Gerardo Otero y Lautaro Perotti: Tebas Land


Espejos infinitos entre el sentido y la experiencia

El viernes próximo se estrena Tebas Land, una interesante propuesta dirigida por Corina Fiorillo -última ganadora del ACE de oro- e interpretada por Gerardo Otero y Lautaro Perotti, que pone una inteligente mirada sobre los límites de la representación

"Tuvimos la experiencia pero no su sentido, y el acceso al sentido restaura la experiencia", disparó alguna vez T. S. Eliot. Algo de esto resuena en el imaginario de la obra Tebas Land. Es que aquí queda claro desde el vamos que aunque conozcamos la historia, los pormenores de algún hecho, incluso los detalles más pequeños, no alcanza para saber (y vivenciar) exactamente cómo ha sido la experiencia. Y sus formas de representarla (o contarla, vale también) parecen alejarse y extrañarse cada vez más de los sucesos. Pero qué es el arte sino una forma -una de las tantas posibles- de explicar, de entender e incluso de cambiar y falsear los hechos, para salir mejor de ellos, más expandidos.

De esto y de unas cuantas cuestiones más trata la obra Tebas Land, que se estrena este viernes bajo la aguda dirección de Corina Fiorillo (Nerium Park, El principio de Arquímedes, Dignidad). La pieza del uruguayo Sergio Blanco, que se tradujo a varios idiomas y que ha ganado premios internacionales, se lanza el mismo viernes en la Argentina y busca de alguna manera recobrar el perdido hábito de leer teatro como material de ficción. La obra aborda el tema del parricidio retomando el mito de Edipo, pero volviéndolo actual, fresco y, sobre todo, lo utiliza como disparador para preguntarse sobre el poder de la representación, cuándo empieza el proceso creativo, si es que de alguna manera tiene un principio, y cuándo culmina, si no es que cada momento resignifica todo lo anterior, incluso a nosotros mismos.

La obra fue un éxito en Londres (acaba de recibir un premio a la mejor producción en los Off West End London Awards) y está por estrenarse en Madrid, Atenas, París, Moscú, San Pablo, Santiago y Oslo. La versión original uruguaya, dirigida por Sergio Blanco, se presentó en la Argentina el año pasado en el Festival de Rafaela y durante la segunda edición del Festival Latinoamericano de Teatro, en el Cervantes.


Gerardo Otero y Lautaro Perotti son los actores que Fiorillo convocó para el proyecto. "Corina me llamó para decirme que me mandaba un texto y estaba tan segura de que me iba a fascinar que me dijo que la llame cuando termine de leerlo para arreglar los ensayos. Y así fue", cuenta Perotti, que encarna el personaje de L -de Lautaro-, un dramaturgo que busca escribir la historia de un joven parricida que se encuentra preso, Martín -interpretado por Otero, el mismo de Red y Tribus-, que además hace de Gerardo, el actor que hará de Martín en una ¿futura? puesta en escena. Una autoficción, una historia en forma espiralada que se mete en los rincones más oscuros del ser humano. "La obra es muy inteligente, pero es de fácil acceso. No se necesita conocer el mito de Edipo ni Los hermanos Karamazov. Por supuesto, tiene distintas capas y cuanto mayor sea el nivel de competencia, se va a entender más, pero es de una llegada bien directa", afirma Otero, que carga no sólo con la menuda tarea de interpretar a este muchacho que mató a su padre, sino con dos personajes bien disímiles entre sí: el propio Martín y el actor que hará de él. "¿Qué es un parricida? ¿Una persona que mata a un padre? ¿Y si lo hace sin saber que es su padre, como en el caso de Edipo? Y una persona que lo hace porque no puede hacer otra cosa, ¿no tiene otra manera de defenderse? Todas estas preguntas son las que trabaja la obra", dice Perotti entusiasmado porque es la primera vez que trabaja con Fiorillo en la dirección y con Gerardo Otero en un proyecto.

