

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