Este joven intentará a lo largo de la pieza contarle al escritor cómo fue que lo mató. "El escritor, por su parte, sin proponérselo, sin saber dónde se mete, termina investigando las razones, las causas y los dos salen de los prejuicios sobre lo que está bien y lo que está mal para entender al otro y en esa búsqueda terminan muy involucrados los dos" echa luz Otero. En los intentos de la representación no se podrá contar exactamente la cronología de los hechos, pero, en cambio, estos personajes emprenderán la tarea de conocerse. "La obra habla de dos mundos imposibles de pensar contiguos y que por esta búsqueda creativa se encuentran -reflexiona Perotti, en un intento por definir esta obra-. El mundo de un intelectual, que es famoso, exitoso, con un reconocimiento mundial, y el mundo de un pibe que no tiene estudios, que es golpeado, maltratado y termina matando a su papá como único recurso para defenderse de la realidad. Dos mundos aparentemente irreconciliables. Lo impensado para los dos es que de ese encuentro salen distintos a cómo llegaron, modificados."

Aunque no hace falta conocer a fondo ni el universo Dostoievski, ni la tragedia de Sófocles, ni siquiera la teoría freudiana sobre el complejo de Edipo, lo cierto es que estos pensamientos sobrevuelan el mundo occidental. En Tebas Land -aunque haga clara referencia a la ciudad griega a la que regresa Edipo para cometer su desconocido parricidio- representa un espacio psíquico caótico, cargado de confusión. Un lugar en donde las cosas nunca son muy claras, dice en la obra teatral el escritor que encarna Perotti.

"Martín es un personaje complejo y hay que tratar de comprender si en esas condiciones en las que se crió tuvo la capacidad de ver claramente los distintos caminos", cuenta Otero, que además de investigar sobre el parricidio y ver videos de casos específicos, tuvo que practicar todas las mañanas hasta aprender a jugar al básquetbol para parecerse un poco más a aquel joven. "Lo interesante de la obra es que te obliga a ponerte en el lugar del otro. Y no es algo que hagamos todo el tiempo. Este escritor no puede juzgar al pibe para entenderlo. Necesita ponerse en su lugar. Al permitírselo termina entendiendo por lo que pasó", reflexiona Perotti.

En un juego de espejos infinitos, ambos actores hoy tienen puestas remeras de superhéroes. Esas capas de representaciones que se superponen hasta perder por completo la claridad de quiénes son. Alter ego que se cruzan, ficción dentro de la ficción, lo representado y lo presentado. Lo falso y su original. La distancia entre el modelo y la copia: "De hecho para mí esa distancia es la que hace que justamente el arte sea mejor que la realidad", dictamina el personaje del escritor.

Actores que también dirigen

Los dos actores además tienen otros proyectos en la cartelera porteña. Gerardo Otero está al mando de La restauración, una obra de Andrea Stefanoni y Juan Martín Cervetto; con Silvia Pérez, Mónica Raiola y Rodrigo Álvarez, se estrenó el año pasado y acaba de comenzar su segunda temporada en Timbre 4. Leonor -Silvia Pérez- es una ex bailarina que vivió en Rusia y vuelve. Junto a ella está Gladys, una especie de empleada, pero que ha forjado con Leonor un vínculo por demás enrarecido. Una tarde llega un vecino para traer el pasado y desatar cuestiones que creían olvidadas. "A Silvia nunca la había visto en teatro, la había visto en cine en Encarnación y me encantó. Es tan generosa, tan entregada, responsable, tan atenta que fue un placer muy grande. El equipo realmente me hizo un trabajo muy fácil", cuenta Otero.

Por su parte, Lautaro Perotti escribió y dirige Cronología de las bestias. Un thriller atrapante y muy inteligente, que narra la historia de una familia que se ve partida por la desaparición de un hijo y su aparición 13 años después. En un juego entre el pasado y el presente, se va suministrando información para que la platea tenga la tarea de construir la cronología de los hechos.

Para agendar:

Tebas Land, viernes, a las 20.45; y domingos, a las 19.15, en Timbre 4, México 3554.

La restauración, domingos, a las 17, en Timbre 4, México 3554.

Cronología de las bestias, viernes, a las 21.30; domingos, a las 21, en Timbre 4, México 3554.

Fuente: La Nación

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